Entrevista | Luis Rodríguez Psicólogo

«Hay que intentar retrasar al máximo la entrada de los niños en las pantallas»

El psicólogo Luis Rodríguez lleva más de dos décadas ejerciendo en Málaga y entre sus especialidades se encuentra el tratamiento de las adicciones a las nuevas tecnologías

Recomienda estar atento a ciertas señales e introducir poco a poco a los niños en el uso de las mismas

Luis Rodríguez, en su clínica.

Luis Rodríguez, en su clínica. / Álex Zea

Arancha Tejero

Arancha Tejero

La nomofobia -miedo a estar sin el teléfono móvil- o el FOMO -miedo a estar perdiéndose algo- son algunos de los fenómenos asociados a la adicción a la tecnología que, según los expertos, son cada vez más habituales, tanto en jóvenes como en adultos. Luis Rodríguez lleva más de dos décadas ejerciendo como psicólogo en Málaga y, aunque advierte de los peligros del uso excesivo de las nuevas tecnologías, subraya que estas no tienen por qué ser negativas si se hace un uso controlado de las mismas.

¿Qué es ser adicto a la tecnología?

Ser adicto a la tecnología es establecer una relación con las máquinas, smartphones, e incluso videojuegos, que afecta al resto de relaciones y de responsabilidades, tanto laborales como familiares o sociales. Es decir, cuando de alguna manera tu dependencia afecta al resto de los aspectos de la vida.

¿A partir de cuántas horas podemos considerar que una persona es adicta al móvil?

Primero tenemos que entender que en la relación con la tecnología no hay una línea roja porque hoy en día dependemos mucho de ella, y en muchas ocasiones su uso también está relacionado con estudios, trabajo y con sociabilidad. Entonces para mí la cuestión no tiene tanto que ver con las horas que pasamos, sino con cómo está afectando a nuestras relaciones, tanto en los jóvenes como adultos.

Se están dando también muchas lesiones en las manos por el uso del móvil

¿A qué señales debemos estar atentos para saber si está afectando a nuestras relaciones?

Por ejemplo, si hay un aislamiento con respecto a tu entorno social o familiar. Si hay un cambio en las rutinas, como en la hora de levantarse o de atender las responsabilidades. Y, en el caso de los adolescentes, las claves serían el fracaso escolar, los cambios de humor o de ánimo, estrés, irritabilidad, ansiedad, o incluso depresión muchas veces cuando no puedes acceder a la tecnología.

¿Qué es lo que tienen las nuevas tecnologías y redes sociales que enganchan tanto?

Digamos que hay una excitación continua desde la visión. Nos enganchamos porque, de alguna manera, hemos establecido una relación de estar constantemente viendo imágenes que producen efectos placenteros en momentos puntuales en nuestro cerebro, y eso hace que nos vinculemos desde ahí. Hay una relación de excitación cerebral constantemente cuando estamos viendo vídeos cortos, cuando nos dan un like o un match... Hay una pequeña subida de adrenalina que hace que, a veces, nos relacionemos de manera problemática con las tecnologías porque queremos estar constantemente con esa sensación.

El uso excesivo o el aislamiento, es lo que nos tiene que dar la voz de alarma

¿Y cómo influye todo esto en la salud mental de los jóvenes?

Sobre todo en el aislamiento o la dificultad de acceso a relaciones sociales. O incluso puede generar ansiedad cuando no tienen el acceso a la tecnología. No obstante, me gustaría hacer un inciso y destacar que muchas veces tendemos a vincular la tecnología con aspectos negativos, pero pueden ser también algo muy positivo. Hay chicos y chicas que a través de la tecnología tienen un modo de relación que es positivo, porque les cuesta relacionarse y encuentran ahí su refugio. Aunque es verdad que, en ocasiones, puede hacer también que se alejen cada vez más de la realidad y les dificulten las relaciones sociales en medios de sociabilidad, como puede ser el instituto, el barrio o el entorno familiar. Pero es el uso excesivo o el aislamiento lo que nos tiene que dar la voz de alarma, porque es lo que puede hacer que descuides el resto de relaciones.

¿Para la salud física esta adicción a las tecnologías también puede tener consecuencias?

Sí, claro, porque pueden pasar a tener una vida mucho más sedentaria. Se están dando también muchos casos incluso de lesiones en las manos por el uso del móvil. También el exceso de uso de las tecnologías hace que muchos chicos y chicas se alejen de actividades que son sanas para su desarrollo desde el punto de vista neuromotor.

Muchos adolescentes pasan horas delante del móvil interactuando con otras personas, pero luego tienen pánico a hacer una llamada. ¿A qué se debe? ¿Alteran las nuevas tecnologías nuestra forma de relacionarnos?

Claro que alteran. De hecho, ya han alterado el modo de relacionarnos, pero no solo a adolescentes, sino también en adultos. De una manera u otra, han alterado la manera de relacionarnos y conocer a gente, como podemos ver en aplicaciones como Tinder. Pero no me parece mal que los jóvenes, incluso los adultos, se relacionen a través de las redes sociales. La clave está en tener un equilibrio entre este tipo de relaciones y las interacciones en la vida real. Y, en cuanto a qué se debe, tiene que ver con que el uso de la tecnología y de las pantallas están provocando que después tengan dificultades con la relación cara a cara. Y, aunque sea por teléfono, les cuesta más trabajo y les genera ansiedad.

Luis Rodríguez en su clínica | ÁLEX ZEA

Luis Rodríguez está especializado en el uso de nuevas tecnologías entre los jóvenes. / Álex Zea

¿Estas adiciones son entonces también comunes en los adultos?

Absolutamente. Se critica que los jóvenes pasan mucho tiempo con las tecnologías, pero, a menudo, a la consulta vienen padres con preocupaciones por el uso de las tecnologías que hacen sus hijos, pero no se cuestionan el uso de las tecnologías que hacen ellos. Y se están dando casos también de adicciones a las tecnologías, por ejemplo, en adultos hombres en el uso excesivo de la pornografía. Es más, creo que los adultos tenemos que plantearnos más cómo son nuestras relaciones con las tecnologías, porque somos referentes educativos y afectivos y, muchas veces, somos partícipes también de ese uso inadecuado. Las tecnologías han llegado para quedarse y creo que son una herramienta maravillosa si se usan bien, pero las tecnologías nunca pueden sustituir al contacto cara a cara y a la relación del día a día.

Debería introducirse la educación sexual en las escuelas y con perspectiva de género

Mencionaba el tema de la pornografía en adultos, pero también es un problema cada vez más habitual en lo niños que, según los estudios, comienzan a consumirla a los ocho años de media. ¿Cómo afecta esto al desarrollo de los más pequeños?

Evidentemente es un tema para preocuparnos porque están accediendo desde cada vez más pequeños, desde una época en la cual no tienen la madurez afectivo-sexual para entender lo que están viendo y que están siendo bombardeados por imágenes con alto contenido sexual, evidentemente machista, que está siendo interiorizado como un modo de relacionarse con el cuerpo de la otra persona. Por eso es muy importante acercarse como adultos desde la educación y hacer una pedagogía con perspectivas de género.

¿Cuál sería la edad recomendada para introducir a los niños en las pantallas?

Lo que siempre decimos los expertos que trabajamos en este ámbito es que hay que intentar retrasar al máximo la entrada de los niños en el uso de las pantallas, especialmente en la primera infancia o la niñez. Pero cómo sabemos que es difícil, porque hay presiones y no quieres sentir que tu hijo es el bicho raro de la clase cuando todo el mundo empieza a tener tecnología y él no la tiene, siempre se habla que nunca antes de los 12 años. Aunque más importante que la edad de inicio, es cómo se inicia. Si a los 12 años se recomienda que empiecen a usar el móvil, eso no quiere decir que ya tengan el uso absoluto de todas las posibilidades que da la tecnología, sino que sea algo paulatino. En una primera fase, se recomienda que sea un uso limitado en horas y acceso y que haya más control parental. Que no estén más de 20 minutos al día y que siempre los espacios de uso sean compartidos, donde los adultos puedan tener un acceso a lo que está haciendo, que no se usen a la hora de comer o antes de acostarse. Debe haber un acompañamiento y pedagogía en el uso de la tecnología.

¿Qué está pasando para que estén creciendo tanto estas adicciones entre los jóvenes?

Creo que cada vez acceden antes. Muchas veces en edades muy tempranas como dos o tres añitos, porque cada vez son más intuitivas y tienen más posibilidad de usarlas, de manera que se genera una dependencia, especialmente después de la pandemia. Las tecnologías son ya parte de su cotidianidad y no tienen por qué ser malas si hay una pedagogía y tutorización para hacer un buen uso. Es también muy importante establecer espacios de desconexión, y que haya momentos en los cuales no se puede coger el teléfono, porque estamos conversando con los amigos o con la familia, o antes de dormir, porque incluso estamos viendo ya casos de insomnio en chicos muy jóvenes por la dificultad de desconexión. Y somos los adultos los que estamos obligados a informarnos para ver cómo hacer ese acompañamiento.

¿Existe un perfil de jóvenes que quizás sean más susceptibles a engancharse a estas tecnologías?

Yo creo que hoy en día, tanto jóvenes como adultos, estamos expuestos a sobrepasar esa línea, porque muchas veces esa línea es compleja de ser conscientes de ella. Pero, aun así, es verdad que a lo mejor los chicos con más problemas de sociabilidad o que están sufriendo procesos de bullying, pueden tener más posibilidades de refugiarse en estos aparatos. Lo que sí que creo que hay es un perfil de padres, o ciertas actitudes, que pueden provocar este tipo de problemáticas. Porque en las situaciones en las que al chico le quitas el móvil y te destroza la casa, quiere suicidarse o, incluso en un momento, tiene situaciones de agresión hacia los padres, es porque hay ciertos límites que no se han puesto anteriormente. Entonces, yo más que poner el énfasis en el perfil de los chicos, lo haría en la actitud de los padres y de los adultos.

A raíz del caso Almendralejo, en el que se han difundido fotografías de una veintena de niñas de entre 11 y 17 años, manipuladas con inteligencia artificial para que aparecieran desnudas, muchas escuelas se plantean una revisión del uso de las tecnologías ¿la solución pasa por prohibir los móviles?

Yo creo que hay que regular siempre el acceso a los móviles a ciertas edades porque muchas veces no están preparados para el uso de ciertas tecnologías. Pero creo más en un modelo de acompañamiento y de pedagogía, que de punitivismo. Sería importante por tanto que, desde edades tempranas, se introdujese la educación sexual en las escuelas, y con perspectiva de género, para prevenir este tipo de cosas. En este caso en concreto, han sido chicas a las que han sacado desnudas con un montaje, y creo que ha habido un padre que le ha quitado hierro al asunto diciendo que son cosas de niños. Y todo lo contrario. En las escuelas hace falta hablar con los chicos en torno a este tipo de cosas, y hablarlo cara cara porque, justamente, creo que uno de los usos perversos de la tecnología es que se está perdiendo esa capacidad de conversar y de escucharnos, lo cual es muy necesario que hagamos en función al uso de la tecnología.

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