Tribuna

Inteligencia Artificial y el Homo Videns

Ana Belén Palomo

Ana Belén Palomo

Señoras y señores, ajusten bien sus dioptrías que vienen curvas, que si las fake news pusieron en jaque a más de un político en plena campaña, la llegada de la Inteligencia Artificial (IA) ha provocado un nuevo terremoto en la línea de flotación del Homo Videns. Y es que Giovanni Sartori nos retiró el título de Homo Sapiens allá por 1997 y nos colgó el sambenito del Homo Videns y el «si no lo veo no lo creo» cuando dejamos de intentar ser sabios, nos olvidamos de leer y conocer y comprender y pensar por nosotros mismos. Nos empezamos a guiar exclusivamente por la imagen, por la foto, por la televisión.

Pues con la facilidad en el acceso a herramientas basadas en IA, estamos poniendo en manos de cualquiera imágenes, audios y vídeos personales de cada uno de nosotros a merced de las llamadas Deepfakes o la difusión de vídeos falsos aparentemente reales. Que no les resulte extraño ver a Putin bailando la Macarena o a la novia del futbolista de turno con barba porque era un hombre, «que yo lo he visto». Que si a un diario de prestigio le han colado el vídeo o la foto, imagínese al vecino del quinto. Que ya no es una cara recortada con el Photoshop del niño, ahora es alguien haciendo o diciendo algo que no ha hecho o dicho en su vida, moviendo los labios y gesticulando con toda la normalidad del mundo. «Que ese no soy yo», «que eso yo no lo diría nunca», «que yo allí no estuve», pues vaya rezando a la Virgen de Lourdes.

Yo le preguntaría a Sartori si dejaremos de ser Homo Videns para volver a pensar, aunque sea un poquito, o estaremos ante una nueva categoría. Si ya no nos serán fiables ni los textos ni las imágenes ni los audios ni los vídeos ni la palabra.

¿Sólo valdrá lo que se escuche de viva voz y en directo, el hombre que está aquí y ahora:

Homo Hic et Nunc?

¿Sólo valdrá el hombre que esté en todas partes: Homo Ubicuns y/o Homo Paco de la Torre?

Y si esto no es posible, ¿nos tendremos que creer lo que nos dice nuestro líder, nuestro partido, nuestro equipo de fútbol o nuestro cuñado, sin más filtros: el hombre dirigido: Homo Directuns? ¿Acaso no lo somos ya?

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