Opinión | Notas de domingo

Lluvias y escapada

Silvia Tortosa.

Silvia Tortosa. / Europa Press

Lunes. Camina uno por la calle entre cofrades, preparativos, gentío, guiris mirando al cielo, cafeterías atestadas, sillas del recorrido oficial y vendedores ambulantes que pugnan por lograr un sitio. Se le han hecho pocos versos a los limones cascarúos. Hay un ambiente festivo que se contagia pese a lo gris de la atmósfera. El cronista anda pendiente de la llegada de unos amigos forasteros y no sabe si ofrecerles la experiencia de un paseo por el Centro tratando de atisbar procesiones o una escapada al extrarradio a comer espetos, mirar la mar y pasear castizamente. Dos ciudades en una. Luego irrumpirá la lluvia, con su autoridad. La lluvia mansa también impone, inspira, llena pantanos, entristece a los hombres de trono y aumenta la audiencia televisiva. El Lunes Santo es todo por sí mismo. Es llanto y alegría, prólogo y final. Me da a mí que las rodajas de limones han sido en gran parte sustituidas por las de coco. Hace mucho que no como coco. Lo tengo asociado a las madrugadas de jueves santo, de la mano de mis padres, cansadísimo, de vuelta al coche, siempre lejos, lejísimo. Y entonces la recompensa, una de ellas, para hacer más llevadera la caminata: una rodaja de coco.

Martes. Ha muerto Silvia Tortosa. Gran mujer. Siempre la relacionaré con la película Vota Gundisalvo (1978), que dirigida por Pedro Lazaga y con guión de Antonio Mingote y José Luis Dibildos se rodó en parte en Málaga con muchas escenas en la redacción del diario Sol de España, que por entonces dirigía mi señor padre. Muchos de los extras eran redactores del diario. Junto a Tortosa la protagonizaban Antonio Ferrandis y Emilio Gutiérrez Caba, entre otros. El film retrata a un político veleta que funda un partido: ‘Concordia Democrática del Estado Español’. A través de él se hace un relato sarcástico de la época y de los comienzos de la Transición. Se habló mucho de Vota Gundisalvo en mi casa, los meses de preparativos, el rodaje, el estreno. Yo era niñísimo, claro. Tengo que revisarla. Creo que la entreví hace unos años de madrugada haciendo zapping en un canal perdido.

Miércoles. Canal Sur Radio. Coincido con Antonio Delgado, físico que trabaja en Indiana, USA, y que se ha hecho famoso como meteorólogo cofrade. Viaja mucho a Sevilla, su tierra, y a Málaga, de donde es su mujer. Síganlo en Twitter. Pronostica lluvia en toda Andalucía. Sobre eso, las procesiones, gira la conversación, aunque a mí me gustaría inquirirle por el plato típico de Indiana, los horarios, la moda, por cómo se vive. Si hay torrijas. Si es zona cosmopolita o la América profunda. En los malagueños marchosos, Indiana evoca el nombre de un bar angostillo y con buena música del Centro en el que uno, y tanta y tanta gente, ha pasado estupendas noches. Urge la redacción de un artículo sobre bares míticos. E incluso no míticos. Le ha perdido ya uno la brújula a la noche pero aún no está a salvo de algún tardeo inopinado pisando garitos que en la madrugada estarán verdaderamente animados.

Jueves. Madrid nos recibe con mal tiempo pero la Gran Vía está como tiene que estar la Gran Vía, llena de vida. Gentío, turistas, tiendas, cafeterías. Lo que habrá visto este cielo y esta calle. La ruta ideal incluye un vermú en El gran clavel, un garbeo por la Casa del Libro, una incursión punitiva en algunas tiendas y cruzarla de cabo a rabo para ganar luego la Puerta de Alcalá y llegar hasta Serrano a pasear como un rentista o diletante entre gente bien.

Viernes. Miro el ordenador y recuerdo lo de Larra: «Escribir en Madrid es llorar». Me lanzo a la calle a reír: una cuestión capital.