Jueves Santo

La Esperanza enmudece a los malagueños en una salida deseada

El Nazareno del Paso y María Santísima de la Esperanza Coronada llenan la calle Hilera del aroma del romero y la devoción de cientos de feligreses en su salida procesional

Ana Barranco

Ana Barranco

La esperanza de los malagueños, de muchos y muchas, ha tenido el Jueves Santo su día grande, en la calle Hilera. Frente a la cofradía del Nazareno del Paso y María Santísima de la Esperanza Coronada, el sol y algunas nubes han pasado el testigo a la luna llena y a un viento con el que entra ‘repelús’ y no en el sentido de tener miedo. 

Que la cofradía roce los 4.000 hermanos es un fiel reflejo de lo que es capaz de provocar en los corazones. La estación de penitencia que ellos han comenzado pocos minutos después de las nueve de la noche, se ha transmitido a los feligreses. Intentar contar cuántas filas se organizan para ver a los titulares de la Esperanza, entre Hilera y calle Cerezuelo, no lleva la definición de tarea sencilla, como tampoco debe serlo portar sobre los hombros el peso de una hermandad que suscita tanto asombro. 

Es indiscutible que el Señor y su Madre van a bailar por Cerezuelo cuando las ramitas de romero comienzan a impregnar con su aroma. Algunas de ellas apenas pueden llegar a ser conscientes de que están en el suelo, porque algunos devotos se acercan rápido a recogerlas. “Es que este está bendecido”, justifica una mujer de pelo corto y cano.

Esperanza | Jueves Santo 2023

Ana Barranco

Nazareno del Paso

Después de ese momento, el pensamiento recurrente es que el ramito de violetas de Manzanita podría no ser suficiente en comparación con unas ramitas de romero de la Esperanza. El terciopelo morado se apodera de los malagueños en el paso de los nazarenos del Señor, que no tarda en hacer su salida con el acompañamiento de la Banda Musical Trinidad Sinfónica. Unos primeros acordes tímidos permiten que, en la calle, el rumor de los devotos se vuelva inexistente, un clima de respeto y silencio en el que solo se oye decir a los capataces: “Largo a la derecha, seguimos andando”.

La salida de un Nazareno del Paso ataviado de forma sencilla, continúa con más calma cuando comienzan a salir los nazarenos y acólitos de la Virgen. A unos cuantos metros de distancia (o en equivalencia de medida, unos pocos cientos de personas), los capirotes verdes de terciopelo no dejan de verse, uno tras otro junto a sus cirios, la mayoría a punto de encenderse al empezar el recorrido. 

“Ya se ve la campana del trono”. Desde cierta perspectiva podría parecer que el palio del trono de María Santísima de la Esperanza Coronada iba a rozar con la puerta del salón de tronos, pero los portadores saben bien cómo efectuar la salida de uno de los tronos más exuberantes de la ciudad. Con Ella, también llega el silencio e inmediatamente los aplausos, por una imagen a la que no se puede dejar de mirar. Su rostro, y la justicia, en una figura en el lateral de la mesa del trono, son los que se despiden con un ‘hasta luego’ para continuar su recorrido.