Entrevista | María Iglesias Periodista y escritora

«El pulso que África va a echarnos es como el 'se acabó' de las mujeres»

La sevillana presenta este martes en la Librería Luces Horizonte, el relato de un joven camerunés que emigra a España y que se ve inmerso en el proyecto de un puente entre África y Europa; ese sueño sobre las aguas del Estrecho de Gibraltar le sirve de metáfora a la sevillana para abordar las desiguales relaciones entre ambos continentes

«El problema de África no es que sea pobre, al revés, es riquísima, tan rica, que históricamente el mundo occidental blanco la ha querido esquilmar», dice

La periodista y escritora María Iglesias.

La periodista y escritora María Iglesias. / Antonio Sempere

Lydia Sánchez Gutiérrez

¿Qué ha querido plantear en Horizonte?

Que hay otros caminos, que hay otras vías posibles, que podemos llegar a otra relación de justicia, de colaboración con este continente que es el que tenemos más cerca y que es un continente riquísimo. El problema de África no es que sea pobre, al revés, es riquísima, tan rica, que históricamente el mundo occidental blanco la ha querido esquilmar y la sigue esquilmando.

¿Existen hechos verídicos o proyectos similares al puente mencionado en la historia?

Existe un proyecto real de construir lo que ellos llaman un enlace fijo en el estrecho de Gibraltar. Claro, el proyecto no es secreto, hay dos entidades, la española, SECEGSA y la marroquí, SNED. La manera más útil para camuflarlo ha sido ponerle estos nombres extraños, no sabes si estás hablando de cableado, de tubería o a qué se refieren, pero en realidad a lo que se están refiriendo es a esa idea del puente. Más recientemente, se trabaja sobre todo en un túnel que une los dos continentes, a través del estrecho de Gibraltar. Esa parte es una parte muy gustosa para mí de escribir en el libro, la dificultad técnica, porque yo recreo cómo fue el origen geológico del estrecho. No lo desvelo para sembrar intriga y la quieran leer, pero es increíble cómo se formó. Es más difícil hacerlo ahí que hacerlo en el Canal de La Mancha, pero eso no significa que sea imposible.

¿Qué papel juega el protagonista camerunés en la historia? ¿Su experiencia refleja las realidades de aquellos que emigran por un futuro mejor?

La inspiración nace de Sani Ladan, un camerunés de la ciudad de Douala y del mismo modo, el personaje principal también lo es. El arranque de la novela, cuando se le ve atravesando el desierto del Sahara al personaje protagonista, está muy basado en su experiencia aunque eso es en una pequeña parte del libro, porque lo que yo hago es proyectar a ese muchacho hacia lo que sería su futuro. Me lo imagino haciendo una carrera diplomática, descubriendo ese proyecto real que existe en España del puente y, a partir de ahí, teniendo la idea de reimpulsarlo. Él y un grupo de amigos y de colaboradores, que va haciendo con una joven migrante marfileña de Costa de Marfil, inician una nueva idea de ese puente, que aquí lleva tantos años, pero parece que está como aletargado, dicen «no, esto lo vamos a impulsar nosotros» y empiezan a ponerse en contacto con organizaciones, con universidades, con intelectuales, con políticos de África, etc. Ponen en marcha ese proceso negociador con Europa hasta la reunión máxima que te digo, que se inventa en la novela y que tiene lugar en Andalucía, dónde está esa intriga de si ocurrirá o no ocurrirá, que nos lleva a pensar si podría ocurrir o no en la realidad.

¿Por qué le parece interesante pensar en si ocurrirá o no?

Porque desde hace unos años estamos viviendo como la ultraderecha en toda Europa y en el mundo está utilizando el discurso anti-inmigrante, el miedo a los inmigrantes, culpándolos de la precariedad social cuando en realidad, unos y otros somos víctimas de un ultracapitalismo que para que unos poquitos tengan muchísimo cada vez deja a la gente con menos posibilidades, a la mayoría social. También a muchos nos da pena, sentimos dolor por la tragedia migratoria pero no se nos presentan soluciones, nos hacen sentir impotentes, se nos dice que no podemos hacer nada al respecto. Así que entre el miedo y esa impotencia, como en los años 40 del siglo XX, la ultraderecha emplea ese discurso antisemita para llegar al poder y luego quitar los derechos a la mayoría social, a las mujeres, a los gays, a cualquiera que discrepe.

¿Qué feedback le está llegando?

Está siendo muy bien acogida. Los lectores y las lectoras además de los compañeros periodistas que ya lo han leído me trasladan que leer la novela es una experiencia que te lleva a pensar en lo constructivo, en lo que sí podemos hacer, en cómo sí podríamos avanzar a un horizonte cercano. He evitado todo el lenguaje de la confrontación en plan la lucha o el enfrentamiento, es la construcción de un puente, es construir entre nosotros. Es elaborar juntos un proyecto de algo distinto y mejor para los dos, por supuesto para el continente africano y las personas africanas. Hay que construir una relación de justicia y de igualdad entre nosotros y mientras no lo hagamos, va a seguir habiendo sufrimiento y muerte y en esta orilla la ultraderecha eso lo va a utilizar para crecer, para llegar a los gobiernos y quitarnos derechos a todos, no solo a los migrantes.

Presenta el libro una jornada antes que el Día Mundial Contra el Racismo.

Hemos elegido la fecha para esa coincidencia, sí. Obviamente Horizonte se basa en la denuncia del racismo más evidente pero también de ése que comentaba con anterioridad, del invisible, estructural, de apiadarse, sentir pena, dolor pero sin que se presente una solución que podamos llevar a cabo. Pero no podemos resignarnos: ¿qué nos parecería si fuera al revés? El pulso que África está decidida a echarnos es el mismo pulso que las mujeres estamos decididas a echarle al machismo, es decir, «se acabó, ya sabemos cómo funciona esto, llevamos demasiados siglos y milenios aguantándolo y esta injusticia estructural no se va a soportar más». Estoy convencida de que cuando conozcan al protagonista de la novela van a querer acompañarlo.

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