Cofradías

Málaga gana 103 millones de euros con la Semana Santa

La cátedra de Estudios Cofrades asegura que este movimiento económico “es un gasto bastante elevado que va de manera directa e indirecta a muchos negocios de Málaga” - La Semana Santa de Málaga mueve 1,4 millones de personas durante siete días entre residentes y visitantes - Algunos de los artesanos y artistas que trabajan en esta industria cuentan su experiencia

Juan Vega con su última creación

Juan Vega con su última creación / Alex Zea

Isabel Cisneros

La Semana Santa permanece presente en la vida de los malagueños desde hace más de 500 años. El impacto económico que causa en la ciudad es bastante relevante durante todo el año.

La Semana Santa llena las calles de Málaga con sus cortejos procesionales y los tronos, que están repletos de cultura. Cada cofradía nutre su hermandad con diferentes estrenos; como palios, mantos para sus imágenes marianas, arbotantes, innovaciones en sus flores... “Las cofradías hacen un gasto anual de 24 millones de euros entre todas y la Agrupación de Cofradías, en un cómputo directo e indirecto”, explica Benjamín del Alcázar, director de la cátedra de Estudios Cofrades de la Universidad de Málaga. Esta cifra puede abrumar por desconocimiento. Pero este gasto abarca muchos tipos de negocios y de profesiones que están relacionadas de manera indirecta con la industria de la Semana Santa.

El impacto económico que generan, únicamente los siete días sin contar la Cuaresma, es bastante elevado para la ciudad. Desde hace doce años, la cátedra de Estudios Cofrades de la Universidad de Málaga, patrocinada por la sección de Lágrimas y Favores de las Reales Cofradías Fusionadas, realizan un estudio que pone esta cuestión en valor y realza la importancia económica que tiene la Semana Santa para la ciudad.

Analizan los visitantes (residentes, turistas y excursionistas) y los gastos que realizan en todo tipo de industria malagueña y el gasto de las cofradías de cara a estos días. Estos informes anuales pretenden definir la cifra monetaria que se genera en Málaga durante la Semana Santa.

Importante impacto económico

“El importe total en el conjunto de los siete días, al analizar todo el gasto directo e indirecto, asciende a 103 millones de euros. Es un impacto bastante importante y es un dinero que va a muchos negocios gracias a la Semana Santa”, añade del Alcázar.

Esto no se resume a los siete días. En Málaga la Semana Santa y todo lo que abarca hace que muchas personas tengan ocupación completa durante todo el año. Floristas, bordadores, imagineros...

Málaga tiene una Semana Santa atractiva gracias a que todo lo que supone se crea en la propia ciudad. Unos negocios se retroalimentan de otros a lo largo de todo el año. Durante los siete días esto se intensifica y llega a otros comercios de manera indirecta.

La subida de empleo temporal gracias a la seguridad que se necesita en el Centro, los medios de transporte públicos, restaurantes, hoteles; es evidente porque la ciudad necesita cubrir las necesidades de todas las personas que están en Málaga esos días. Según el último informe, el dato asciende a 1.400.000 personas entre residentes, turistas y excursionistas.

Benjamín del Alcázar aclara que quieren abarcar en los próximos informes el impacto en los negocios externos, como los medios de comunicación y el transporte.

El Ayuntamiento de Málaga proporciona el espacio para la colocación de las sillas por parte de la Agrupación de Cofradías. Según la Agrupación de Cofradías, el Consistorio de Málaga aporta un apoyo a la industria cofrade con la cantidad de 90.000 euros anuales para todas las cofradías. Lo que la Semana Santa aporta a la ciudad supera, con creces, cualquier ayuda municipal que puedan llegar a recibir las cofradías.

Flores: Fran Pérez Segovia y Diego del Pozo

Una floristería es un negocio que trabaja de manera intensa en varias épocas del año. El día de todos los Santos, San Valentín, el día de la madre... La Semana Santa es una industria en la que se centran muchas floristerías en Málaga, como la de Diego del Pozo y Fran Pérez Segovia, en calle Lagunillas, 66. Para ellos supone el 70% de la facturación anual. “Es algo de lo que trabajamos todo el año porque no es solo esos días, los actos de las hermandades de Gloria, las procesiones extraordinarias...”, asegura Fran Pérez Segovia.

Fran Pérez en su floristería

Fran Pérez en su floristería / Alex Zea

Es innegable que desde el Jueves de Pasión el trabajo se multiplica exponencialmente para estos comercios, porque la carga de trabajo y la exigencia por parte de las cofradías es mayor. “Entre las agrupadas y las no agrupadas llevamos 45 cofradías aproximadamente a lo largo de todo el año”, añade Pérez.

Además, si solo hablamos de Semana Santa, el trabajo empieza ya. “Estamos en plenas negociaciones con las diferentes hermandades porque meten esa inversión en su presupuesto anual”.

Al estar repartidos por toda la provincia y tener un trabajo tan amplio en esas fechas, es necesario ampliar plantilla y horas de trabajo. “Nosotros somos tres personas normalmente durante el año, y desde el Jueves de Pasión somos entre siete y diez empleados. Se distribuyen por la provincia y alguien siempre se queda aquí entubando las flores para que sea más rápido. Tenemos personas que se dedican única y exclusivamente a llevar con las furgonetas la mercancía de un sitio a otro”, cuenta Pérez.

"La Semana Santa es nuestro trabajo, fundamentalmente. Además, pienso que si no estuviese, no existiría el trabajo del florista. Habría que reinventarse, lógicamente. Estamos en febrero y lo que estás viendo aquí son ánforas que van directas para el Rincón de la Victoria por la festividad de Don Bosco, y no estamos en fechas de Semana Santa. Mi trabajo es así y me encanta”, insiste Pérez Segovia.

Bordados: Salvador Oliver

Salvador Oliver es un bordador que debe su sensibilidad cofrade al barrio del Perchel. Con veinte años y de manera autodidacta empieza a bordar y deja atrás su trabajo de albañil . La Virgen de la Esperanza y la admiración por sus bordados provocan que en 1991 le hiciese una cinturilla a la Virgen de la Estrella. A partir de ahí empieza su vida como bordador. Este oficio precisa de tiempo, dedicación y delicadeza. “Un encargo grande como puede ser un manto (en 2011 estrenó el manto procesional de la Virgen de la Soledad de Mena, entre otra de sus grandes obras) suele dilatarse hasta 4 ó 5 años. He llegado a tener hasta doce personas bordando conmigo en mi taller. Sin embargo, prefiero que seamos 6 como máximo para poder bordar yo también; si no, estoy pendiente de los demás y a mí lo que me apasiona es bordar”, explica Oliver.

Salvador Oliver bordando en su taller

Salvador Oliver bordando en su taller / Alex Zea

“La Semana Santa le gusta a la gente y hace que vengan de fuera porque es pura. En Málaga tenemos artesanos, bordadores, tallistas... pero si no ponemos de nuestra parte, esto se va a perder”, cuenta Oliver. El trabajo del artesano es complicado porque las personas aún no ponen en valor lo que supone. Los materiales que utilizan y el tiempo que dedican vale dinero.

“De hecho, cuando hay un estreno, la gente que no tiene ni idea se echa las manos a la cabeza y se preguntan cuántas personas podrían haber comido con el dinero que ha costado. A mí me entran los mil demonios. ¿De qué se piensan que comemos los artesanos, del aire?”

En los últimos años, y después de la pandemia los encargos fuertes han dado un bajón bastante grande. Según Oliver, las cofradías no se atreven a invertir grandes cantidades en una sola pieza, no apuestan por la calidad. “Cuando me piden presupuesto algunas cofradías se echan las manos a la cabeza y se van a talleres de Pakistán. Cuando les llega el encargo... pues se dan cuenta de lo que hay. Es que no son conscientes de que un taller con todo en regla como el mío paga religiosamente a sus bordadores (dos, además de él actualmente), pago un seguro por posibles daños, pago el IVA...en fin lo que debería hacer todo el mundo” expresa Oliver.

Los negocios que viven de manera indirecta durante los días de Semana Santa, como los hosteleros, son los que menos ven esta realidad. “Yo cuando voy como hermano de mi cofradía a medir distancias para ver si pasa el trono y me encuentro con establecimientos que se niegan a quitar sus carteles o a quitar sus sillas en ese momento concreto, de verdad que me quedo sorprendido. Encima, después hablas con el Ayuntamiento y te dice que no le va a exigir a ningún comercio nada. Es una verdadera vergüenza porque ganan mucho dinero extra a costa de la Semana Santa y no nos lo ponen nada fácil. ¿Cuando alquilan el local no saben que en Málaga hay Semana Santa durante siete días en el Centro?", añade entre risas Salvador Oliver.

Talla: Juan Vega

Un niño que moldeaba plastilina, barro y no paraba de dibujar. Ese era Juan Vega. Matricularse en San Telmo durante cuatro años fue decisivo para su futura carrera como escultor e imaginero. Con su taller ubicado en calle Poeta Concha Méndez, 1, agradece estar en un barrio muy cofrade rodeado de artesanos, tallistas y floristas. “El 80% de mis obras pertenecen a la escultura religiosa, a la imaginería”, comenta Juan Vega.

Juan Vega trabaja solo en su taller porque es un artista muy personal, delicado y perfeccionista. Esto no quiere decir que no tenga una serie de personas que trabajen a raíz de sus obras. “Tengo mis colaboradores. Me gusta trabajar con las mismas personas siempre. Tengo alrededor de mí carpinteros, ebanistas, fundidores de bronce, sacadores de punto... estamos constantemente retroalimentándonos. De un mismo encargo trabaja mucha gente”, explica Vega.

Juan Vega insiste en que dedica mucho tiempo y se esfuerza al máximo en cada obra porque sabe que después de un trabajo, llega otro. El trabajo de un escultor es algo manual y yo intento ofrecer la máxima calidad, garantía y profesionalidad posible. Últimamente se está hablando mucho de la inteligencia artificial, de las máquinas 3D. “Un trabajo como la imaginería, que supone tanta implicación y sentimiento unido a la cultura que proyecta, no lo puede hacer una máquina. Igualmente, si tienes algo que te puede facilitar el proceso, sería absurdo no utilizarlo. Pero la obra es mía”.

“Yo hago lo que es la escultura, la imagen. Cuando la entrego a las cofradías, ya está vestida , en su peana... Yo hago el diseño del ropaje, pero lo hace una costurera. Los brazaletes, el cuero que lleva, eso no lo hago yo tampoco. De eso se encarga la persona que trabaja el cuero. Lo que a mí me pagan por ese encargo yo tengo que repartirlo entre todas las personas que han trabajado conmigo”, asegura Juan Vega.