Crónicas de la ciudad
Un final feliz para la parte alta del Cementerio Inglés
El camposanto está renaciendo del olvido y aunque en la parte más alta pervivan huellas de vándalos que saltan el muro de este BIC, serán restauradas muy pronto
Por conveniencia, que no por convicción, la gobernabilidad de España la decide estos días un escapista que se cree presidente en el exilio, así que la crónica de hoy no tendrá tintes tan surrealistas como la realidad nacional.
También ‘escapa’ a la lógica la situación de la parte más alta del Cementerio Inglés, un monumento que por fin está remontando el vuelo gracias al apoyo decisivo de la Fundación Unicaja, como adelantó en 2021 este periódico.
Ayer, Día de Todos los Santos, el firmante visitó este camposanto protestante, el más antiguo de la España peninsular (el más veterano es el del Puerto de la Cruz, en Tenerife, aunque sin el encanto romántico del de Málaga).
Como saben, desde las epopeyas sumerias los héroes se las han tenido que ver con las fuerzas de mal. Pasó sin embargo el tiempo de la épica, por eso en nuestros días, en rincones tan hermosos como el Cementerio Inglés el mal suele estar representado por cebollinos inmaduros con empacho de películas de terror, dispuestos a saltar los muros de este Bien de Interés Cultural para hacer de las suyas.
Eso explica incursiones vandálicas que han dejado su huella en este monumento, pese a los evidentes esfuerzos por minimizarlas y restaurar las tumbas, algo que podemos apreciar, por ejemplo, en la que conserva -de forma ya inmaculada- los restos de Karl Kretschmann, el capitán del buque escuela ‘Gneisenau’, hundido junto al Puerto de Málaga por su imprudencia.
La huella vandálica pervive aún en la cota más alta del cementerio, la que casi toca el bloque de viviendas de detrás.
Así que el sueño de los justos ha sido soliviantado para estos huéspedes, en su mayoría británicos y algunas lápidas se han convertido en auténticos puzzles por obra y gracia de la fuerza bruta.
El sueño de los justos de estos huéspedes, en su mayoría británicos, ha sido soliviantado y algunas lápidas se han convertido en auténticos puzzles por obra y gracia de la fuerza bruta.
Enternece contemplar, rota a pedazos, la lápida en memoria del señor John Blackadder Aitchinson, cuya rotura impide conocer los pormenores vitales de este jefe de ingenieros. Por suerte, gracias a la página ‘findagrave’ sabemos que en realidad está enterrado en Londres, y que falleció en Málaga en 1905 a los 48 años.
Muy cerca, una cruz caída nos recuerda en alemán que «El amor nunca termina» y en la misma hilera descansan los restos de Walter Neville Goodman, «Hombre bueno», recalca en español la lápida.
La buena noticia, informan fuentes del Cementerio Inglés, es que esta zona más alta será pronto restaurada gracias a lo recaudado este verano en el ciclo de actuaciones de las ‘Noches del Inglés’. Los buenos vencerán a los malos. Felicidades.
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