Un parque de atracciones a la espera

El Tivoli planta cara al abandono y al vandalismo

La Policía investiga robos y destrozos en el parque e intensifica la vigilancia - Los trabajadores se afanan en las labores de mantenimiento

Los trabajadores de Tivoli trabajan para mantener el parque

Ana I. Montañez

Ana I. Montañez

Ana I. Montañez

Unos 65.000 metros cuadrados, más de 40 atracciones y casi 50 años de historia. Eso es lo que atesoran los muros del Tivoli World, decorados ahora por carteles reivindicativos que alejan a este símbolo de la Costa del Sol de sus años más dorados: «No al cierre», «Tivoli no se cierra», reclaman.

En el primer año en el que este parque, inaugurado en 1972, pasa toda la temporada con las atracciones paradas a la espera de que se resuelva la maraña judicial, algunos curiosos entran para indagar en un parque en el que parece que se ha parado el tiempo, siendo muchos de ellos sorprendidos por patrullas policiales cuando se disponen a trepar las murallas.

Otros incluso han aprovechado para grabar vídeos de las instalaciones y subirlos a las redes sociales. «Al final esto invita a la gente a hacer el gracioso», opina el gerente del Tivoli, Mariano Hidalgo.

Un trabajador con Yucatán, el bodeguero que vive en el Tivoli y lo mantiene limpio de roedores.

Un trabajador con Yucatán, el bodeguero que vive en el Tivoli y lo mantiene limpio de roedores. / Álex Zea

Sin embargo, las últimas incursiones al parque -posiblemente motivadas por las imágenes difundidas de las instalaciones- no han estado motivadas por la mera curiosidad sino con la pretensión de causar destrozos, vandalizar y perpetrar robos.

«El otro día tuvimos problemas porque entraron y robaron lo que pudieron. Al final son destrozos. Te cortan las mangueras de las máquinas te quitan tuberías, hierros», explica el gerente, que añade que están avisando a los proveedores que tenían neveras, botelleros, grifos y otros equipos instalados en el parque para que los retiren por precaución.

Los ladrones se aprovechan de la gran amplitud del parque y actúan en grupo, de manera que cuando uno vigila, otros aprovechan para entrar.

«Van buscando menudeo, vender chatarra, aluminio… a mí me preocupa más el vandalismo, que rompan una máquina para quitarle el motor, el cobre… Si Dios quiere, cuando volvamos a abrir, [los proveedores] tardan una semana en montarlo».

Esta situación está siendo investigada por la Policía que, además, ha reforzado la seguridad en los alrededores del parque de atracciones.

La plantilla del Tivoli se manifiesta a diario a las puertas del parque.

La plantilla del Tivoli se manifiesta a diario a las puertas del parque. / Álex Zea

Contra el abandono

Desde que Tivoli World cerró sus puertas en septiembre de 2020, los trabajadores decidieron mantener el parque de forma voluntaria durante el invierno, con la esperanza de volver a abrir sus puertas en marzo o abril.

El verano se echó encima sin ninguna novedad acerca de la reapertura pero la plantilla decidió crear un cuadrante y organizar turnos para encargarse de la jardinería, de la instalación eléctrica y el estado de las máquinas.

«No podíamos dejar que esto se convirtiera en lo que se antojaba: un abandono total. Si no esto sería ya una selva», añade Hidalgo. «Se van a encontrar el parque en las mejores condiciones posibles».

El parque de atracciones tiene actualmente una plantilla de 85 trabajadores entre fijos y fijos discontinuos. Desde el 1 de noviembre, los 27 fijos se han incorporado a su puesto de trabajo ya que la administración concursal decidió no renovar el ERTE en el que se encontraban.

Están dados de alta en la Seguridad Social, van todos los días a trabajar pero no perciben salario ni unas directrices claras, ya que el parque está sin actividad.

«Estamos en un limbo bastante complicado. No entendemos por qué nos han sacado del ERTE, no tiene explicación, porque al estar nosotros de alta se sigue generando deuda», opina Vanesa, trabajadora del parque desde hace 24 años, que ha buscado otro empleo que compagina con su trabajo en el parque. «No han pensado para nada en nosotros pero las circunstancias han venido así y aquí estamos, al pie del cañón».

Y es que pese a la gran incertidumbre que planea sobre su puesto de trabajo, todos los empleados siguen peleando contra el abandono de una «empresa única en la Costa del Sol», como la define Bely, una de las trabajadoras más veteranas.

Con esta premisa, todos los días paran durante media hora sus labores para manifestarse a las puertas del parque. Un acto en el que interpelan directamente a Grupo Tremón, propietario legítimo según dictaminó en octubre el Tribunal Supremo en una sentencia en la que, además, condena a la sociedad Cipasa, del empresario cordobés Rafael Gómez «Sandokán», dueño anterior, a entregar las llaves del parque.

«Nos entristece y nos apena estar como estamos ahora sin que nadie te pueda decir algo en concreto. Venimos, trabajamos y mantenemos el parque porque queremos que siga bien, nos manifestamos, hacemos todo lo que nos pidan... pero no podemos hacer nada más».

Ese espíritu de lucha ha movilizado también a trabajadores jubilados del parque, que acompañan a sus compañeros y ayudan en las labores de mantenimiento: «Esto lo sentimos como una familia».

Por otro lado, aseguran sentirse abandonados por la justicia y por el administrador judicial. «Que miren un poco más por Málaga, por Benalmádena, por la Costa del Sol y por todos los trabajadores que estamos aquí.», defiende Pedro, en el Tivoli desde hace 10 años. «El parque tenía que seguir abierto».