Entrevista | Augusto Pansard Pregonero de la Semana Santa de Málaga de 2024

"Voy a reivindicar el orgullo de ser cofrades ahora que parece que tenemos que pedir perdón por todo"

Parte de la base de que "Málaga es Semana Santa" y que la ciudad vive desde el Domingo de Ramos "la culminación de algo que siente durante todo el año", sin embargo, el pregonero de la Semana Santa de 2024 no entiende por qué los cofrades no se reconocen como tales, o lo hacen con la boca pequeña, cuando forman parte del principal movimiento social y "deberían hacer notar su peso"

Augusto Pansard dará el pregón de la Semana Santa de Málaga este sábado por la tarde.

Augusto Pansard dará el pregón de la Semana Santa de Málaga este sábado por la tarde. / Álex Zea

Ignacio A. Castillo

Ignacio A. Castillo

Rara la Cuaresma de los últimos años en la que Augusto Pansard no haya pronunciado un pregón. Su archivo personal rebosa folios escritos de loas, de discursos elogiosos con los que ha anunciado todo tipo de celebraciones, de procesiones, de cultos extraordinarios de las cofradías malagueñas... en los que también ha compartido, y con meritoria asertividad, sus vivencias, su experiencia, su forma de ver, de concebir y de sentir la Semana Santa. Todo esto marca y jalona una trayectoria, de forma inevitable. El Augusto Pansard que este sábado se subirá a las 18.30 horas a las tablas del Teatro Cervantes es el cúmulo de todo lo anterior y, seguramente, a partir de ahora, tras el punto de inflexión de ese atril, y no de otro, ya no será el mismo. Mantendrá, claro que sí, su despacho de abogados, a lo que se dedica profesionalmente. Continuará dando clases de Derecho Internacional Público y de Derecho de la Unión Europea en la facultad de Derecho en la UMA. Y seguirá, cómo no, siendo hermano y profesando profunda devoción por los titulares de la Pollinica, la Sentencia, la Piedad y la Vera+Cruz de Almogía, pero cuando se es pregonero de la Semana Santa algo te cambia para siempre.

¿Cuántas veces soñó con dar el pregón de la Semana Santa de Málaga?

No lo he soñado, aunque sí he imaginado que me podía llegar, porque es verdad que llevo mucho tiempo en el escaparate y era posible, para qué vamos a mentir. Pero pensaba que lo más probable es que nunca me llegaría la oportunidad.

¿Cuántas veces se ha soñado ya en el Cervantes desde que José Carlos Garín le comunicara su nombramiento?

Me llamó José Carlos un domingo por la tarde, cuando el teléfono no suele sonar casi nunca. Me extrañó. Y me lo comunicó a bocajarro, porque me dijo que no es de rituales ni parafernalias. Hasta el punto de que consiguió dejarme en silencio durante segundos, algo que es verdaderamente difícil en mí. Y tuve que estar callado durante más de 25 días, hasta que el nombramiento se hizo oficial. No podía decírselo a nadie. Ni siquiera a mi hija. Y yo tenía unas ganas locas de decirlo y con mucha vehemencia además, porque me hacía muy feliz. Tengo ganas de pregón.

Viviría eternamente en el pregón, si fuera posible

¿Tiene ganas de que llegue o de que pase, para poder ya relajarse?

Tengo ganas de estar. El que llegue ha sido maravilloso y no quiero un alivio. Una vez que estás, estás para siempre. Es lo que pienso. Las ganas es por estar, verme allí. Viviría eternamente en el pregón, si fuera posible.

¿Qué quiere decir a los cofrades?

Quiero decirles que somos como somos, que tenemos que sentirnos contentos y orgullosos de ser cofrades. Que parece que serlo es secundario. O accesorio. Nos sentimos orgullosos de muchos títulos, de diplomas, marcas o resultados deportivos. Pero nos hace falta notar y sentir el orgullo de ser cofrades. Parece que tenemos que pedir siempre perdón por todo, ir disculpándonos. Y cuando nos reconocemos cofrades, demasiadas veces lo hacemos con la boca chica, porque parece que podemos ofender por el solo hecho de serlo. No sé si es que vivimos momentos en los que pueda parecer políticamente incorrecto. Voy a reivindicar el orgullo de ser cofrade porque ese orgullo nos llevará también a mirarnos a nosotros mismos de otra manera. Los tiempos han avanzado y tenemos notables expertos, historiadores, artistas, eruditos... a mucha gente formada que hasta hace un tiempo no teníamos, pero a nivel de base, seguimos prácticamente los mismos. Por ley de vida unos se van y otros vienen, pero ahí hemos estado siempre. Y somos un movimiento grande y tenemos que hacer notar nuestro peso. 

Quienes critican a los cofrades les acusan precisamente de lo contrario. De que ejercen excesiva presión ante las instituciones y que la ciudad se hace prácticamente a toque de campana. ¿Qué opina?

A mí me gustaría que quienes nos critican se nos acerquen. Que nos conozcan. Ojo, que puede ser que, si no lo hacen, sea por culpa nuestra. De entrada es muy fácil etiquetar lo que no se conoce, sin atreverse a dar un paso más. Eso es algo muy humano: clasificar o tener un diagnóstico o un prejuicio de una persona, una entidad o un colectivo, sin conocerlo.

Si las calles están sucias es por los cofrades. Si hay ruido, culpa de los cofrades. Si se cierra una calle, también es por los cofrades. Como si no estuvieran sucias, no hubiera ruidos o no se cortara el tráfico por infinidad de otros motivos durante el año

La realidad es que ahora hasta invitan a las cofradías a que utilicen cucuruchos en las velas para no ensuciar el suelo...

Parece que tuviéramos que pedir perdón por todo. Si las calles están sucias es por los cofrades. Si hay ruido, culpa de los cofrades. Si se cierra una calle, también es por los cofrades. Como si no estuvieran sucias, no hubiera ruidos o no se cortara el tráfico por infinidad de otros motivos durante el año. Los cofrades no queremos molestar, pero en nuestro ADN está el culto público, y eso tiene unos elementos que son inherentes. Cambiarlos sería como mutilar el acto de fe que desarrollamos en el espacio compartido.

¿Asume que esta es su misión como pregonero?

Totalmente. Mi misión será decir que no tenemos que ir pidiendo perdón por las esquinas. Es una idea que va a estar en el pregón y que expresaré como cofrade. Estará latente. Pero creo que también es necesario, mirando hacia adentro, corregirnos a nosotros mismos. No pecar tampoco de victimismo, porque a veces somos nosotros mismos los que no nos dejamos crecer. Quizás tenemos que replantearnos algunas cosas y hacerlas de otro modo, porque podemos estar equivocados.

¿Qué le hace más daños a las cofradías, las críticas externas o los desvaríos internos?

Nosotros mismos nos hacemos más daño que los de fuera. Porque el daño desde dentro provoca fractura. Si nos hacen daño de fuera, nos mantenemos unidos y es siempre menor. 

¿Cómo concibe el pregón? ¿Lo considera un género literario en sí mismo? ¿Habrá espacio para el efectismo?

No quiero hacer algo ni estrambótico ni innovador. En el pregón, en su concepción, está todo inventado. Tampoco considero que sea tiempo de experimentos. Ni tampoco es el sitio. No busco sorprender, aunque puede haber elementos que sorprendan. Todo dependerá del talante de quien ocupe su sitio en el patio de butacas, esté escuchando la radio o se ponga delante del televisor. No tengo el canon de lo novedoso. ¿Que pueda llegar a sorprender? Ahí depende de la receptividad de cada uno. Es un pregón de lo más normal del mundo. Original porque es el mío. El mejor pregón que yo puedo dar de mí mismo. 

Cada uno de mis pregones fue distinto al anterior, pero este a su vez es distinto a todos los anteriores

Y eso que experiencia no le falta. ¿Cuántos pregones ha dado a lo largo de su trayectoria cofrade? ¿Imagino que este no se parecerá a ningún otro?

Ya, pero esta experiencia no se parece a ninguna de las anteriores. Y lo digo desde el más profundo respeto. Cada pregón lo he trabajado muchísimo, desde la primera a la última palabra. Me siento muy honrado y orgulloso de haberlos pronunciados. Pera eran pregones en los que me dirigía a hermanos concretos con sentimientos definidos. Ahora tengo que dirigirme a Málaga, que dentro de lo que nos une y de las cosas que tenemos en común, también coexisten diferencias, distintos enfoques y diferentes sensibilidades. El pregón de la Semana Santa tiene que ser algo más transversal. Cada uno de mis pregones fue distinto al anterior, pero este a su vez es distinto a todos los anteriores.

¿Y está contento?

Estoy satisfecho con lo que digo con las palabras con las que lo digo. 

¿Cuánto dura? ¿Se ha cronometrado?

No más de una hora y veinte minutos. Pero todo esto es muy relativo. Habrá quien le pueda parecer largo y a otros que les resulte corto.

¿Cómo ve la Semana Santa de 2024? ¿En qué momento se encuentra?

Continúa, pese a que se escuchan muchas voces en contra, en constante evolución y crecimiento. Cada año supera al anterior, sin centrarnos en contingencias concretas. Con carácter global, estamos en una línea ascendente. Pero tenemos que tener clara una cosa: nunca tocaremos techo. Es lo único que te permite seguir mejorando. 

Se hablaba de que dos años sin procesiones por la pandemia podría generar cierto desapego, pero la participación este año puede ser de récord.

Creo que sí. Tengo la percepción de que este año va a ser de muy amplia participación. Hay una implicación y unas ganas de participar enorme. En este caso, el efecto de la pandemia ha sido inverso. Parece como si se quisiera compensar la falta de dos años sin cofradías en la calle con este impulso. Creo que ha habido un efecto dinamizador del cofrade.

Augusto Pansard, pregonero de la Semana Santa de Málaga 2024

Augusto Pansard, pregonero de la Semana Santa de Málaga 2024 / Álex Zea

¿Qué cree que significa la Semana Santa de Málaga para la ciudad?

La culminación de algo que la ciudad siente todo el año. Málaga es Semana Santa. En primavera, las cofradías celebran verbenas. En mayo, las cruces. En la Feria están presentes con sus casetas. En octubre se celebran los rosarios de la aurora. Hay salidas extraordinarias... Las casas hermandades han conseguido vertebrar los barrios donde se encuentran... Málaga vive esto todo el año.

¿Cree que es la única oportunidad que tiene el malagueño de recuperar el Centro de su ciudad, cada vez más pensado para los turistas?

El malagueño retoma y redescubre su ciudad cada Semana Santa. Se echa a la calle como nunca en Semana Santa y las recorre como en ningún otro momento. Y le da igual el turista, porque va a su Semana Santa y tenemos la ventaja de que conocemos sus rincones, los tenemos en la cabeza como un perfecto GPS y, sin embargo, quienes nos visitan, andan despistados. Pero la globalización, el hecho de estar a hora y media de cualquier destino con cualquier vuelo, provoca que el fenómeno que conocemos como turistificación ocurra en otras muchas ciudades. Los malagueños también andan repartidos por medio mundo. Nos gusta también viajar, y alquilamos pisos turísticos. Y colgamos nuestras fotos en las redes sociales... Con esto no quiero decir que no haya que regular las cosas. Pero en Semana Santa es distinto. El turista no nos molesta.

En Sevilla, por ejemplo, sí que ya se está dando este fenómeno de masificación de las calles. ¿Cree que podría llegar a Málaga?

Sería síntoma de que seguimos creciendo. Si esto fuera una jungla o algo desagradable, no solo no vendría nadie, sino que el malagueño también se iría fuera. Es un efecto colateral de que vamos a mejor. 

¿Qué espera que pase el sábado y que cree que pasará?

Espero que quien vaya al Cervantes me reconozca en lo que le voy a decir. No espero que le guste, aunque lo deseo. No puedo exigirle que le guste. Que en lo que conozca de mí, me reconozca en el pregón. También espero que todos piensen que lo que pueda expresar allí no es más que la opinión de un cofrade, uno más, como podría expresarla cualquiera. Yo no voy a imponer nada ni a dictar cátedra alguna. ¿y qué creo que va a pasar? No lo sé. Si lo supiera, lo diría. El año que viene vendrá otro, que gustará más o menos, pero por fortuna, habrá otro pregonero.