Arqueología

Las terracotas de los fenicios, al completo

La Colección Ifergán muestra por vez primera en su sede de Málaga sus 201 terracotas fenicias, consideradas la mejor colección del mundo y presenta un catálogo con el estudio de las piezas

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Alfareros de uno o varios talleres de Tiro, en el actual Líbano, las realizaron con moldes entre los siglos VI y IV antes de Cristo y las piezas, que representan a sacerdotes, sacerdotisas, devotos de ambos sexos, dioses, mujeres embarazadas, naves... acabaron en el fondo del mar, en aguas próximas a esta ciudad fenicia.

Durante 30 años, 201 de estas esculturas de barro cocido, originalmente policromadas, fueron adquiridas por medio mundo por Vicente Jiménez Ifergán y por vez primera, pues antes sólo se exponía cerca de la mitad, pueden admirarse al completo en la Ifergán Collection, en el 9 de la calle Sebastián Souvirón de Málaga capital. 

En primer plano, una figura sedente masculina. Colección Ifergán.

En primer plano, una figura sedente masculina. Colección Ifergán. / Álex Zea

La novedad es fruto de la reforma museológica de esta colección, que abrió sus puertas en Málaga en 2018. El cambio viene acompañado, en el espacio expositivo, de las impresionantes ilustraciones de Julio Antonio Valero, quien ha tenido entre otros el asesoramiento del propio Vicente Jiménez Ifergán.

Además, se ha aprovechado para publicar un catálogo de 450 páginas titulado ‘Dioses naufragados. La ruta fenicia de Tiro a Málaka’, realizado sin ayuda institucional alguna y que incluye un detallado estudio de las terracotas por parte de Eduardo García Alfonso, arqueólogo del Museo de Málaga y experto en el mundo fenicio. 

«La colección es la primera del mundo en su género», explicó el pasado miércoles el arqueólogo, durante la presentación del catálogo en la Sociedad Económica.

Exposición de arte fenicio en Málaga

Algunas de las piezas de la exposición / Álex Zea

El origen de las piezas

Este jueves, Eduardo García Alfonso acompañó a los periodistas a una visita guiada por estas piezas excepcionales y de paso, compartió una novedosa hipótesis sobre su lugar de hallazgo: Se trata de exvotos depositados por los creyentes y que se encontraban en un principio en el sanctasanctórum del templo de Tiro, a los pies de la divinidad, Melqart, dios fundador de la ciudad e inventor de la navegación.

El arqueólogo ve plausible que, una vez al año, con ocasión de la fiesta del Melqart en la que se celebraba su resurrección anual y que tenía lugar entre febrero y marzo, coincidiendo con el equinoccio de primavera, las piezas depositadas por los devotos a lo largo del año para pedir diferentes favores al dios, fueran lanzadas al mar como parte de un ritual, posiblemente vinculado al mito de fundación de la propia Tiro. 

Figuras de terracota de embarcaciones, con la ilustración de fondo de Julio Antonio Valero.

Figuras de terracota de embarcaciones, con la ilustración de fondo de Julio Antonio Valero. / Álex Zea

El mito de las islas flotantes

Según esta historia mítica, Tiro habría nacido, por indicación de Hércules (el Melqart fenicio) que ordenó a los futuros fundadores «buscar unas islas flotantes, les construyó un barco y encontrarían un olivo en llamas sin consumirse, un águila y una serpiente». Los navegantes encontraron dos islas con estas indicaciones, sacrificaron el águila «y cuando la sangre tocó la roca, las islas quedaron asentadas en el fondo y ahí nació Tiro». 

El arqueólogo no descarta que el lanzar los exvotos al mar estuviera relacionado con ese «echar raíces» de las dos islas míticas que dieron lugar a Tiro. 

Figuras de la diosa de la fecundidad Astarté, representada desnuda y a veces en estado de gestación. Colección Ifergán.

Figuras de la diosa de la fecundidad Astarté, representada desnuda y a veces en estado de gestación. Colección Ifergán. / Álex Zea

En cualquier caso, la explicación relacionada con un ritual lo ve más probable que la teoría de que las terracotas fueron embarcadas para escapar del asedio de Alejandro Magno a Tiro en el 332 a.C. dado que eran piezas sin un valor especialmente alto; en su opinión más lógico habría sido embarcar los dioses de la ciudad para ponerlos a salvo de los griegos.

El arco temporal de las terracotas, desde los mencionados siglos VI a IV antes de Cristo, coincidiría con un breve periodo de dominación neobabilónico y el resto, con la dominación persa, que fue «la edad dorada de Tiro». Desde el punto de vista del estilo, en estos dos siglos se aprecian piezas de estilo más arcaico y otras, en la etapa final, en el que se evidencia la influencia griega.

Catálogo de la colección de terracotas fenicias de la Colección Ifergán, con un estudio de Eduardo García Alfonso.

Catálogo de la colección de terracotas fenicias de la Colección Ifergán, con un estudio de Eduardo García Alfonso. / A.V.

Entre las curiosidades de estas joyas arqueológicas hay terracotas que simulan partos, con dos matronas o quizás divinidades que asisten a la madre, así como otras que representan a figuras femeninas con instrumentos musicales, algo relacionado con la prostitución sagrada que se practicaba en los templos. 

Muchos de estos exvotos parecen representar a simples devotos que piden algo a sus dioses. Como destaca Eduardo García Alfonso, fue a partir del siglo VI a. de C. cuando se produjo una democratización de los cultos en el mundo fenicio, que hizo que proliferaran estas piezas. La nueva exposición y el catálogo que las estudia permitirá conocer mejor esta colección única en el mundo.