Hawthorne relata en su diario sus días en el paraíso

Lejos de la oscura complejidad psicológica de sus grandes obras posteriores, como ‘La letra escarlata’ o ‘Wakefield’, Nathaniel Hawthorne, uno de los padres de la literatura estadounidense, inició su aventura literaria con un primoroso y exquisito diario, escrito junto con su esposa Sophia. Son los ‘Diarios en la vieja rectoria’ que ambos escribieron durante los primeros 16 meses de su matrimonio, en Concord, y que ahora reedita con acierto Ediciones Siruela.

El propio Hawthorne describe como nada más tomar posesión de la casa comenzaron a escribir conjuntamente el diario, en una libreta que él llevaba.

La rectoría se encontraba en un hermoso y apartado lugar, rodeado de naturaleza salvaje que Hawrthone llamaba el Paraíso, junto a un río «con la corriente mas remolona que jamás he topado».

Con una hermosa prosa, reflejo fiel de la belleza del entorno, cuidada y exquisita, Hawthorne y su esposa describen sus días en aquel paraíso donde el escritor encuentra una relación primigenia entre la naturaleza y el hombre. Su inquietud principal es pescar y atender su huerto de vegetales, «observar como les afecta el sol o la lluvia, lamentarme por los nublos de un calabacín y regocijarme con el crecimiento de otros» Nos dibuja sus manzanas tempranas «que llegan con una dorada promesa antes de los tesoros de la fruta otoñal», o su melocotonero con sus frutos «redondas bellezas de mejillas escarlatas».

La rectoría tiene vecinos ilustres, como los escritores Ralph Emerson y Henry Thoreau, «tan feo como el pecado». Los diarios reflejan las muchas visitas de estos personajes a la rectoría y otras como las de Ellery Channing o Margaret Fuller.

Hawrthone describe a estos vecinos y amigos que eran poetas solitarios, paseantes de los ríos y de los bosques, conversadores incansables y ensimismados contempladores y admiradores de la naturaleza, y todos ellos con un profundo y auténtico amor por la literatura.