Historia

Memorables diarios de Carlos Morla en el Berlín nazi de 1939

La publicación de Diarios de Berlín 1939-1940, del diplomático chileno Carlos Morla, tiene un incalculable valor como documento histórico que retrata en directo la vida cotidiana de un Berlín en guerra y la insania de Hitler y los jefes del nazismo, además de ser un relato memorable de unos años época trágica

Carlos Morla.

Carlos Morla. / L. O.

Francisco Millet Alcoba

«El Fürher me parece sencillamente grotesco, y su nariz de cartón y su bigotín caricaturesco a lo Chaplin da la impresión que fuera de aquellos que se hacen en Carnaval, sujetos por un elástico detrás de la cabeza, esto es, postizo». El retrato despiadado e implacable se recoge en los diarios de Carlos Morla Lynch, diplomático chileno que, primero en España y luego en Berlín, vivió la Guerra Civil y el inicio de la Segunda Guerra Mundial y retrató ambos sucesos y sus consecuencias en unos magníficos y magistrales diarios, imprescindibles de leer al tratarse de un trabajo impresionante, escritos con buena prosa y cargados con el protagonismo del que vive día a día los avatares bélicos junto personajes como el Fürher, Goebbels, Göring, o Rudolf Hess.

Hablamos de ‘Diarios de Berlín. 1939-1940’ que acaba de publicar la editorial Renacimiento, que ya se ocupó de hacerlo hace unos años con los ‘Diarios españoles’, en dos volúmenes: ‘España sufre’ y ‘En España con Federico García Lorca’, de imprescindible lectura para conocer la vida intelectual española de la República, ya que Morla logró que su casa fuese lugar de encuentro de intelectuales, artistas, escritores. Ahí nació su gran amistad con García Lorca. En ella era continuo el trasiego de Rafael Alberti, de Manuel (‘Manolín’) Altolaguirre, Luis Cernuda, Gerardo Diego, Aleixandre, Guillén y también otros no marcadamente republicanos como Azorín, Rafael Sánchez Maza y muchísimos más. Además, gracias a su labor diplomática, se convertiría en un abnegado y discreto héroe capaz de salvar la vida a unos dos mil españoles de los dos bandos.

Volviendo al libro que nos ocupa, ‘Diarios de Berlín. 1939-1940’ supone un acontecimiento pues han permanecido hasta ahora inéditos y es por primera vez que se publican de la mano de la editorial Renacimiento con una edición imponente a cargo de Inmaculada Lergo Martín y José Miguel González Soriano y presentación de Andrés Trapiello.

Carlos Morla no era un diplomático más, sino que tenía una personalidad singular, pacífico, amante de tolerancia, alegre y vitalista que tuvo la obligación de enfrentarse a dos graves conflictos: la guerra de España y la Segunda Guerra Mundial. Educado de forma exquisita, por privilegio familiar, Morla era y tenía alma de artista, siendo la música una de sus grandes pasiones, y la literatura uno de sus pasatiempos favoritos, además de buenas cualidades para las artes plásticas.

Estos diarios de Berlín son un enorme documento histórico, dado que Morla tenía acceso a las primeras autoridades alemanas a las que se toma la molestia de retratar no sólo como políticos, también como seres humanos, ya lo hemos visto con su retrato de Hitler. Suponen la mirada más fascinante al proceso de auge y despliegue bélico del nazismo durante la primera mitad del siglo XX, con la ventaja de que el narrador es una persona bastante ecuánime.

Andres Trapiello lo describe como «discreto, observador, perseverante,» y también curioso lo que le permitía hacerse siempre una idea muy aproximada de lo que ocurría en su entorno.

Tras dejar Madrid, Morla es enviado a Berlín, al corazón de Europa, por el gobierno del Frente Popular chileno, donde llega a mediados de mayo de 1939. Llega en un momento crucial de la historia de Berlín y de la humanidad. A partir de ahí todo estallará. Morla se convierte en un espectador privilegiado. Está en la capital del conflicto y en un puesto que le permitirá tener acceso y conocer todos los hombres del nazismo. Cuando se inicia la guerra, él mismo lo constata en una anotación en su diario del 1 de septiembre donde cuenta que ha sido llamado de urgencia: «Danzing ha sido anexada al Reich hoy, a las 5,45 de la mañana». Y añade de manera sagazmente premonitoria. «Pienso en que la sesión que me cabe presenciar y este primero de septiembre serán eternamente inolvidables».

Leyendo su diario asistiremos de manera privilegiada, como si fuésemos protagonistas de lo que se cuenta a la narración de los sucesos históricos y extraordinarios de aquel primer año de guerra, y también, tratándose de un diario y de un hombre mundano y tremendamente observador, a aquellos otros más cotidianos. Morla describe la vida de Berlín, que entonces aun era una capital alegre y cosmopolita. Con una agitada vida cultural y social. Constata así como Berlín sigue su ritmo de ciudad apacible y benévola sin denotar el horror de lo que sucedía más allá, «todo aparece tan apacible, tan sano, tan sencillo, que no se diría que hay guerra y que acaba de caer en manos del enemigo la capital de Francia».

Los hay incluso más banales, pero francamente humanos, como este: «María, la doncella, está embelesada con la conquista que ha hecho de un guapísimo mayordomo italiano, que le ha declarado su amor, ha llegado a golpear en su puerta varias veces en la noche. Ella muy digna y muy seria, dentro de su encantamiento. Pero ha aparecido hoy con las uñas pintadas».

Con más hondura reflexiva, anota una y otra vez la persecución de que son objeto los judíos. «El odio actual implacable contra estos infelices es lamentable Esa pobre gente perseguida me infunde lástima» Él tiene amigos o conocidos judíos a los que no puede llevar a restaurantes o clubes pues en todos aparece el «repugnante» aviso de ‘no se admiten judíos’.

Carlos Morla Lynch

  • Diarios de Berlín 1939-40
  • Editorial: Renacimiento
  • Edición: Inmaculada Lergo/ José Miguel González Soriano
  • Precio: 47,40€

El trabajo de Carlos Morla es además admirable por su perseverancia. Realmente es un diario como tal; ni un solo día Morla deja de escribir en él. Así que nos lo imaginamos después de un día de intensa actividad diplomática sentado en su rincón preferido, su «despacho amarillo» anotando sus reflexiones del día.

Reflexiones que también le llevan con mucha frecuencia a los días en España y al trabajo de depurar sus escritos españoles. El martes 18 de julio de 1940 recuerda en su diario que «hace tres años de la sublevación militar que significó la gran tragedia de España: han triunfado los sublevados, lo que no impide que yo considere esta guerra como una catástrofe».

Morla era ante todo un tipo al que le guiada su amor por sus semejantes, sin distinción. Estos diarios de Berlín dan plena fe de ello. Su lectura nos conmoverá y nos engrandecerá como personas.

Suscríbete para seguir leyendo