El crudo retrato de Zola de una Francia rota

Émile Zola publicó ‘La fortuna de los Rougon’ en 1871, tenía 31 años y comenzaba ya a ser un escritor reputado en París, aunque aún estaba lejos su famoso J’accuse, (Yo acuso), la carta abierta en defensa del capitán Alfred Dreyfus.

Al igual que Balzac retrató a la Francia de la restauración borbónica con su serie La comedia humana, Zola quiso dibujar esa otra sociedad francesa surgida con la llegada del Segundo Imperio. ‘La fortuna de los Rougon’ es de este modo la primera novela de una larga serie de veinte volúmenes del ciclo de los Rougon-Macquart.

Es con ‘La fortuna de los Rougon’ que empieza a mostrarse el genio literario de Zola, un genio que arraigó con fuerza y permitió que la influencia de sus ideas y de su estilo narrativo marcaran el de la literatura europea durante el último tercio del siglo XIX.

Zola dibuja la nueva sociedad francesa en el escenario de una ciudad de provincias y con dos grandes familias enfrentadas y una tercera que sufre las consecuencias. Así están los Rougon donde predomina el afán de lucro y la obsesión por el poder y que juega de manera oportunista la carta de apegarse a los vencedores; los Macquart, rama ilegítima pero también frágil al estar insuflados de un republicanismo valiente pero ingenuo. Ambas familias, sus enfrentamientos políticos y económicos, marcan el devenir de esta primera novela, pero están también los Mourets, que sufren las consecuencias de estas disputas por el control del poder.

Aunque este primer volumen de la serie Rougon-Macquart es una novela de exposición que sitúa a las familias con sus costumbres provincianas así como sus éxitos y fracasos, tiene ya la tensión dramática que marcará el devenir de las familias en las siguientes novelas.

No es sólo el retrato de dos familias sino el de dos ideales sociales distintos y enfrentados. Uno el de los Rougon, que ansían el llegar a lo mas alto de la escala social y que demuestran su oportunismo y su falta de escrúpulos para conseguir ese fin y los Macquart, llenos de fervor republicano y educados en defender el bien social para todos.

La tensión dramática está también en la historia de amor de los jóvenes Silvère y Miette y en el final trágico de ambos.

Se puede leer ‘La fortuna de los Rougon’ sin necesidad de acudir después al resto de novelas que conforman la serie, pues Zola supo dar un carácter definitorio y total a este primer relato y su lectura contiene todos los elementos para ser una historia cerrada y con la grandeza épica que el escritor francés supo insuflar a sus textos. Una historia grandiosa, sin duda.

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