Viento fresco

Agoreros, no

Qué pesadez el agorero. Todo va a ir mal. Lo bueno le contraria. Jamás se alegran de la alegría

Un hombre disfrazado minutos antes del inicio del Sorteo de Navidad de la Lotería.

Un hombre disfrazado minutos antes del inicio del Sorteo de Navidad de la Lotería. / Eduardo Parra - Europa Press

Jose María de Loma

Jose María de Loma

El Banco de España ha dicho que no habrá recesión. Y a los agoreros les ha dado un jamacuco. La alegría es al agorero lo que la kryptonita a Superman o el vinagre a las heridas. El agorero tiene ahora que ir por la calle con su «te lo dije» envainado o escondido en el bolsillo o alojado en la garganta, deseoso de salir.

El Banco de España ha mejorado incluso su previsión inicial y aunque no atemos los canes con morcilla y los precios estén por las nubes (qué raro que nadie haya comerciado con ellas o las haya privatizado), lo cierto es que esos precios desorbitados también lo son porque las grandes superficies y supermercados están aumentando sus márgenes. Aprovechando que el Pisuerga pasa por la inflación. Dicho a lo bruto y en profano: la inflación va por un 6,8 pero los precios han subido a lo menos qué sé yo, un ocho, diez o quince por ciento. En cualquier caso, no pocos de los agoreros, profetas de la catástrofe, profesionales del pesimismo, aguafiestas sin fiesta, preveían y cacareaban «un otoño terrible». Otoño que pasó y dio paso al invierno, tal y como pronosticaría cualquiera. Y el invierno ha llegado y la catástrofe económica no está aquí. Lo suyo es alegrarse. Y comprar algo para celebrarlo. Las dificultades económicas son muchas y nadie entienda esto como lo que no es. Y sí por lo que es: los agoreros nos sobran, abundan. Es una especie que se reproduce sin desmayo. Yo creo que un agorero ve a otro y le propone matrimonio. Claro que si son agoreros de verdad pues pronosticarán que lo suyo va a salir mal. Debe ser terrible un encame de un agorero o agorera con un o una optimista pertinaz. El optimista opina que el agorero dejará de serlo algún día, pero el agorero cree que lo será más porque la cosa irá a peor. La cosa. A veces estoy tentado de preguntar qué es la cosa, cómo está la cosa, vaya cosa. Qué cosas. Ojo con los agoreros, aguardan en cualquier esquina. Hoy dirán que no nos va a tocar la lotería. Son de los que no compran bajo ese argumento: no toca. Y como no compran nunca les toca y jamás saborearán un triunfo. Y un triunfo ajeno, tampoco.

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