Andrés Palop protagoniza uno de los casos más extraños de la historia de la selección española. A ver cómo se digiere lo de que un señor, extraordinario portero por otra parte, sea campeón de Europa no ya sin jugar, sino sin haber vestido nunca la camiseta roja. Pues así es. El guardameta valenciano aparece en todas las fotos oficiales, recibió la medalla de oro, cobró la prima, paseó el trofeo, se puso la camiseta de Arkonada... y no fue llamado al acto conmemorativo del centenario de la Federación Española, donde se llamó a todos los internacionales. No estaba invitado porque nunca jugó.

Es la versión extrema de algo que sucede en prácticamente todas las grandes citas futbolísticas: siempre hay algún jugador que se queda inédito. En el caso de Palop ni siquiera tuvo el regusto de disputar un amistoso previo. En la gloriosa cita de 2008 fue el único de los convocados que no jugó. Hasta lo hicieron Sergio García y Fernando Navarro. Los porteros siempre son los grandes candidatos a regresar sin minutos en su haber, pero ahí hasta Reina tuvo su oportunidad aprovechando el partido de la basura contra Grecia.

Un total de 30 jugadores, dos de ellos por partida doble forman esa particular lista gris. Paco Buyo, inédito en 1984 y 1988 ante el muro de Arkonada y Zubizarreta. Tuvo muy poca presencia el gallego en la selección y no se ganó mucho más. En el célebre y siempre sospechoso 12-1 contra Malta, ése que dio el pase a la cita de Francia, le pilló a contrapié un disparo lejanísimo de Degiorgio que suponía la angustia del 1-1. Era su debut y sólo jugaría seis partidos más.

La longevidad de Santiago Cañizares también le hizo regresar seco de dos citas, las de 1996 y 2004. En medio sí que disputó tres partidos en el europeo de 2000. Triste sino el de los porteros. Ni siquiera le sirvió de mucho a , otro valenciano, José Casas «Pepín», ser el héroe de Belfast, el que garantizó con sus paradas en aquel infierno el pase a la primera Eurocopa, la de Villalonga, Franco, blanco y negro. Ahí, para levantar la copa, era el turno de Iríbar.

No menos curioso es el caso de la Eurocopa de Italia 90, la de los campos vacíos. Los tres porteros llegaron a estar años antes en el mismo equipo, la Real Sociedad. Artola y Urruti emigraron a Barcelona y no pararon más que en los entrenamientos.

Otro realista, Diego Álvarez, tuvo su gafe particular. Eclipsado en la medular de Atocha por Alonso y Zamora, también estuvo reñido con la Roja y con la Eurocopa, a la que sólo viajó.

Otros ausentes de fuste lo fueron en la cita victoriosa de 1964: Gento, Del Sol, Adelardo... y Villa, el de los sesenta, pero para magníficos ya estaban en el equipo Marcelino y Lapetra. Era muy joven Butragueño para echar mano de él en la final de Francia 84, cuando hacía falta romper el partido a la desesperada tras el gol de Platini. No es el único mítico inédito: Xavi, todo un Xavi, no pudo aportar a la desgraciada actuación de Portugal pese a tener ya 24 años. Quizá por eso no se pasó de la primera ronda.