Opinión | Tribuna

Niños

Mazazo de la pandemia a la Educación Infantil’. El titular a cinco columnas es del diario ‘El País’. Caen uno tras otro los grupos de pequeños de la escuela española. Nos hablan del territorio ‘vacía-do’ (gentes que se han ido, vamos) de Teruel, Soria y Zamora pero la crisis de natalidad nos está dejando en patas de gallo. Languidecen los Juzgados de Paz y Registros Civiles. Los bolígrafos del mostrador acumulan telarañas; los funcionarios lloran lágrimas negras y aquello es un ir y venir de partidas de defunción que llenan tomos con la banda sonora de ‘Paint it black’. Ni una alegría con nombre de Héctor, Iker, Marco o Alba. Hasta una ‘Jenny’, Jonatan o Estela María sería oro caído del cielo en estas aciagas horas de pirámide invertida. De los Pirineos a Marruecos cada vez huele menos a Nenuco y más a bolitas de naftalina.

Un desierto de chupetes ‘zoombies’ se extiende sobre la península como sombra de Mordor. Cierran líneas escolares; las guarderías son las de la serie ‘Chernobil’ y los carritos caen por las escalerillas del metro como en ‘Los Intocables de Eliot Ness’. Padres que protestan, pancarta y silbato en mano, a las puertas de los CEIP. Caen las demandas de matrículas. La Administración desespera poniendo paños calientes, pero en los despachos, los jefes de servicio sollozan y por las noches cambian cuentos por manuales de atención a la Tercera Edad. Es país para viejos. Nadie quiere ver caer la clase C del primer curso de Infantil; pero nos empeñamos en protestar hasta cuando no se puede. Y ahora qué. Estamos pensando en maniquíes de niños/niñas/niñes -igualdad de léxico- que se muevan solos por el patio. Caras sonrientes en forma de holograma y cuando esto no sea suficiente pediremos por ‘AliExpress’ una partida de robots con caritas sonrientes.

Estamos a punto de caer en un ‘Hiroshima’ demográfico sin precedentes en la rancia historia de España y luego a ver quien abona las pagas setenteras de los ‘babyboomers’ de los sesenta. Porque eso es otra, resulta que no nos gustan los inmigrantes. No queremos que vengan de fuera, no nos parece bien que los de por ahí aumenten la prole en territorio nacional. Es que ¡válgame Dios!; se cargan los valores y el ‘folk’ del que tanto nos gusta presumir cubata en mano y banderita multibanda en la muñeca.

–“Todo se nos va en ayudas, oíga”.

-“Ya, pero lo que sí te gusta es cobrar el día 28 esa paga del Estado que es pedrea de Primitiva en un país en quiebra”, podríamos responder.

Otros aguardan confiados a la solución política. Pues nada… que sigan en la silla de anea con patas de carcoma. Yo conozco a uno que murió esperando. Peinó canas y ahora sólo cartón craneal le queda. Cómo van a arreglar esto los de la poltrona de cuero; los que sólo piensan en las próximas elecciones que es el futuro providencial a cuatro años vista. Un lustro -menos uno- es la vida entera para un ‘ambicionador’ de camelos, para un ‘suavón’ de Audi A6 con antenita y cristales tintados.

“No tienen hijos porque no quieren”, dicen por ahí… “Es que se vive muy a gusto haciendo lo que te da la gana”, responden otros… Los protagonistas del tema; esos de 25 a 40, que están en edad de procrear, viven con los padres, comen salchichas ‘Campofrío’ y lamentan que el Renault 5 de estos tiempos -un Dacia por ejemplo- sea ya un artículo de lujo.

Tampoco ayuda el fenómeno de ‘los nuevos’. Es decir; los 50 son los nuevos 40; los cuarenta son los nuevos 30, los treinta son los nuevos 20 y los veinte -ya me río- son lo nuevos diez. Es decir; haced vosotros la cuenta de cabeza a ver si os cuadra. Pero; ¡ay amigo!; la biología no entiende de barcos. Mi hermana, que es ginecóloga y anda por los quirófanos de Maternidad me cuenta historias que ponen los pelos de punta.

Mientras ponemos patas arriba la España ‘viejoven’ y le damos la vuelta a la pirámide demográfica al estilo Dinamarca, Alemania, Suecia, Noruega, Austria; etc. etc.; que eso sólo se logra a base de rigor, políticas de conciliación serias -dinero contante y sonante para las parejas o familias- y la convicción de hacer país de verdad en lugar de entonar el himno que toca en Colón -a la derecha-; Casas Viejas -a la izquierda- o Gibraltar -al centro y ‘pa’ dentro-; hay otras conclusiones fantasiosas que podemos comenzar a extraer ya. Preguntas sin respuesta: ¿Debo seguir con la historia de ‘La Aceitunilla Pepa’ tal como va o la próxima la escribo con letras grandes para los mayores? ¿Quién heredará los coches, pisos, parcelas y ahorros de mi generación cuarentona? Nosotros pillaremos lo del padre y la madre, pero ¿Quién recogerá lo nuestro? ¿Los sobrinos? Tampoco habrá porque el sobrino es el hijo de tu hermano y tu hermano o hermana no tienen niños ¿Se lo quedará el Estado? ¿Y si todo fuera una estrategia del propio Estado para resolver la ruina billonaria en la que estamos?

En fin; animaos!! Yo al menos tengo una. Dormir, comer, soñar y lo demás, todo es empezar. Por España; por el Rey. Por Felipe, que tiene dos.