Tribuna

Entre no me llamas y no voy

Carmen Lumbierres

Carmen Lumbierres

Nadia Calviño, política moderada donde las haya, sin saber muy bien a qué se refieren cuando hablan de esa virtud, en un mitin de inicio de la precampaña electoral gallega, le explica a Nuñez Feijóo qué es primero de democracia. Si el presidente te llama vas, espeta a la audiencia, en este lío monumental que tenemos en este país entre lo institucional y lo de partido. Si te llaman desde cualquier autoridad de Estado, a veces se va y otras no, muchos partidos no van a la ronda de consultas del Jefe del Estado para la propuesta de candidato al gobierno, y no se ha roto España. No hay una obligación sacrosanta de ir ante nadie, será mejor o peor idea pero entra dentro del ejercicio de libertad de los partidos, no nos podemos escandalizar ante unos sí, y otros no.

Ni el PP quiere dar la foto del apretón de manos a Sánchez antes de esa precampaña y bajarse del empeño de ser el ganador moral de las elecciones, ni el PSOE ofrece un guion claro de la entrevista más allá de la renovación del CGPJ y de la reforma del aberrante «disminuidos» de la Constitución. Aunque a Sánchez después del último escándalo, vamos a uno por semana en este mundo tan superlativo, le viene bien la foto para despistar sobre que un hombre que ya fue alcalde de esa ciudad entre 2015 y 2019, que condenó públicamente la violencia asesina de ETA en 1998 y fue amenazado por la banda terrorista sea investido de nuevo alcalde, con una moción de censura por medio, con el apoyo del PSN. En este juego de ir cambiando el foco cada poco para saber contra quién vamos se nos van a cruzar en el medio del escenario unos y otros e igual así acabamos con la renombrada polarización.

Mientras Abascal dice que ya no quiere colgar por los pies a nadie, la todavía alcaldesa de Pamplona advierte que Sánchez es lo peor que le ha pasado a este país, por dos veces lo repite. Y la señora Ibarrola sabe tan bien como yo que en este país ETA extorsionaba, secuestraba y asesinaba durante varias décadas, antes y después de un intento de golpe de Estado, del de los tiros en el Congreso, y ese alzamiento catalán que duró minutos. Esto solo por hablar de la etapa democrática, en el que siguen asesinando a una mujer por violencia machista cada seis días. Así que te gustará más o menos Sánchez pero la exageración no es buena ni para su propio partido.

Mientras nos quedamos con la espuma de las fotos, hay un país que continúa esperando que se gobierne desde la Administración central, las comunidades autónomas y los ayuntamientos. Hasta las europeas a base de amnistía, Bildu y no me llames que cuelgo yo se nos va a hacer rematadamente largo, que además hay que superar unas Navidades.

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