Especial 28F

Evolución: la Andalucía del siglo XXI

La comunidad es foco de atracción turística y de nuevos nichos de mercado como el tecnológico

La sequía, el acceso a la vivienda y la sanidad, entre los grandes retos de futuro

Andalucía avanza también como industria aeroespacial.

Andalucía avanza también como industria aeroespacial. / L. O.

Virginia Guzmán

Virginia Guzmán

La Andalucía que ya ha vivido casi su primer cuarto del siglo XXI ofrece una foto fija que nada tiene que ver con la de la primera década de los 2000, lejos de la comunidad que comenzó a caminar con autonomía cuando la dictadura llegó a su fin. La región ha avanzado, a veces a marchas forzadas, otras con rapidez, hasta ser una Andalucía que mira al futuro con grandes retos y un crecimiento de momento imparable pero también con importantes desafíos, siendo la lucha sequía el más urgente de ellos y la gran amenaza a futuro cercano.

A comienzos de la década de los 80, hace más de cuarenta años, la comunidad tenía 6,4 millones de habitantes. En 2024 ya tiene 2,2 millones más y supera los ocho millones de residentes. Andalucía ha pasado de ser una tierra de emigrantes a ser foco de atracción de nuevos habitantes, atraídos por las oportunidades de empleo y en el caso de los extranjeros jubilados, por el clima y la calidad de vida. Aunque en este aspecto, como en otros, se da una doble velocidad, provincias como Málaga, Sevilla o Almería ven su población incrementada mientras otras se siguen enfrentando a la despoblación, especialmente en el interior. Y mientras hay muchos que encuentran en Andalucía su lugar de empleo y vida, siguen siendo aún muchos, especialmente los jóvenes, los que salen de la comunidad en busca de las oportunidades que aquí aún no se les dan.

El cambio social y demográfico no sólo ha estado en el aumento poblacional. Andalucía es en este siglo XXI una tierra más envejecida y con una natalidad en cifras mínimas históricas. La edad media es de 41,8 años para los hombres y 44,1 para las mujeres, el número medio de hijos, 1,2, y el porcentaje ha caído a la mitad con respecto a 1980, suponiendo ahora solo el 15% de los habitantes andaluces.

Hay una mayor esperanza de vida, un mejor acceso a la educación y la sanidad y más oportunidades laborales, pero las sucesivas crisis económicas que ha afrontado la comunidad en estos casi 25 años del siglo XXI, los sueldos aún por debajo de la media nacional, la dependencia del sector servicios, con más temporalidad, y el cada vez más complicado acceso a la vivienda han retraído la tasa de emancipación de los jóvenes andaluces y con ello aumentado las dificultades para tener familia y mantenerla.

Pasajeros en el aeropuerto de Málaga.

Pasajeros en el aeropuerto de Málaga. / Gregorio Marrero

Mientras que el litoral andaluz se ha convertido en muchos de sus tramos en una conurbación en la que viven miles de personas, los pueblos del interior luchan por no perder residentes, con una población cada vez mayor y con menos acceso a los servicios básicos y con importantes carencias aún tanto en transporte público como en carreteras. Aunque Andalucía ha avanzado en la vertebración de la comunidad, la realidad es que en ámbitos como las comunicaciones y las oportunidades laborales aún existe una comunidad que funciona a dos velocidades.

La tasa de paro al cierre del año 2023 era del 18,2%, com mayor incidencia en las mujeres y especialmente en la franja de edad de 16 a 29 años, con un 30%. Y el salario medio anual, en cifras de 2022, se sitúa en 18.503 euros, 8.000 euros más que a inicios del siglo XXI, según los tados del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA).

En este casi medio siglo, la comunidad ha tratado de diversificar su economía y ha perdido peso el sector agrario, mientras ha aumentado la dependencia del sector servicios, que tiene un peso del 76% en el Producto Interior Bruto (PIB) de Andalucía, frente a una agricultura que supone un 5,6%. El turismo se ha convertido en el pilar fundamental del buen devenir de la economía andaluza, especialmente en territorios como la Costa del Sol, cuya capital, Málaga, ha vivido un estratosférico crecimiento en esta última década hasta convertirse en uno de los destinos más demandados del país.

Y, aunque la pandemia hizo estragos en el sector, la realidad es que Andalucía cerró 2023 con un nuevo récord en la llegada de turistas, acercándose a los 34 millones de visitantes y con la previsión de llegar en este 2024 a los 35 millones. El sol y playa sigue siendo el segmento dominante, pero en estas últimas décadas el destino se ha abierto a nuevos segmentos y ha abierto nuevos nichos en ámbitos como el cultural, donde ya destacaban provincias como Sevilla, Córdoba o Granada, el gastronómico o el de interior y naturaleza.

Ese incremento del sector turístico ha ido de la mano del incremento de la actividad de los aeropuertos andaluces, que sumaron los 33 millones de pasajeros en 2023. El de Málaga, el mayor de la comunidad, batió su marca histórica, alcanzando los 22 millones de viajeros. También tuvo récord el pasado ejercicio el de Sevilla y el objetivo del Gobierno andaluz es abrir nuevas rutas que lleguen a toda la red aeroportuaria de la región y nuevas conexiones internacionales, como la que ya une a Málaga con Nueva York.

Otro factor que ha contribuido igualmente a ese crecimiento turístico experimentado por la comunidad en estas últimas décadas fue la llegada del AVE a Andalucía, que ha ido ampliando su red desde la primera línea con Sevilla y que ahora ha unido la alta velocidad de bajo coste a su oferta.

Nuevos nichos

Pero aunque la dependencia del sector servicios sigue siendo fuerte, Andalucía ha tratado en estos úlitmos años de abrir nuevos nichos de generación de riqueza económica y los ha encontrado en la manufacturación de productos agrícolas, con gigantes como Dcoop, en el aceite y derivados, o Trops, en los tropicales, un producto que forma parte de la economía de la Costa del Sol y la granadina, como el de los invernaderos lo es en Almería. En el caso de Sevilla, se ha convertido en foco de la industria aeroespacial y Córdoba será la sede de la futura base logística del Ejército, que podría estar lista para 2027, mientras que la industria naval es clave para Cádiz.

Los parques tecnológicos de la comunidad también han atraído a talento estas últimas décadas. Málaga se ha convertido en sede de Google y recientemente se ha anunciado que será la sede de IMEC, centro de referencia de I+D de semiconductores. La pandemia también ha provocado que la comunidad sea destino de nómadas digitales, atraídos por las oportunidades para teletrabajar.

Pero todo ello ha tenido un efecto rebote en ámbitos como el de la vivienda, que se ha convertido en uno de los grandes problemas de presente y de futuro. Los precios se han disparado por la alta demanda y por el auge de los pisos turísticos y la oferta de vivienda pública aún es escasa, por lo que el acceso a una vivienda para buena parte de la población andaluza es casi misión imposible.

Entre las debilidades a las que se enfrenta Andalucía se sitúa también la situación de la sanidad pública, que aún arrastra los efectos de la pandemia y con largas listas de espera, que ahora el Gobierno andaluz quiere reducir con un plan de choque que se pondrá en marcha a partir de abril.

Y la amenaza más inmediata es la sequía, que mantiene a Andalucía en estado de alerta con planes incluso de traer barcos de agua para hacer frente a la previsible falta de suministro que puede llegar en meses venideros, coincidiendo con la temporada alta turística además. Y no es solo una cuestión de futuro cercano, sino a largo plazo, ya que Andalucía tendrá que conjugar su crecimiento con la sostenibilidad para no dar pasos atrás.