Opinión | La calle a tragos

Las canciones tristes de este verano

El lunes empieza el primer agosto de nuestras vidas sin Georgie Dann. Esta vez, el estío baila al son de melodías tan peligrosas como las que advierten de la inflación o informan de los incendios

Fruta en supermercado

Fruta en supermercado / ALDI - Archivo

Últimamente, ante los folios en blanco sobre los que escribo, me da por pensar que este es nuestro primer verano sin Georgie Dann (1940-2021). Sin ir más lejos, el lunes empieza el primer agosto de nuestras vidas en el que ya no estará este hombre al que tanta alegría le debemos. Era, sin duda, el maestro de un género que nos ponía en bandeja la banda sonora de las vacaciones. Ni los estragos de la pandemia han logrado robarnos el recuerdo difuminado de aquellos otros años más felices en los que él reinó con ‘El chiringuito’, ‘La barbacoa’ o ‘Mami qué será lo que quiere el negro’.

El que está sirviendo este 2022, es un verano agridulce. Un contraste que parte de la deseada huida de la convivencia más dramática con el coronavirus. Y, pese a la explosión multitudinaria del turismo o esas primeras veces que devuelven el regreso de las ferias, no termina de sacudirse los fantasmas de la crisis y la incertidumbre.

Esta vez, el estío tararea canciones tristes. Baila al son de melodías tan peligrosas como las que nos advierten de la inflación o informan de los incendios, para hacer aún más traicionera la crónica de sucesos que alimenta estas fechas.

El itinerario por el supermercado empieza a convertirse en un vía crucis que castiga con un baño de la realidad a quien está convencido de que ahora hay que tirar la casa por la ventana. Asistimos a un redondeo encubierto que transforma a los céntimos de más en un arma punzante. En un pincel que tiñe de negro el cercano horizonte del otoño.

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