Opinión

Encuentro con Ibn Gabirol en la línea 5

Me comenta Eva Bagu - valiosa integrante del equipo responsable del recorrido exitoso de la EMT en las dos últimas décadas; artífice de convertir esta empresa municipal en un referente de excelencia nacional e internacional - que Ibn Gabirol ha elegido el bus para asistir a los actos del milenario de su nacimiento. Coincido con el filósofo y poeta malagueño, quizás el pensador más trascendente y fascinante de los intelectuales judíos del medievo español, en la parada 1013 de la línea 5, de vuelta hacia el Centro tras hacer una visita al yacimiento fenicio del siglo VIII a. C. del Cerro del Villar, considerado como uno de los más relevantes del Mediterráneo Occidental y germen de la actual ciudad. Tras su carácter taciturno al tiempo que apasionado; ensimismado, me advierte, con su estilo único, de la esencia metafísica de los seres: La fuente de la vida. Él, gran precursor, piensa en un mundo paralelo el cual se vislumbra como una representación en un espejo; esto es, donde la copia de la realidad es su modelo original. Me quedo absorto y me dice: la existencia física es un sistema ordenado de reflejos y copias de copias. El poeta de los diversos mundos me sobrecoge. Llegamos a la Alameda y le sugiero despedirnos junto al mar. Por el camino le comento -ahora al poeta- sobre el informe de rechazo del Ministerio de Cultura al proyecto del rascacielos en el Puerto de Málaga porque «altera de manera irreversible el paisaje histórico». Se detiene «ha-Malaqui» y versa su Plegaria al contemplar Málaga desde La Farola: «Te busco en todas mis auroras y crepúsculos/ extiendo hacia ti mis manos y mi faz. / Hacia ti clamo con el corazón sediento /como el mendigo que pide junto a mi puerta y mi umbral. / Las alturas no pueden servirte de morada. / Tú resides dentro de mí». Conmovido, me mira y susurra: la prueba de las buenas costumbres es ser paciente con los malos. El poniente se cubre de escarlata.