Opinión | MÁLAGA DE UN VISTAZO

Ahorro de energía, falta de ganas

Imagen de un aire acondicionado a 27 grados.

Imagen de un aire acondicionado a 27 grados. / Jesús Hellín

La energía ni se crea ni destruye, se transforma en infinidad de cosas, primero en negocio y luego en todas las otras; en codicia y avaricia, en pobreza de muchos y riqueza de unos pocos, en calor y frío al gusto o insoportable, en contaminación atmosférica y cambio climático, en debates, luchas de poder y guerras. La energía ni se crea ni se destruye, pero al producirla arrasamos con todo y nos transforma.

La energía es infinita, pero a nosotros no nos basta. Optamos por la que se acaba porque lo escaso tiene más valor, y la energía que se crea y nos destruye se vende más cara. Sube el precio de la luz y cada vez lo vemos todo menos claro, sube el precio de la gasolina y se llenan los tanques, sube el precio del gas cuando se evapora la paz, aunque en estos tiempos la paz es sólo una guerra dormida, sedada con economía, con somníferos de beneficios que cada vez hacen menos efecto, aunque se incremente la dosis. Ahora con un ojo abierto la amenaza está en el guiño del otro. La energía es infinita, pero termina con nosotros, nos agota su búsqueda, nos desgasta su uso, nos degrada su gestión y la interesada escasez.

La energía se transfiere de una punta del mundo al otro extremo por tierra y mar hasta que alguien cierra el grifo y no sale ni una gota, la energía se mueve y nos empuja a unos contra otros si se agota. Ahora llega la exigencia de un ahorro energético y eso carga las pilas de unos cuantos que sólo hablan cuando se ruega silencio. Llega el ahorro y nos pilla cansados los unos de los otros, de tanta pelea fingida, de esta incapacidad general de ponerse de acuerdo en lo más básico. Míralos, se niegan a ahorrar energía y también a mover un dedo para que no falte.

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