Opinión

¿Tiene sentido seguir con La Noche en Blanco?

Poca noche, mucho lema pueril, luces y colores y espíritu mogollónico: quizás sea el momento de reformular la cita o, directamente, eliminarla de la programación municipal

La Plaza de la Constitución, abarrotada durante uno de los recitales de la edición de la Noche en Blanco del año 2022

La Plaza de la Constitución, abarrotada durante uno de los recitales de la edición de la Noche en Blanco del año 2022 / Gregorio Marrero

El próximo 15 de mayo Málaga volverá a celebrarse una iniciativa que nos sumó, en 2008, a la lista de las grandes capitales europeas y que ahora, evaporado ya el efecto y sus ecos, sólo los irreductibles boquerones continuamos: La Noche en Blanco. En esto de la cultura y los que la programan y analizan hay un supuesto axioma: está feo, muy feo pedir que se elimine alguna actividad, programa o, directamente, un centro; se supone que, como dicen los anglosajones, the more, the merrier, cuantas más cosas, mejor. Lo cual, en el fondo, no deja de ser terrible: si hasta la iniciativa más absurda e inútil no molesta, ¿realmente qué nos importa el nivel y la calidad de nuestra cultura en el fondo? Así que, con cierto arrojo, desde estas líneas pido que se zanje de una vez por todas la programación de La Noche en Blanco en la agenda municipal. Por varias razones:

1. Lleva años deformando y traicionando el concepto mismo con el que nació, el de salir de la rutina horaria de nuestro descanso y desplegar una madrugada completa para ofrecernos propuestas para el asombro. Pues no, en Málaga la hacemos de 20.00 a 01.00 horas (ojo, que ediciones anteriores fueron de 19.00 a 00.00), por lo que de noche-noche sólo hay unas tres horas. Así que si se prosigue con esta actividad propongo un nombre alternativo para diferenciarnos de la marca original y saber exactamente a qué atenernos: ¿Tardeíto con pizquita? 

2. Los temas o hilos conceptuales en torno a los que orbitan las actividades programadas son vagos y, lo peor de todo, pueriles, de guardería. Repasemos: «el gen de la buena vida», «la magia está en ti», «tierra, agua, aire y fuego», «...de tanto soñar me olvidé de dormir...», «todos somos estrellas», «mirando al mar», «érase una vez». ¿De verdad que no suena a función de fin de curso de primaria o a espectáculo desechado de una de esas compañías que imitan a Cirque du Soleil? Desde 2008, ahora con tantos museos y actividad cultural de nivel y enjundia, ¿no hemos aprendido a elaborar discursos culturales con un algo más de punch?

3. Lo cual nos lleva al siguiente punto: el concepto mogollónico y familiar con que se diseña año tras año el programa de La Noche en Blanco excluye tajantemente cualquier propuesta más atrevida o complicada, para limitarse a aquellas que, en realidad, muchas veces tienen más que ver con el ocio que con la cultura. Porque estamos hablando de cultura, ¿verdad? No digo que se programen performances de señores que se pinchen los genitales, pero sí emplear la cultura y sus alrededores para hablar de quienes somos, lo que nos preocupa, del mundo que nos rodea... ¿No creen que hay ahora mismo cuestiones fundamentales, capitales, que poner sobre el tapete en vez de diseñar una agenda en torno a «la magia que hay en ti»? Entonces, de qué cultura hablamos, si es que hablamos de cultura, claro, porque a veces parece que se confunde con un ocio alelado.  

¿No creen que hay ahora mismo cuestiones fundamentales, capitales, que poner sobre el tapete en vez de diseñar una agenda en torno a «la magia que hay en ti»?

4. Habida cuenta de que muchas de las participaciones de los agentes culturales son absolutamente desinteresadas (muchos de ellos abandonaron el barco ante las condiciones de colaboración) y de que, lo siento, la altura de lo que muchas veces se propone no es precisamente ambiciosa, uno podría estar tentado de concluir que La Noche en Blanco se mantiene en Málaga porque supone una leve inversión de los presupuestos municipales. Pues uno investiga un poco y resulta que son más de 130.000 (ciento treinta mil) euros lo que se nos van en estas 5 (cinco) horas de pampaneo. Poco o mucho, usted decide. Yo lo tengo claro.

Así que regreso a la pregunta que corona este artículo: ¿Tiene sentido continuar con La Noche en Blanco? Supongo que si usted ve la foto que corona estas líneas (la Plaza de l Constitución petada durante un recital en una edición anterior de la cita) me ofrecerá inmediatamente una respuesta afirmativa y pensará que el que firma este artículo (o sea, yo) es un imbécil integral. ¿Cómo no va a ser positivo algo que llene el Centro Histórico y más si es con música, creación, arte?

Para muchos será suficiente con que algo como La Noche en Blanco sea diseñado como una excusa más para que la gente se dé un paseo por el Centro para mitigar el aburrimiento, hacer gastillo y abarrotar"

Al final, como suele ocurrir en la vida, todo es cuestión de conceptos y exigencias. Para muchos será suficiente con que algo como La Noche en Blanco sea diseñado como una excusa más para que la gente se dé un paseo por el Centro para mitigar el aburrimiento, hacer gastillo y abarrotar los espacios públicos (= éxito de una ciudad, claro); para otros, si la cosa no trasciende el evento vacío de luces y colores, si lo que se aspira es a mogollonear, se trata de una oportunidad perdida de crear conciencias, espíritus críticos y hacer cultura. Cada uno verá.