Ver, oír y gritar

Los escándalos nuestros de cada día

La banca nunca pierde y ha batido récord en 2023 con 26.000 millones en el bolsillo

Moreno Bonilla pide dinero a Bruselas por la emergencia climática, mientras los 109 campos de golf andaluces no tienen restricciones de riego

Moreno Bonilla pide dinero a Bruselas por la emergencia climática, mientras los 109 campos de golf andaluces no tienen restricciones de riego / EP

Marc Llorente

Marc Llorente

Al Gobierno de Sánchez se le acumula el trabajo encima de la mesa. Debe despachar asuntos constantemente y hacer equilibrios en la cuerda floja. Respecto a la ley de amnistía que revolotea en sesión continua como argumento del PP para torpedear, no acepta la solución de Junts. Sí plantea cambios en la Ley de Enjuiciamiento Criminal para subsanar dudas.

La cuestión es convencer a ese grupo independentista, lo que no supone ninguna concesión de cara a conseguir el independentismo catalán un referéndum de autodeterminación, que probablemente perdería. Convencerle de que todos los implicados en el «procés» quedarán bajo los efectos de esa ley con la única intención de inaugurar un nuevo tiempo político más sensato en Cataluña por parte de todos.

Algunos se resisten a ello, empezando por el partido de Puigdemont y siguiendo por Feijóo y compañía. En la misma onda, el juez García-Castellón sigue haciendo de las suyas más allá de la lógica labor judicial con el caso Tsunami. Ejerce de activista popular, dilata tramitaciones artificialmente e incurre en contradicciones. Acusa de terrorismo al expresidente de la Generalitat, sin argumentos serios según la Fiscalía.

Los falsos paladines de la Constitución y del Estado de derecho despliegan sus dotes de resistencia política y social con sus lanzas que apuntan al «ilegítimo» presidente Pedro Sánchez. Los que se erigen en salvadores de España, por la gracia de Dios, continúan ofreciéndonos sus representaciones de opereta con marcado patetismo. Honor, traición, y venganza, momentos cumbre de la epopeya acompañados por los efectos escénicos del bufón Tellado para sorprender a la audiencia. En este melodrama le atribuyen a Sánchez el papel de villano. El héroe es el líder gallego con permiso de la lideresa madrileña, la heroína Ayuso o el gran teleñeco controlado por sus guionistas.

Los jirones de pasión, alucinación y el orgullo nacional caminan por la senda del escándalo nuestro de cada día con su fiebre romántica que busca el aplauso de los más conservadores. La altisonancia del desbocado lenguaje, eco de visiones hiperdramáticas, nos advierte de «consecuencias irreparables» si no se frena la tramitación de dicha ley. De «crisis constitucional», ignorando la legitimidad del debate democrático.

La actitud de ciertos individuos cae de lleno en una grotesca parodia llena de cargadas tintas. Los «defensores» de la democracia acusan al PSOE y a sus aliados de huir hacia delante. Lo que no se debe hacer es poner freno, marcha atrás y regresar al pasado a bordo de un DeLorean. Cualquier forma de progreso y de diálogo constructivo se les indigesta. Ahí tienen la guerra sucia como estrategia permanente contra el adversario. Son así y no cambian de argumento en la oposición ni cuando gobiernan. El rechazo a las medidas sociales es obvio.

Decíamos que el Ejecutivo de Sánchez debe hacer equilibrios en la cuerda floja. El empleo no va mal, si bien los datos del paro registrado en enero no son nada positivos. Es tradición que ocurra en ese mes por los contratos temporales del comercio y de la hostelería. La peor parte se la llevan las mujeres y los jóvenes. La precariedad, aun en los contratos indefinidos, es una de las constantes del mercado, y las cifran evidencian que no ha variado la estructura económica y laboral. Una asignatura pendiente que tendría que aprobar la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en favor del empleo digno, mayoritariamente, y de una reforma de los sectores productivos.

La banca, sin embargo, nunca pierde y ha batido récord en 2023 con 26.000 millones en el bolsillo. Veinte veces más de lo pagado por el impuesto. Y se quejan. El alza de tipos de interés y los hipotecados llenan las alforjas de esta «gente de bien». La ausencia de reparto de beneficios provoca que los sindicatos convoquen paros y protestas. Esas son las reglas del juego. Unos ganan siempre y otros pierden como Dios manda.

Vean al presidente andaluz, Moreno Bonilla, pidiendo dinero a Bruselas por la emergencia climática. Los 109 campos de golf andaluces no tienen restricciones de riego, aunque eso sí afecta a los agricultores y la ciudadanía. ¿Uso de agua reciclada y no potable? De todos modos, no es sostenible lo de un sector millonario que crece y crece. El turismo, bien, gracias. Pero un solo hoyo de este tipo de instalaciones deportivas consume a diario 100.000 litros de agua. ¿Le asombran los escándalos nuestros de cada día? A mí también, pese a que estemos acostumbrados.

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