Festival
La verdad del ser humano desde un campo de melocotones
Crítica de 'Alcarràs', de Carla Simón, en la Sección Oficial (fuera de concurso)
Eduardo Parra
Dirección: Carla Simón
Guión: Carla Simón, Arnau Vilaró
Intérpretes: Jordi Pujol Dolcet, Anna Otín, Xenia Roset, Albert Bosch, Ainet Jounou, Josep Abad, Montse Oró, Carles Cabós, Berta Pipó
En 'El placer de la mirada', François Truffaut, como la mayoría de los cineastas de la Nouvelle Vague, vio en el cine una prolongación de su vida. El cineasta señalaba que había que trasladar el problema de «cómo hacer cine» a «para qué hacer cine» (Truffaut, 1987). Estos cinéfilos reivindicaban el cine como lenguaje y un mayor acercamiento a la realidad a través de las formas expresivas. Las miradas creativas más interesantes de nuestro panorama actual son aquellas que utilizan el cine como instrumento de conocimiento del mundo. Dentro de este grupo de grandes directores y directoras se encuentra, sin duda, Carla Simón.
Como cada verano, en Alcarràs, una pequeña localidad rural de Cataluña, la familia cultiva una gran extensión de melocotoneros. La misma familia, la misma tierra, durante 80 años. El abuelo ha dejado de hablar, pero nadie de la extensa familia Solé sabe porqué. Este núcleo de personas se reúne para realizar juntos su última cosecha.
Poco a poco seremos testigos de la descomposición del grupo humano, donde, uno a uno, en un entorno bello y natural, acabarán siendo prisioneros de sus propias emociones.
Alcarràs es superlativa, una historia diseñada para tocar todas las versiones posibles del ser humano en sus diferentes vertientes más naturales de enfrentamiento al dolor; tanto el compartido como el propio, el justo y el injusto, el otorgado y el concebido por voluntad propia. El arraigo y la incapacidad de concebir un mundo donde todo eso que somos y hemos hecho no tenga presencia son la matriz del filme de Carla Simón. En el marco de un campo de melocotones en Lleida, la cineasta ofrece al espectador una mirada veraz y tierna sobre la fragilidad de la familia y, una vez más, la infancia removida por acontecimientos incompatibles con la resistencia. Un canto cinematográfico a la resignación y el poder imperecedero de los núcleos familiares.
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