Opinión | Málaga de un vistazo

Me aburro

'Me aburro’, sempiterna aseveración pronunciada o pensada innumerables veces. Mi abuela solía responderme «pues abúrrase usted» y acababa ideando algo para matar esas horas en que nadie ni nada te entretienen; entonces aprendías a observar hormigas, inventar historietas con muñecos, leer tebeos… Mi abuela me contaba historias de antaño, sin mencionar la Guerra de Cuba, donde vivió un tiempo, ni la Guerra Civil, ni la Mundial, ni las vicisitudes vividas y escribía poesía o novelas románticas en su máquina de escribir con disciplina y entusiasmo, igualmente con su encaje de bolillos o el croché, sobrepasando los noventa años incluso. Parece que quienes vivieron con sus hijos tanta guerra y sinrazón enterraron el hacha para no basar en el odio y rencor la sociedad que debían reconstruir. Los que vivieron la posguerra y dictadura parece que recuperaron las ganas de socializar y criaron sobre palmitos a su prole. Éstos, parece que rescataron sentimientos que hubieran correspondido a sus antecesores y, más allá de los fines historicistas, con el tiempo el dolor se puede tergiversar. Es axioma que «quien olvida su pasado está condenado a repetirlo», pero parece que traer fantasmas de la guerra civil tuviera el trasfondo de rescatar viejos odios y recordemos que «a aguas revueltas, ganancia de pescadores». Ahora cualquiera con cierto criterio no oficial es fascista, indiferentemente de derecha o izquierda.

Nuestros políticos se preparan para las siguientes elecciones 2023 y sus discursos siguen rezumando mensajes peligrosamente atávicos. Es mi axioma que «un pueblo viciado e ignorante encumbrará y sufrirá soberbios que los dominen». Los votos conseguidos no otorgan toda licencia, pero no nos preguntarán más. Se aseguran de que no tengamos criterio, por la educación que nos dirigen y la manipulación mediática, además lo permitimos. Abuela, me aburro.

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