Biografía

Shostakóvich: el genio musical que se enfrentó a Stalin

El escritor y músico Xavier Güell se mete en la piel, los pensamientos y el alma de uno de los más grandes compositores del siglo XX, trazando la biografía novelada de quien mantuvo un pulso con el dictador soviético, exponiéndose a su terror pese a que este lo calificara como el Beethoven rojo

Shostakóvich

Shostakóvich / La Opinión

Jose María de Loma

Jose María de Loma

«El genio no es otra cosa que la energía vinculada al trastorno psíquico (...) mi mente concebía una música cuya audacia se ajustaba mal a la salud y al equilibrio. Pero escribía, reunía materiales, reflexionaba y me sentía seguro de mí mismo». Lo dice Dmitri Shostakóvich, se lo hace decir Xavier Güell, en la página 53, cuando aún es joven y no ha estallado, no del todo, su talento ni su biografía. Y qué biografía.

El compositor, nacido en San Petersburgo en 1906 y muerto en Moscú en 1975, fue pianista, director de orquesta y uno de los músicos más conocidos del siglo XX. Compuso obras inolvidables y ahora Xavier Güell, también músico además de novelista, se transmuta en Shostakóvich, se pone en su piel, en su mente y en sus sentimientos. En su lucha.

Y lo hace protagonizar esta historia bien escrita y muy documentada a la que sin embargo lastra algo, para los profanos, las abundantes descripciones sobre música clásica. Y todo, con el morbo de fondo, ya desde el título, de ese famoso episodio que condicionaría su vida: a principios de 1936 Stalin visitó el teatro en el que se interpretaba ‘Lady Macbeth del distrito Mtsenk’. Pero de pronto se levantó y con su séquito se marchó aspaventosamente. El 28 de enero el diario Pravda publicó una pieza titulada ‘Caos en vez de música’, tildando la ópera en cuestión de «flujo de sonidos confusos donde se grazna, hay gritos y jadeos. «Tiré el periódico pero luego lo recogí y acabé de leer el artículo. Me temblaban las piernas. Rompí a llorar (...) pensé que todo a mi alrededor estaba muerto».

A partir de ahí, el miedo fue compañero de Shostakóvich. Llegó a ser miembro del soviet supremo, gerifalte de la URSS y del PCUS, llenó auditorios en Londres y Nueva York y compuso la que se consideró banda sonora de la heroicidad de los rusos frente a los nazis en el cerco de Leningrado: La séptima; pero también fue en varias épocas tomado como disidente, como poco afecto o leal. El músico vivió con pavor en muchas épocas de su vida, sobre todo tras aquella visita al teatro de Stalin. Cada llamada a la puerta, cada ruido de motor parando de madrugada delante de su edificio lo haría temblar. Durante mucho tiempo «estaba convencido de que iban a detenerme. Pasaba las noches en el sofá fumando o dando vueltas por la casa sin querer despertar a Nina. Vinieron varias veces a mi edificio, pero se llevaron a otros». Pavor. Máxime teniendo en cuenta que en cuanto Stalin hizo ver su malestar y el Pravda (verdad) lo atacó, muchos intelectuales se le lanzaron a la yugular o dejaron de tratarlo y saludarlo por miedo. Por decadente y reaccionario, de lo que a ratos fue tildado. Sí, pero no. Aunque la novela es más que esos episodios. Mucho más. Enjundiosa y profunda. Particularmente gratos para el lector son los pasajes en los que describe su adolescencia, Petrogrado, el ambiente del Conservatorio dirigido por Aleksandr Glazunov, quien supervisó su progreso de cerca y lo apoyó, hombre cabal, enérgico pero bonachón, alcohólico, algo obsesivo y fundamental en la educación del protagonista.

No falta, claro, volvemos a Stalin, una conversación que mantuvieron en un festival cultural en el extranjero. Stalin ha dicho públicamente que Shostakóvich es el Beethoven rojo. Y Shostakóvich se atreve: mis obras no se interpretan, interpeló en un aparte el músico al dictador. Pues yo no he dado ninguna orden. No sé quién la habrá dado. Shostakóvich se marcha tras ese diálogo no se sabe si reconfortado o con más miedo aún.

Condicionado por las circunstancias, tiempo después compondría la Quinta Sinfonía, que supuso una suerte de arrepentimiento, de acto de contrición, un intento de estar a bien con el estalinismo. «Es la respuesta creativa de un hombre soviético a una crítica justa», dijo la oficialidad. «Ha aprendido de sus errores», señaló un crítico que antes lo atacaba con dureza.

Y de eso va la novela, (además de su valiosa recreación de la vida en la URSS) del talento, la autocensura, la injerencia del poder, el intento del músico por sobrevivir pero también por encauzar su talento, debatiéndose entre ser un díscolo (viendo como a decenas de colegas se les ha detenido y fusilado) o el músico del régimen. No es Stalin contra Shostakóvich; es al contrario. La lucha contra el ‘padre de la patria’, contra sus propios demonios interiores también. Un libro apasionado.

Shostakóvich contra Stalin

Autor: Xavier Güel

Editorial: Galaxia Gutemberg

Precio: 21,80€