Crónicas de la ciudad
Las torres de Martiricos, desde Gibralfaro
Los visitantes que suben al Castillo de Gibralfaro preguntan ya por las Torres de Martiricos y el roto que provocan en el paisaje de Málaga
Cuenta un guía turístico que, cada vez que muestra el Castillo de Gibralfaro, no hay vez en la que los visitantes no pregunten sorprendidos por las Torres de Martiricos que, en contra de lo que suponen, no se trata de dos exabruptos de tiempos del Desarrollismo franquista sino de una desastrosa pero reciente decisión de nuestro Ayuntamiento.
Del roto secular que estos dos adefesios ‘setenteros’ producen ya en el paisaje de Málaga nos habla un conocido malagueño, que cada vez que viaja en avión y el aparato sobrevuela la zona, comprueba el daño que estos mediocres y mal emplazados rascacielos provocan en el conjunto del Centro Histórico, el propio río Guadalmedina y los Montes de Málaga.
Están tan ‘rabiosamente desfasados’ nuestros cargos públicos, que en su búsqueda provinciana de ‘iconos’, para no ser menos que la ciudad hermana de Sevilla, sólo se les ocurre emular un ejemplo bastante desgraciado y que los parisinos lamentan desde hace 50 años.
Porque estos dos rascacielos, con unas terrazas ridículas para una ciudad como Málaga (en un primer momento, incluso los promotores informaron de que sólo unos pocos pisos tendrían) repiten el modelo urbanístico en boga hace medio siglo, cuando allá por 1973 se presentó en sociedad la inenarrable Torre Montparnasse, un auténtico tiro en el zapato para la ciudad de París que, al menos hasta la fecha, desde entonces estudia muy bien el emplazamiento de los rascacielos para no repetir la pifia.
Nuestro alcalde, Paco de la Torre, sin duda tiene muchísimas más luces que sombras, pero las Torres de Martiricos... y las que puedan caernos encima en sitios pésimamente escogidos, son errores de gran calibre que quedarán para las próximas generaciones.
El funicular a GIbralfaro, a la espera
Desde lo alto del Castillo contrasta esta desfasada mirada urbanística con el cierre en banda de nuestro alcalde y su equipo de gobierno ante un proyecto de Movilidad de interesante utilidad para el turismo, rápido, moderno y sin impacto en el paisaje (y sin relación económica con el firmante, ustedes descuiden).
Porque es un misterio que unos cargos electos capaces de autorizar viejunos destrozos paisajísticos de otro siglo, se opongan en bloque al proyecto de un funicular (subterráneo) que en 3 minutos enlazaría el entorno del túnel de la Alcazaba con el Castillo, con lo que se rebajarían el trasiego de autobuses y la contaminación.
Pues no, de momento, prefieren tener la vista bien puesta en 1973. Las consecuencias de no pensar bien dónde levantar las cosas las tienen arriba.
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