Memorias de Málaga

Historia de la Peña Malaguista

Creada en 1950, nació para apoyar al entonces C.D. Málaga pero pronto se convirtió en mucho más: en algo nuevo, abierto a la sociedad y que desarrolló una gran actividad cultural, además de rescatar el Liceo

Actuación de Antonio Machín en la caseta de la Peña Malaguista en una Feria de Agosto.

Actuación de Antonio Machín en la caseta de la Peña Malaguista en una Feria de Agosto. / La Opinión

Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

En el año 1950 se fundó la Peña Malaguista. Ni los fundadores pudieron imaginar la repercusión que iba a tener en una Málaga un tanto cerrada a nuevas iniciativas que alteraran un ritmo de vida impuesto por la sociedad dominante. La peña, iniciativa de don Antonio Gómez Téllez, se fundó con un objetivo muy concreto: apoyar al equipo de fútbol de la ciudad, en aquellos momentos, el C.D. Málaga, heredero del Malacitano y precursor del Málaga C.F. Los primeros tiempos la peña se limitó a acompañar al club en sus desplazamientos, acudir a La Rosaleda para animar al equipo y, de alguna forma, estar cerca de la directiva de turno.

La primera sede (escribo de memoria) creo que estuvo en la primera planta del edificio de la calle Larios, esquina a Strachan. El sueño de los fundadores y numerosos socios se hizo realidad varios años después al establecerse en un edificio propio en la plaza del Carbón, una finca de tres plantas en las que podían desarrollar sus actividades culturales y recreativas. En los años de la calle Larios, por ejemplo, un año celebró la elección de la miss o señorita, al estilo de otras acciones análogas, como la Sirena del Real Club Mediterráneo y, con más solera y antigüedad, la Reina de la Prensa, que cada año se celebraba en el Hotel Miramar.

La Peña Malaguista rompió o acabó con muchas costumbres y rígidas normas de entidades análogas o parecidas. Para muchos malagueños de aquella época era casi imposible acceder al Círculo Malagueño, la Gran Peña, el Aeroclub, Casinillo, Círculo Mercantil…

Algo nuevo

La sociedad malagueña que lo manejaba todo, desde la constitución del Ayuntamiento hasta los círculos o sociedades recreativas, se vio sorprendida por la vitalidad y empuje de la Peña Malaguista.

Estaba abierta a todo el mundo, lo contrario a lo que regía en las demás; la norma para acceder a los clubes o sociedades era buscarse un ‘padrino’ (dos socios) que lo avalaran.

No era fácil, por ejemplo, acceder a la Gran Peña, de la que formaban parte gente pudiente y de respetados apellidos. Lo mismo sucedía con el Aeroclub que, aunque lo fundaron los aficionados a la aviación y que eran poseedores de avionetas, admitió el ingreso de personas no vinculadas a esta actividad. Aprender a pilotar y adquirir una avioneta no estaba al alcance de cualquiera. El Aeroclub llegó a tener más socios ajenos a la aviación que pilotos civiles.

Al Círculo Mercantil, con una espectacular sede en uno de los bajos de la calle Larios, sí accedían regularmente los comerciantes de las tiendas del centro de la ciudad. Los titulares de los comercios de la citada calle Larios, Nueva, Especerías, Compañía, Granada, Calderería, plazas de la Constitución (que durante años llevó el nombre de José Antonio) y Uncibay… eran los socios más destacados. Para acceder, creo recordar, los aspirantes necesitaban el aval de dos socios y que la Junta Directiva lo aprobara. Fue presidente del Círculo durante muchos años don Dionisio Ric.

El Mercantil representaba a una parte importante de la vida malagueña y disponía, para uso exclusivo de los socios, de servicio de barbería y peluquería, porque hubo un tiempo en que los hombres, en lugar de afeitarse en su casa, preferían que un barbero hiciera el trabajo. A mí, solo ver al profesional afilando la navaja, me daba miedo.

No había muchas actividades relevantes en el desarrollo diario; lo habitual era que los socios, casi todos con su actividad profesional en lo que se conoce por ‘centro histórico’, fueran a desayunar a media mañana al café de rigor, después de comer otro cafetito y a partir de las 7 de la tarde, cuando cerraban los comercios, a sentarse y ver pasear a la gente, con especial a atención de las jóvenes. Como al tomar asiento y estirar un poco las piernas dejaban ver los calcetines, el Mercantil era conocido familiarmente por ‘Villa Calcetines’.

La mujer podía acceder al Círculo Mercantil, pero con limitaciones. Había un salón reservado a la mujer, a la que podían acceder los hombres; al salón de los hombres no podían hacerlo las mujeres.

Fundado en mil ochocientos y tantos, justo es reconocerlo, apoyó iniciativas públicas y privadas durante su larga existencia, incluso atendía a instituciones como las Hermanitas de los Pobres y otras similares.

historia de la peña malaguista

Andrés García Maldonado. / Gregorio Torres

De Peña a Liceo

Al ser elegido presidente de la Peña Malaguista Andrés García Maldonado, periodista, escritor, licenciado en Derecho, se produjo un cambio radical, hasta el punto de modificar hasta el nombre de la sociedad. Pasó a llamarse Liceo de Málaga-Peña Malaguista.

Aunque nacido en Alhama de Granada, García Maldonado se incardinó en Málaga, donde reside, aunque retirado de las muchas actividades que jalonan su currículo. Llegó a Málaga como periodista, perteneció a la plantilla de ‘Sol de España’, fue teniente de alcalde del Ayuntamiento de Málaga por UCD y dejó huella de su buen hacer en todas estas actividades. Como presidente de la Asociación de la Prensa de Málaga llevó a cabo para varios proyectos como, por ejemplo, la puesta en marcha de la emisora Prensa I FM, en la que colaboré de forma desinteresada durante más de tres años.

En la etapa de presidente de la Peña Malaguista rescató del olvido al Liceo de Málaga, una institución de gran prestigio, con un historial que no sé si está recogido en alguna publicación. Sin perder el horizonte de su fundación (apoyo al equipo de fútbol que ostenta el nombre de la ciudad), puso en marcha, por ejemplo, patrocinar exposiciones de pintura, la creación del Premio Málaga de Investigación, conferencias a cargo de malagueños de la Cultura y lo que nunca se había hecho en Málaga: un periódico semanal hablado.

En los salones del centro, una vez a la semana, se desarrollaba la original idea. Primera página, Editorial, a cargo de un invitado que abordaba un tema de actualidad; segunda página, entrevista a un personaje a cargo de un periodista; página tercera, fútbol…, y así sucesivamente.

Los colaboradores que hicieron posible esta idea fueron, que recuerde, José Luis de Mena, que era redactor-delegado del periódico Ideal en Málaga, Luis Armentia (si no yerro, licenciado en Química), Juan Manuel Aparicio, de gran cultura… y otros nombres que lamento no recordar.

El restaurante montado en una planta, abierto a los socios y no socios, tuvo una buena acogida por la calidad, variedad y precio del servicio. Asociaciones y grupos de conocidos eran clientes asiduos.

Mientras la Peña Malaguista-Liceo de Málaga iba creciendo, el Círculo Mercantil iba decayendo hasta el punto de abandonar el privilegiado lugar en calle Larios para instalarse en un piso de la plaza Félix Sáenz.

Una de las conquistas de la joven Peña Malaguista fue admitir desde la fundación a la mujer como socias, organizar bailes los domingos… en las asociaciones, si no estaba prohibido, no era costumbre el acceso a la mujer. Uno de los más antiguos círculos recreativos de Málaga, el Círculo Malagueño, que tuvo su sede en un edificio de la Acera de la Marina esquina a la Cortina del Muelle, y que fue demolido cuando se llevó a cabo la unión del Parque y la Alameda, sí acogía en sus instalaciones a la mujer.

Como las costumbres cambian, hoy, en 2023, apenas quedan recuerdos de las instituciones que formaron parte de la vida de la ciudad. Sí tienen vida propia el Ateneo de Málaga y la Sociedad Económica de Amigos del País, ésta última fundada en 1789 y que sigue en su sede en la plaza de la Constitución. Ambas desarrollan actividades que a veces pasan desapercibidas por parte de la población, pero que cumplen su misión de proteger la cultura malagueña.