Fue la primera vez que se le escuchó citar a Mariano Rajoy de forma expresa lo que lleva siendo desde hace mucho tiempo el principal rompedero de cabeza de los partidos tradicionales, que ven como su hegemonía histórica está siendo amenazada seriamente: las nuevas fuerzas políticas emergentes. Aplicado al PP, el principal problema se llama Ciudadanos.

Un partido fresco y de chaleco blanco que se está revelando como verdadero asesino de votos populares y no deja de crecer en las encuestas. Con esas, a los populares se les han abierto dos frentes en Andalucía. Por un lado, el problema acusado del bajo grado de conocimiento de Juanma Moreno. Por otro, la aparición inesperada de un partido que se ha convertido en la pasión prohibida para muchos votantes potenciales, que estarían poniendo su desencanto por encima de una escasa experiencia en la gestión y un nulo recorrido político en Andalucía. Consciente de lo que más le está perjudicando ahora mismo a su elegido, Rajoy pronunció en Málaga un discurso destinado a advertir de que cualquier voto ajeno al PP sólo serviría para blindar al PSOE en el poder.

Después de hacer alusión al debate del lunes y destacar a Moreno como claro ganador, Rajoy se puso el traje de las garantías y se dirigió a los indecisos para que sus papeletas acaben tiñéndose de azul el próximo 22 de marzo: «Votar a Izquierda Unida, Podemos o Ciudadanos sólo sirve para blindar al PSOE en el poder», afirmó convencido de que las nuevas fuerzas políticas, a las que llamó «bisagristas», no dudarían en replegarse ante la sombra del PSOE para ofrecerle la estabilidad que le niega una mayoría absoluta que, en estos momentos, se antoja utópica.

Por lo demás, el discurso de Rajoy se pareció mucho al que ya pronunció en Torremolinos, al inicio de la precampaña popular.

Describió la realidad paralela en la que están gobernando, según él, la Junta de Andalucía y el Gobierno central. Los primeros, un PSOE enfrascado en retener a Andalucía «en la cola de la recuperación» y los segundos, un PP que ha llevado a «sacar a España de la peor crisis en toda su historia». Rajoy, a estas alturas, ya hablaba para un auditorio totalmente entregado entre el frenesí de un mitin electoral y sacó pecho de una gestión que estaría sirviendo de ejemplo para otros países que también entraron en turbulencias. «Hoy podemos decir que somos el país de Europa que más está creciendo», afirmó sobre que el país ya es una vanguardia de la economía.

En alusión al debate, resaltó de Moreno que fue «educado, correcto y respetuoso» y que no había «perdido los papeles», que «es lo importante» apuntilló. Seguramente se acordó de sí mismo, cuando la pasión le pudo y llamó «patético» a Pedro Sánchez en el debate sobre el estado de la nación.

Empleo y bajada de impuestos. Uno se mete en la piel de Juanma Moreno estos días y siente la presión que se balancea ahora mismo sobre sus espaldas. Todas las mañanas desayunando con unos periódicos que sostienen a Susana Díaz en una posición de privilegio, a pesar de lo que ha llovido en Andalucía entre escándalos de corrupción y cifras de paro que provocarían una hecatombe en otras regiones de la Unión Europea. El repaso matutino de la prensa requiere un grado elevado de optimismo. Una mezcla de esperanza, fantasía y algo de negación de la realidad para seguir afrontando con entusiasmo lo poco que queda de campaña electoral.

Lo mejor en estas ocasiones es atacar donde al ciudadano más le duele, que viene a ser su bolsillo. En materia fiscal, al igual que ya hizo el lunes en el debate, Moreno se comprometió a aliviar la carga por dos vías: rebajar el tramo autonómico del IRPF en dos puntos y acabar con el polémico impuesto de sucesiones y donaciones. Un Moreno con más chispa que en otras ocasiones siguió con su habitual cuenta atrás y no dejó de repetir que «sólo quedan cinco días para el cambio en Andalucía».

En materia de empleo, también se mostró ambicioso y se rebeló contra la actual situación desastrosa, adelantando que será capaz de crear unos 500.000 empleos en los próximos años si sale elegido como presidente de la Junta. «Cuento con el equipo y cuento con las ideas adecuadas para crear 500.000 puestos de empleo», aseguró. En un discurso trufado de continuas alusiones a la provincia, prometió una estrecha colaboración con los alcaldes populares e insistió en la construcción del tercer hospital para la capital. En la misma línea que Rajoy, pidió a los asistentes ayuda para «movilizar a los que están todavía indecisos». Es lo que le queda ya. Luchar contra las encuestas.