Educación

Sobresaliente para el instituto Gaona en la ESO de adultos

La Junta de Andalucía premia a cinco alumnos de este instituto de Málaga por su esfuerzo y superación personal en el camino para sacarse el título de Secundaria tras haber abandonado los estudios

Soulaimane Amari, Eliezer Peláez Pineda, Montserrat Tallón Gómez, Anna-Lissa Sahlborg y Ekaterina Silkina Solokolova son los estudiantes reconocidos por la Junta no sólo por sus expedientes académicos, sino también por su «actitud», «interés por el estudio» y «desarrollo personal en la sociedad». El Gaona ha sido el instituto andaluz con más alumnos galardonados y el único de toda la provincia de Málaga

Soulaimane Amari y Eliezer Peláez Pineda, en el Gaona, con el profesor Antonio Blanco.

Soulaimane Amari y Eliezer Peláez Pineda, en el Gaona, con el profesor Antonio Blanco. / Gregorio Marrero

Tienen los mejores expedientes académicos de su promoción pero también han sido los alumnos y alumnas más comprometidos. Volver a las aulas después de haber abandonado los estudios no es fácil pero cada año un grupo de «héroes» lo consigue. Cinco estudiantes que han cursado la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) para personas adultas en el IES Vicente Espinel, el Gaona, han sido reconocidos por la Junta de Andalucía con los premios al esfuerzo y a la superación personal. Es el instituto andaluz con más alumnos galardonados, 5 de un total de 18, y el único de Málaga reconocido.

Soulaimane Amari, Eliezer Peláez Pineda, Montserrat Tallón Gómez, Anna-Lissa Sahlborg y Ekaterina Silkina Solokolova son los estudiantes del Gaona destacados por su «esfuerzo, dedicación y afán de superación», distinguiéndolos no sólo por haber superado esta etapa educativa con un «destacado rendimiento», sino por su «especial actitud en dedicación, empeño e interés por el estudio, el aprendizaje y el desarrollo personal en sociedad».

La ESO para adultos en este instituto malagueño tiene un alumnado muy diverso como estos cinco estudiantes, con edades entre los 20 y los 49 años, de diferentes nacionalidades y, por supuesto, con historias muy distintas.

Soulaimane Amari y Eliezer Peláez Pineda, junto al profesor Antonio Blanco.

Eliezer Peláez Pineda y Soulaimane Amari, junto al profesor Antonio Blanco. / Gregorio Marrero

Soulaimane es, junto a Eliezer, el más joven y el que más difícil lo tenía en principio al llevar sólo poco más de un año en España, a donde llegó desde Tetuán sin dominar muy bien el idioma. En Marruecos abandonó el Bachillerato cuando le quedaba un examen. Pensaba que, aunque estudiara, su país no podía ofrecerle muchas oportunidades.

El curso pasado obtuvo su título de la ESO en el Gaona y este año continúa estudiando Bachillerato de Humanidades. Sus asignaturas preferidas son la Historia y la Filosofía y le gustaría hacer un grado superior de producción musical.

Fue la ONG Inserta Andalucía la que recomendó a este joven marroquí que retomase sus estudios para poder tener una vida mejor en España.

Como comenta Antonio Blanco, jefe de Estudios de adultos del Gaona, son muchos los alumnos que están en programas con ONG como ésta o Málaga Acoge, con las que tienen convenios y colaboran para dar esta formación.

Más oportunidades

Soulaimane, que ha sido por cierto el alumno con mejor nota de esta promoción, está convencido de que estudiar «te abre más oportunidades». «Cuando estudiamos, no sólo nos sacamos un título sino que aprendemos muchas cosas que nos ayudarán en nuestra vida», afirma.

Soulaimane Amari

Soulaimane Amari / Gregorio Marrero

Su compañero Eliezer, también de 20 años, dejó el IES Universidad Laboral donde dice que fue un «mal estudiante», pero nunca perdió la motivación y por eso se enganchó a volver a estudiar en el Vicente Espinel. Cree que aquí los profesores enseñan de una forma distinta, no sólo para que los alumnos suelten lo aprendido y aprueben un examen.

Antonio Blanco destaca, de hecho, la importante acción tutorial que deben hacer para que estos alumnos saquen su título. Aunque hay un importante número de matriculaciones cada curso, el grado de abandono es alto.

«Muchos comienzan con mucha ilusión y ganas, pero son adultos y tienen problemas de adultos. Aunque tengan el proyecto de dedicar un año a estudiar, luego surgen cosas», explica el docente. Por ello, considera que los que realmente perseveran y terminan son «héroes».

Añade que el porcentaje de alumnos que sacan el título hay que hacerlo teniendo en cuenta no el total de matriculados, sino los que van a clase, ya sea en la modalidad presencial o en la semipresencial: «Si nos vamos a los que asisten de verdad, estamos entre el 80 y el 90%».

Uno de ellos es Eliezer, que ahora trabaja en la asociación Hogar Abierto, aunque su intención es estudiar el grado medio de FP de Integración Social. Este curso no ha entrado pero lo seguirá intentado. De pequeño, cuenta, estuvo en dos centros de protección de menores, y eso le ha hecho querer estudiar y trabajar en temas sociales.

De su paso por el Gaona destaca el ambiente tan bueno entre los alumnos y también con los docentes, «con un compañerismo y apoyo increíble». Y, respecto al premio, cree que el mérito es «en gran medida de los profesores».

Estudiar 30 años después

Anna-Lisa tuvo que dejarlo para cuidar de su madrecomo administrativo rent a car,encuestasrecepcionista teleoperadora

Hoy tiene 49 años y dice que desde los 42 sólo la llaman para teleoperadora comercial, «un trabajo que desgasta mucho y con muy malas condiciones». Esto fue lo que la empujó a volver a estudiar.

Anna-Lisa Sahlborg

Anna-Lisa Sahlborg / .

Alternando las clases con el trabajo, esta alumna de origen sueco aunque lleva casi toda su vida en España se sacó el título de la ESO y ahora sigue estudiando en grado medio de Operación de Laboratorio en el IES Universidad Laboral.

«Lo que quiero después es trabajar, pero si las ganas, fuerzas y tiempo me lo permiten me gustaría seguir estudiando en esta rama de la sanidad», explica.

Anna-Lisa y Montserrat se conocieron en el Gaona y hoy siguen juntas en clase en FP. La segunda también ha seguido estudiando tras sacarse la Secundaria.

«Mi marido es el que me empujó a hacerlo y es lo mejor que he hecho», cuenta Montserrat, a quien los estudios le han servido incluso de «terapia» ante una situación familiar difícil.

A sus 47 años, asegura que no le ha costado retomar los libros y por ello sigue estudiando el ciclo de Laboratorio, aunque su vocación frustrada es la de matrona.

«Este premio es un orgullo, aunque académicamente no me haya costado tanto, personalmente sí lo ha hecho», concluye satisfecha.

Enganchados ya a los libros

Para sus profesores, como apunta Antonio Blanco, son un orgullo y subrayan el hecho de que todos hayan seguido estudiando o quieran hacerlo. Ekaterina, de 45 años y origen ruso, incluso quiere ir a la Universidad cuando termine el Bachillerato para Personas Adultas de Humanidades y Ciencias Sociales.

«Estamos orgullosísimos de ellos y a menudo vuelven por el Gaona porque saben que allí tienen su casa», explica su profesor, que alude a los vínculos emocionales que se establecen en esta enseñanza para adultos.

Son alumnos perseverantes, buenos compañeros y que van a la excelencia académica. Su edad es lo de menos porque, como defienden tanto profesores como estudiantes, «nunca es mala edad para ponerse a estudiar, nunca es tarde».