Ópera

Neorrealismo italiano para amplificar los desastres de la guerra en «Rigoletto»

El Teatro Cervantes abrió al público las puertas del ensayo general de la ópera verdiana, en una versión que ha trasladado su acción a las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

La coincidencia ha querido que el montaje del inmortal Rigoletto, de Giuseppe Verdi, elaborado al alimón por el Teatro Cervantes y el Teatro Villamarta de Jerez traslade su acción y telón a la Italia de los últimos días de la II Guerra Mundial y se estrene durante otro conflicto bélico, el de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Seguro que la tragedia que estos días asola Europa amplifica el ya de por sí potente impacto emocional de la obra verdiana.

Como ya es saludable costumbre por parte del templo de Ramos Marín, ante el no hay billetes de las dos funciones programadas, anoche se abrió el ensayo general al público previa invitación gratuita; cita en la que se pudo comprobar cómo Francisco González, director de escena, ha elegido la estética cruda del neorrealismo cinematográfico italiano (las películas y novelas que mostraron los restos de la Italia fascista tras la Segunda Guerra Mundial), para equiparar el tono oscuro, nada complaciente con que Verdi se atrevió a alejarse del bel canto puro y duro para introducir elementos dramáticos sobre la escena. Ah, no se fíen de las fotos: la versión del Cervantes compagina dos tiempos, dos épocas para jugar con la trama.

Juan Jesús Rodríguez, Sabina Puértolas y Alexey Tatarintsev protagonizan el rompedor drama lírico sobre la pasión, el deseo y el engaño que es Verdi en estado puro. Como también Il Trovatore, otra pieza de la llamada Trilogía de la Intimidad del compositor italiano, y que, liderada por el barítono malagueño, cerrará la trigésimo tercera Temporada Lírica del Cervantes el 27 y el 29 de mayo.

Suscríbete para seguir leyendo