Mirando atrás

Desvelar el gran misterio de Takurunna

El medievalista, arqueólogo y arabista Virgilio Martínez Enamorado presenta tras 12 años de trabajo ‘Takurunna: el país de los Nafza’, un estudio sin precedentes sobre esta antigua cora de la Málaga musulmana cuya capital fue la poco estudiada Nina Alta (Teba)

Virgilio Martínez Enamorado, en la librería Proteo con los dos volúmenes de su obra sobre Takurunna.

Virgilio Martínez Enamorado, en la librería Proteo con los dos volúmenes de su obra sobre Takurunna. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

«Desde que tenía 15 o 17 años, cada vez que leía la palabra pensaba, ¿qué será eso de Takurunna?, parecía como un reino perdido, ¿dónde estará eso?», comenta Virgilio Martínez Enamorado (Casabermeja, 1965). 

El medievalista, arqueólogo y arabista malagueño, doctor en Historia con premio extraordinario por la UMA, sostiene dos gruesos volúmenes con la respuesta a ese adolescente que fue, con el título ‘Takurunna: el país de los Nafza. Un estudio histórico y arqueológico sobre el enclave de Nina Alta (Teba, Málaga)’, editado por el Ayuntamiento de Teba y la editorial La Serranía. 

El primer volumen aborda la historia y la historiografía y el segundo, la arqueología de Nina Alta, con piezas en su mayoría del Museo Histórico Municipal de Teba

«Ahí sale de todo»

Se trata de un trabajo en el que se ha volcado durante 12 años pero del que empezó a tirar del hilo a mediados de los 90, a raíz de la preparación de un libro conjunto sobre el Bajo Guadalteba con sus colegas Antonio Morgado y Eduardo García Alfonso. «Empezamos a frecuentar Teba y la gente me hablaba de Nina Alta y me decía: ‘Ahí sale de todo, monedas, amuletos, cerámica...’», recuerda.

Nina Alta, a unos 6 kilómetros de Teba, es un yacimiento medieval de 7 hectáreas, el más grande de la provincia de Málaga. Una zona con agua y el suelo muy roturado por los trabajos agrícolas pero a pesar de todo, con evidencias del pasado como silos, cisternas, un castillo y un gran número de piezas arqueológicas. 

Vista de Nina Alta desde las alturas de la Cresta del Gallo. Se trata de un establecimiento urbano rodeado de montañas que garantizaban su inexpugnabilidad.

Vista de Nina Alta desde las alturas de la Cresta del Gallo. Se trata de un establecimiento urbano rodeado de montañas que garantizaban su inexpugnabilidad. / A.V.

Para el autor de la investigación, quedaba descartado que pudiera ser una simple alquería. Y la acumulación de pruebas le llevan a firmar en el libro que Nina es una deformación del término árabe Medina y se trataría de la mismísima Medina Takurunna, la sede de la cora de Takurunna, una de las tres divisiones administrativas de la actual provincia de Málaga en los inicios del periodo musulmán, desde el siglo VIII, a principios del siglo XI.

A partir de ese momento,«cuando el sistema califal colapsa», esa denominación de Takurunna pasa a Ronda, como capital de una taifa. 

Panorámica general de Nina Alta.

Panorámica general de Nina Alta. / Esteban López García

Virgilio Martínez Enamorado se muestra sorprendido porque parte de la historiografía haya sostenido que Takurunna siempre correspondió a Ronda, pese a los textos árabes clásicos que mencionan Takurunna (Nina Alta) y Ronda como dos sitios distintos durante la época omeya. «Nadie se había preocupado realmente en intentar ubicar esto», concluye. 

Por este motivo, la obra incluye menciones a Takurunna de un buen número de autores andalusíes, magrebíes u orientales que dejan claro que Ronda y Takurunna fueron dos núcleos diferentes.

Lugares de Takurunna y otras coras.

Lugares de Takurunna y otras coras. / Javier Martos Martín

En cuanto al topónimo, el medievalista ha contado con la colaboración del profesor Carles Murcia, el experto más importante de España en toponimia beréber. La hipótesis de ambos es que Takurunna estaría formada por el artículo beréber ‘ta’ y un préstamo latino de ‘corona’, en sentido orográfico de un sitio rodeado de montañas.

El elemento beréber del nombre se explica, cuenta el investigador, porque fue el «gran tronco tribal» beréber de los Nafza el que se asentó en estas tierras nada más empezar la invasión musulmana. «En primera instancia vienen de la zona posiblemente de Túnez, después se asientan en el Rif y de ahí, una rama de los Nafza que termina en Al Ándalus», explica Virgilio Martínez Enamorado. El experto calcula que Nina Alta «es un lugar idóneo para la instalación de un grupo amplio aunque de menos de mil personas seguramente», si bien en su momento más importante «tendría entre dos mil y tres mil personas», estima. Para el autor, este enclave funcionaría como un gran mercado. 

Como dato llamativo, explica el arabista, la propia madre de Abderramán I era del grupo de los Nafza, con quienes su hijo se refugia en el norte de África antes de pasar a Al Ándalus, cuando tiene que abandonar Damasco por la revuelta de los abasíes que masacraron a los omeyas. 

El autor explica en su obra que los beréberes Nafza estaban vinculados a los omeyas desde el lapso entre el 720 al 724, cuando gobernaba como califa en Damasco un tío abuelo de Abderramán I. 

Este último, recuerda el autor, «cuando ha sido proclamado emir va recorriendo las distintas coras y pasa por Takurunna, va de cora en cora porque son clientes suyos». 

Las piezas arqueológicas

El segundo volumen, el que detalla los hallazgos arqueológicos, en su mayoría conservado en el Museo de Teba, es un impresionante catálogo de piezas de un núcleo que dio nombre a la extensa cora que tenía como límites, por el este el cortijo de Las Mezquitas o Lamaya y por el oeste la Cabeza de Santa María. 

Virgilio Martínez resalta el compromiso cívico de vecinos de Teba como José Camarena, «un hombre sumamente respetuoso, que ha hecho una labor enorme por el pueblo y que ha podido entregar perfectamente el 50 o el 60 por ciento de las piezas del museo». 

El volumen detalla útiles de la vida cotidiana como dedales, alfileres, cuchillos, candiles o llaves pero también instrumentos médicos (bisturíes, estiletes, sondas para el oído, espátulas, aplicadores de colirio). 

Amuleto antropomorfo andalusí con corona.

Amuleto antropomorfo andalusí con corona. / La Opinión

Y hay una gran colección de amuletos, algunos de ellos antropomorfos de personajes con corona y en cuanto a las monedas, pueden encontrarse desde la época pre andalusí (piezas merovingias y visigodas) hasta dirham califales, almohades, nazaríes y escudos de Felipe VI de Valois, posiblemente relacionados con la toma de la fortaleza de Teba

Anverso y reverso de un dirham emiral de plata del Gobierno del emir Al Hákam I, fechado en el 813-814.

Anverso y reverso de un dirham emiral de plata del Gobierno del emir Al Hákam I, fechado en el 813-814. / La Opinión

El nombre de Takurunna lo tomaría Ronda tras alrededor de tres siglos como principal núcleo de la cora. 

Bibliografía, glosario de términos e índice de lugares y personajes completan esta ambiciosa obra que pone en el mapa de la Historia con todo lujo de detalles Nina Alta,en Teba.  

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