Exposición

Goya y Picasso: mano a mano de genios

Para el maestro aragonés, aficionado, la tauromaquia era un espectáculo cruel y a veces supeditado a la enajenación popular; el genio malagueño contemplaba la lidia como la gran metáfora de la existencia humana. El Centro Cultural de la Fundación Unicaja muestra las visiones de la fiesta de ambos artistas a través de setenta grabados

'Goya/Picasso. Tauromaquias', con fondos de la Real Academia de San Fernando y la Casa Natal de Picasso, exhibe más de treinta planchas de bronce originales creadas por el maestro de Fuendetodos

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Pablo Picasso, en uno de sus ejercicios de escritura automática con los que desahogaba sus ambiciones literarias, escribió en 1951: «Y veo la butaca y el tejido de punto blanco que pongo por la noche y el tejido de punto azul comprado en la casa Old England en París y en la pared el grabado de Goya: lluvia de toros». Evocaba el aguafuerte de Francisco de Goya 'Disparate de toritos [o Disparate de tontos]', manifestando, por escrito, cómo el maestro aragonés habitaba de alguna manera en el inconsciente del malagueño (de hecho, cuentan que en su primera visita al Museo del Prado, el pequeño Pablo copió, en su Carnet Madrid, dibujos taurinos de Goya). Ahora, el Centro Cultural de la Fundación Unicaja, como parte de la conmemoración de los 50 años del fallecimiento de Picasso, presta sus paredes para que ambos genios confronten sus visiones de un asunto integrado en los catálogos de obsesiones e inspiraciones de los dos, la tauromaquia, a través de setenta grabados. Cita inexcusable con los tesoros de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que custodia los fondos de Goya, y la Fundación Picasso-Casa Natal, el hogar de los picassianos.

Goya y Picasso. Picasso y Goya. Los dos, artistas españoles, aficionados a los toros, que vivieron entre su país y Francia, fuertemente vinculados a la Academia de San Fernando (el de Fuendetodos impartió allí su magisterio; muchos años después, Picasso se matriculó pero sólo dos meses), dos hombres que sufrieron episodios bélicos que trastocaron sus visiones artísticas y que expresaron su mirada a la fiesta sobre el albero ya desde la madurez vital y expresiva. Y ahí terminan las concomitancias entre los dos. «No hay diálogo posible entre estas tauromaquias, son dos formas distintas de una representación canónica por cuestiones estilísticas y de lenguaje», apuntó Javier Blas, subdelegado de Calcografía Nacional para quien la gran distancia está en la «intencionalidad»: «Goya, aunque aficionado, aborda los toros lo hace desde una posición crítica claramente, por el contexto histórico, y Picasso se aproxima desde una visión claramente apologética y festiva».

Exposicón 'Goya / Picasso. Tauromaquias', en el Centro Cultural de la Fundación Unicaja de Málaga

'Goya / Picasso. Tauromaquias' pasó por Madrid hace meses antes de llegar a Málaga. / Álex Zea

Por eso, en los grabados de Goya no se nos ocultan los excesos que se cometían en la época (como el lanzamiento de perros a los bureles), ni la enajenación popular (en muchas piezas se retrata al público en extrañas catarsis) o la simple brutalidad de la muerte (como, por ejemplo, en sus grabados sobre la muerte del torero Pepe Hillo). A Picasso, en cambio, le atraía el toro como símbolo, siguiendo a Andrés Amorós, «por el amor y por el destino trágico; lo mismo que expresa Miguel Hernández, en El rayo que no cesa: Como el toro he nacido para el luto / y el dolor…». Para el malagueño, la lidia es el duelo entre el hombre y la bestia como metáfora de la existencia y una manera de regresar a las raíces, a ese mundo grecolatino que tanto le conmovía.

'Goya/Picasso. Tauromaquias' (en cartel hasta el 10 de diciembre) comprende ambas miradas en un maravilloso recorrido organizado en estancias a modo de pequeños gabinetes, con unas hábiles soluciones de iluminación (la exhibición de grabados es más complicada de lo que parece) y una disposición museográfica sencilla pero reveladora.

De Goya se pueden ver las 33 estampas de la primera edición de la 'Tauromaquia' (1816), la única realizada por Goya en vida, y siete estampas originales procedentes de planchas grabadas por las dos caras, cuyos reversos fueron descartados por el aragonés. La muestra despide al visitante con cuatro piezas formidables de la serie 'Toros de Burdeos', dibujados con lápiz litográfico por Goya entre 1824 y 1825 en la ciudad francesa. Picasso, por su parte, está presente con la colección completa de veintiséis estampas, junto a su cubierta, que realizó por encargo de Gustavo Gili Roig para una edición del tratado escrito por el diestro José Delgado, alias Pepe Hillo, e impreso originalmente en Cádiz en 1796. 

Grabados de Goya de la exposición

Grabados de Goya de la exposición. / Álex Zea

Difícilmente repetible

La muestra del Centro Cultural de la Fundación Unicaja es, además de lo intrínsecamente artístico, un acontecimiento difícilmente repetible. Los fondos que ha compartido la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando incluyen una treintena de planchas de Goya, «que son obras cumbre del grabado universal de todos los tiempos», en palabras de Blas, y que no habían salido de la sede de la institución madrileña hasta ahora. ¿Por qué? Son «extraordiariamente frágiles, se oxidan cuando se modifican las condiciones de humedad relativa, y deben ser conservadas a un 10 por ciento de humedad, algo difícil en una sala de exposiciones, porque dificultaría la respiración de los visitantes». ¿Qué se ha hecho entonces en el Palacio Episcopal? Las piezas han sido enmarcadas con un sistema hermético que las aísla del exterior, mantiene ese 10 por ciento de humedad en el interior e informa continuamente de forma remota de las condiciones de las piezas. Tecnología punta al servicio de tesoros artísticos singularísimos y ahora al alcance de todos.

Exposicón 'Goya / Picasso. Tauromaquias', en el Centro Cultural de la Fundación Unicaja de Málaga

'Goya / Picasso. Tauromaquias', podrá visitarse hasta diciembre. / Álex Zea

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