Sociedad

La soledad no deseada acecha a los jóvenes, uno de cada cuatro se siente solo

Si se suman a las personas que han tenido este sentimiento en algún momento, la cifra roza el 70%, según el primer estudio realizado sobre este fenómeno entre los jóvenes del país 

La pobreza, el acoso escolar, las amistades y la falta de presencialidad de las mismas son algunas de las causas

Uno de cada cuatro jóvenes sufre soledad no deseada

Agencia ATLAS | Foto: EFE

Arancha Tejero

Arancha Tejero

Cuando uno escucha la palabra soledad, tiende a pensar en las personas mayores. Sin embargo, aunque resulte paradójico, los datos demuestran que los jóvenes son quienes más solos se sienten. Uno de cada cuatro españoles de entre 16 y 29 años asegura sentirse solo en el momento actual, una cifra que llega al 69% si se les suma a todos aquellos que se han sentido así en algún momento de su vida.

Estos son los abrumadores datos que revela el primer estudio que se ha realizado a nivel nacional sobre soledad no deseada centrado únicamente en los más jóvenes, que ha llevado a cabo la Fundación ONCE en colaboración con Ayuda en Acción a partir de las entrevistas realizadas a 1.800 residentes en España.

No obstante, estas cifras no han sorprendido a los expertos que, desde hace tiempo, venían advirtiendo cómo este problema se va extendiendo entre los más jóvenes, sobre todo, a partir del coronavirus. «Desde la pandemia toda nuestra vida ha cambiado. Nos hemos tenido que adaptar al teletrabajar y a hacer todo mucho más a través de la tecnología y, al final, esa falta de contacto físico ha hecho que esto se acreciente todavía más. Nos hemos individualizado mucho más, cuando el ser humano es un animal social», señala la psicóloga Desiré Infante, que remarca la importancia de las relaciones presenciales para evitar esa soledad no deseada.

Una pareja de jóvenes sentados en un banco.

Una pareja de jóvenes sentados en un banco. / Pablo Blázquez

Contacto físico

«Necesitamos ese contacto físico y emocional porque nos nutrimos del lenguaje no verbal y el contacto. Y a través de las pantallas muchas veces eso se queda muy corto porque realmente no tenemos esos lazos afectivos igual», incide la especialista, que subraya que, aunque la juventud cree que es más fácil conectar a través de Internet, la mejor manera de hacerlo es presencialmente. «Se ha creado como una fobia social a exponerse a los otros y tenemos que acabar con ello porque somos seres sociales y necesitamos de los demás para poder sobrevivir», añade la psicóloga.

No obstante, aunque suene contradictorio, en ocasiones uno puede estar rodeado de familia y amigos y, aun así, sentirse solo. El motivo, según Infante, se debe a que «estar solo» y «sentirse solo» son cosas muy diferentes. «La soledad es un término más subjetivo. Y realmente podemos tener una red social, pero si no sentimos que tenemos esa conexión con los demás o una cantidad de relaciones y de calidad, se genera esa sensación de soledad que puede causar aún un mayor malestar que si realmente no tuviésemos con quien conectar», apunta la especialista, que recuerda que, justamente por ese motivo, la soledad suele ser mayor entre los jóvenes que entre las personas de edad avanzada.

«Las personas mayores pueden haberse quedado solas porque han perdido a su pareja, pero no tienen esa sensación de soledad porque sí tienen un grupo de apoyo, que puede ser la familia o los amigos. En cambio, a los jóvenes lo que les falta es esa sensación de vinculación con otros», afirma la experta. El propio estudio concluye que, en contra de la opinión generalizada, la intensidad y frecuencia de uso de las redes sociales no tiene un efecto en la soledad no deseada, mientras que la presencialidad de las relaciones con amistades sí la tiene. De hecho, el estudio resalta que la cantidad y calidad de las amistades tienen un gran impacto en la soledad juvenil, por encima incluso del ámbito familiar, de trabajo o de estudio. En este sentido, los autores destacan que las personas que tienen relaciones de amistad principalmente de manera online «tienen una probabilidad dos veces mayor de sufrir soledad no deseada».

«Cuando se entra en la etapa de la adolescencia las relaciones con los padres, que hasta ese momento habían sido las principales, dejan de ser tan importantes, se genera como un «rechazo biológico», y empieza a entrar en juego la importancia entre los iguales, pues ahí es donde se van a formar la personalidad, los gustos o el saber cómo relacionarse socialmente», explica Infante, que insiste en que, si en ese momento no se dan esas relaciones de calidad de forma presencial, «va a tener carencias en nuestra adultez.

Adolescencia

Otro dato que arroja el estudio es que los mayores índices de soledad no deseada no se encuentran en la etapa de la adolescencia, sino entre los 22 y los 27 años. «Es cuando suele terminar la etapa de la universidad y cuando cada uno va a definir hacia dónde quiere ir. También la parte económica juega un papel muy importante porque son jóvenes que cada vez retrasan más esa independencia y casi cada plan que surge va a tener una parte económica», explica Infante, que sostiene que lo que realmente revela esa elevada incidencia es que «faltan recursos económicos» y eso provoca que la gente se tienda a aislar. «Empiezan a dejar de hacer planes y por eso sienten que pierden esa conexión con sus iguales», subraya.

Una pareja de jóvenes sentados en un banco. | LA OPINIÓN

Una joven mirando su móvil. / L. O.

Respecto a las causas que llevan a este sentimiento de aislamiento, el estudio concluye que la soledad es un «fenómeno complejo» y multicausal, es decir, que no es posible afirmar que la soledad juvenil se deba a una o dos causas específicas, sino que, por el contrario, es ocasionada por una amplia diversidad de aspectos, como tener menos relaciones con amistades de las deseadas, estar en situación de desempleo, de pobreza, contar con una mala salud física o mental, padecer una discapacidad o haber repetido curso.

Entre los posibles causantes, uno de los aspectos que se ha descubierto es que existe una «fuerte relación» entre el acoso escolar o laboral y el sentimiento de aislamiento, pues el porcentaje de personas que han sufrido acoso alguna vez en su vida es casi el doble entre jóvenes que sufren soledad no deseada que entre jóvenes que no la sufren (un 58,1% frente al 32,1%).

La pobreza aumenta el riesgo de soledad

Sufrir pobreza moderada o tener dificultades para llegar a fin de mes elevan la probabilidad de sentir soledad en un 38,5%. La falta de empleo también está considerada como factor de riesgo, pues las personas en paro sufren una prevalencia de la soledad cinco puntos por encima que las que estudian o trabajan. Asimismo, carecer de una trayectoria laboral que cumpla con las expectativas influye «mucho o bastante» en la soledad según la gran mayoría (78,5%) de las personas que sufren soledad.

«Una persona que se ha visto acosada va a tender a aislarse, porque ve a las personas como alguien que puede hacerle daño, como una amenaza. Por lo tanto, va a tender a buscar esa soledad, que, aunque parezca “deseada”, no lo es porque al final no la elige, sino que se ve obligada a elegirla. De ahí que tenga esa sensación de que no conecta con nadie y que al final está solo», explica la psicóloga Infante, que entre sus especialidades destaca el tratamiento del acoso escolar.

LGTBI

Las personas del colectivo LGTBI también tienen una mayor probabilidad (48,7%) que las heterosexuales de sufrir soledad no deseada. Lo mismo ocurre con las personas de origen extranjero, que tienen hasta un 72,5% de mayor probabilidad de sentirse solas. El estudio también revela que la soledad no deseada afecta en mayor medida a las mujeres (31,1%) que a los hombres (20,2%)

La gravedad de estas cifras es que la soledad no deseada no solo entristece o aburre a quien la padece, sino que puede tener importantes consecuencias para la salud mental. «Somos seres sociales y necesitamos las relaciones para nutrirnos. Por lo que el no tenerlas puede causar desde estrés, ansiedad, falta de habilidades sociales, depresión hasta en un futuro incluso poder llegar a tener pensamientos o conductas suicidas», alerta Infante, que puntualiza que esta soledad forzada también puede ser la puerta de entrada a otras enfermedades a nivel físico.

Los estudios apuntan a que existe una mayor prevalencia de soledad no deseada en jóvenes, antes que en personas de la tercera edad.

Los estudios apuntan a que existe una mayor prevalencia de soledad no deseada en jóvenes, antes que en personas de la tercera edad. / Freepik

Adolescentes más «apáticos» e «individualistas»

Más allá de los datos, este sentimiento creciente de soledad se viene detectando desde hace tiempo en las aulas malagueñas, donde los profesores han percibido cómo los adolescentes están más «apáticos» y tienen más dificultades para relacionarse entre ellos. «Se ha notado mucho. Los niños no son los mismos que antes de la pandemia. Es verdad que le echamos toda la culpa a la pandemia, y no tiene culpa de todo, pero sí es cierto que el uso de las pantallas y las redes sociales se ha generalizado tanto que incluso genera muchos problemas entre ellos mismos», sostiene María Ángeles Narváez, directora del Instituto María Victoria Atencia, que lamenta que la juventud, en lugar de estar «muy viva, está muy apática».

«Es muy importante que estas relaciones sean sanas y que no estén viciadas por dar una imagen o vender un producto, sino que sea una relación sana de un compartir cara a cara y el día a día, pues eso también les ayuda a ellos en su propia autoestima y a la hora de desenvolverse con los demás», añade la directora del centro que, tras 17 años de experiencia, asegura que a los adolescentes les cuesta mucho más ahora hacer trabajos en grupo y que son más individualistas. «Los juegos en el patio ya no son los que eran y cada vez cuesta más que sean cooperativos», añade.

A pesar del claro impacto que el coronavirus ha tenido en los más jóvenes, los autores del estudio aclaran que la encuesta demuestra que la pandemia no se considera la causa de la situación de soledad no deseada para la mayoría de los jóvenes (79,6%) que la sufren en la actualidad, ya que solo uno de cada cinco (20,4%) jóvenes que se sienten solos considera que la pandemia sí ha sido la causa de su soledad.

En este sentido, los expertos advierten que la soledad de los jóvenes en España no es un fenómeno puntual o «pasajero», pues las cifras revelan que cerca de la mitad de los jóvenes que se sienten solos actualmente llevan sintiéndose solos desde hace más de tres años (45,7%). Los autores del estudio concluyen, por tanto, que las cifras «hablan por sí solas» y demuestran que la soledad no deseada es «uno de los principales problemas de la juventud actualmente». En este sentido, especialistas como la psicóloga Desirée Infante alertan que, si no cambia el panorama actual, «lamentablemente estas cifras van a seguir cada vez creciendo más».

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