Opinión | Notas de domingo

Parecer tonto

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tonto

parecer tonto / Jose María de Loma

Lunes. De las tormentas de ideas solo salen ocurrencias meteorológicas. Da mucho que pensar el verbo elucubrar.

Martes. Me entrevista Julián Torres, joven estudiante de Periodismo de la UMA. A los estudiantes de Periodismo a veces los castigan con trabajos que consisten en entrevistar a periodistas en activo, que en tal lance digo yo que basculamos entre soltarles el rollo, la tentación de las batallitas y un punto de vanidad. Feliz vanidad y próspero año nuevo. Me habla de usted. Al acabar releo «Elogio del no periodista», de Javier del Pino, en El País. Describe como Larry King, mítico entrevistador fallecido hace unos días, sabía callar y escuchar, guardar silencio. Sacar jugo sin la tentación de parecer más listo que su entrevistado. Dice Del Pino: «Ha muerto el ‘modelo Larry King’, que él definía en dos palabras: parecer tonto. Así de simple». Esto frente al modelo de «periodista intenso e incisivo que tanto se lleva». Yo espero no haber parecido tonto, pero como entrevistado. Días después, Julián Torres me envía su trabajo, un trabajo de observador y buen interrogador, de un tío que escucha. Que capta.

Miércoles. De repente, la primavera. Una primavera adelantada, rara. El aire ha cambiado, los días son notoriamente más largos. El placer de echarse a caminar a media tarde, con rumbo pero sin norte. Escudriñando la ciudad, mirando fachadas, oteando ventanas. Un callejeo por la urbe, que muere a media tarde, un deambular gozando de un ensueño de libertad. O un señuelo, tal vez. Para poner el punto prosaico anoto un pequeño dolor en los riñones. De vuelta a casa, la tentación es el sofá y la obligación la mesa de trabajo. He escrito columnas en trenes y aviones, en el móvil y en máquinas de escribir; de pie y hasta una vez la dicté. Pero en un sofá nunca. El sofá sueña con ser cama. El sillón a juego sueña con independizarse del sofá. La gente cuenta sus ex y sus coches y casas. Los viajes. La vida también es una sucesión de sofás. Con lo cómoda que es, la palabra butaca está dejando de utilizarse. Yo no sé si el cómodo nace o se mece.

Jueves. Desayuno con el secretario provincial de los socialistas malagueños, Ruiz Espejo, hombre afable e informado. Charlamos sobre la susanidad y el susanismo y acerca de Sánchez y de las cosas del PSOE. Más tarde, Domi del Postigo y Laura Teruel, con quienes mantengo tertulia, resaltan que el PSOE siempre tiene sus asuntos internos de puertas abiertas y que, claro, eso da mucho juego. Y tanto. Habrá primarias, afirma Espejo en ese desayuno, pitufo catalán. «Susana Díaz tiene derecho a presentarse», afirma como elogio máximo. Igualmente parlamos de asuntos importantes: también él es de los que solo toma bacon en el desayuno cuando está en un hotel.

Viernes. Las juergas ahora son irse por la mañana de librerías. Me compro en Luces Los ‘Diarios’ que Stefan Zweig redactó entre 1931 y 1940 (Ediciones 98). Golosina intelectual. La felicidad es máxima. Compro otros volúmenes más y al pagar le digo a mi amigo Luis: ahora el resto del mes a mortadela. La chica de la caja se ríe pero no se ríe mucho. La verdad es que tanto no le queda al mes ni la mortadela está tan mala ni sería la primera vez. De estudiante en Madrid, a veces, la dieta la dominaban las salchichas baratas. La de aceitunas era mi preferida. Mi madre me la compraba de chico. La mortadela, no las salchichas. Una de las formas de soledad será que nadie te diga no comas tanto embutido.