Memorias en Verde y Morado

Los blancos sí la saben meter

Dan Bingenheimer fue un baloncestista adelantado a su época. Prototipo de 4 moderno, muy poderoso en el 1x1, tenía buena mano y una facilidad pasmosa para atrapar los rebotes por encima de sus rivales

Memoria en verde y morado | Bingenheimer: Los blancos sí la saben meter

Juanma Rodríguez

Juanma Rodríguez

En marzo de 1992 llegó a las pantallas una de las películas más icónicas jamás rodadas sobre el mundo del baloncesto callejero. Ambientada en las pistas de Venice Beach, dos colegas (uno blanco, Woody Harrelson, y otro negro, Wesley Snipes) se combinan a la perfección para desplumar a todos los incautos que se ponen en su camino y así poder saldar una deuda con la Mafia. La dupla posee un dominio increíble del balón y son unos maestros utilizando el «lenguaje basura». Jugones y caraduras, su mejor arma reside en su habilidad para engañar a unos confiados rivales que dudan que el «blanquito» sepa jugar duro en las canchas más competidas de Los Ángeles.

También en 1992, en la capital del Guadalquivir, los fastos de la Exposición Universal alteraban la normalidad de una ciudad que había empezado a disfrutar del baloncesto de primer nivel gracias a un Caja San Fernando que luchaba por asentarse definitivamente en la ACB. En las filas del club sevillano uno de los ídolos de la afición era un fornido y espectacular jugador de raza blanca que, pese a nacer en el frío Illinois, tenía más aspecto de ser vecino de la lujosa comunidad californiana de Beverley Hills como un protagonista más de la mítica serie «Sensación de Vivir».

El rubio Dan Bingenheimer disputaba su tercera temporada en el equipo andaluz allá por 1989 tras debutar en Santa Coloma de Gramanet en la 1ª división B. Gracias a sus mates y su facilidad anotadora, Binhenheimer consiguió hacerse con un buen nombre en el baloncesto español. No tuvo un sencillo comienzo en la plantilla del Caja, llegando a estar muy cuestionado en sus primeros meses. Una actuación superlativa (anotó 35 puntos), clave para derrotar al invicto Fórum de Valladolid del zar Sabonis, le permitió conservar su puesto en el equipo. Ese partido, en el que Dan terminó llorando tras una prórroga épica, supuso un punto de inflexión en su etapa con la camiseta roja del club sevillano.

Con la llegada del corpulento pívot negro Darrel Lockhart, Dan y Darrel se convirtieron en una de las mejores parejas de americanos de la competición nacional. Bingenheimer era un americano muy cercano que solía acudir a los entrenamientos en bicicleta. Para los aficionados más jóvenes, Dan era el espejo en el que mirarse y poder copiar sus movimientos en las pistas de El Alamillo. Javier Gancedo (periodista en la Euroliga y acérrimo seguidor del conjunto cajista) me contó la anécdota que vivió con Bingenheimer en su viaje fin de estudios de COU en la isla de Tenerife. Tuvieron la oportunidad de coincidir con un partido de su Caja San Fernando, y tras hacerse con la victoria, «Bingo» se acercó al grupo de adolescentes sevillanos propinándole un fuerte abrazo a Javier en lo que supone su mejor recuerdo como aficionado cajista.

Ficha de Bingo

Ficha de Bingo

«Bingo» fue un baloncestista adelantado a su época. Prototipo de cuatro moderno, muy poderoso en el 1x1, tenía buena mano en el lanzamiento de tres puntos y una facilidad pasmosa para atrapar los rebotes por encima de sus rivales. Sus contundentes mates hicieron temblar los aros del pabellón de Amate y más tarde eran una delicia para quienes llenaban las gradas del Palacio de San Pablo. Pese a todo ello, Bingenheimer era algo irregular en su juego pudiendo alternar tardes inolvidables con partidos en los que le podían haber tirado cientos de almohadillas, como le sucedía al legendario torero Curro Romero «El Faraón de Camas».

Habitual participante en los concursos de mates que se celebraban en los partidos del All Star de la ACB, Dan poseía una jugada muy característica que unía sus excelentes recursos técnicos con su poderoso físico. Tras atrapar el rebote defensivo, corría la pista botando el balón en el contraataque, hacía una finta de pase por la espalda y con una zancada superaba a su defensor para colgarse con violencia de la canasta. Precisamente esa fue la última jugada en un partido que terminó con una derrota inapelable frente al Pamesa Valencia pero con un regusto magnífico para los aficionados que vieron volar a «Bingo» sobre la cabeza del legendario Brad Branson. Los enfrentamientos que disputó contra los equipos malagueños (Caja de Ronda y Maristas) dejaron imágenes inolvidables y duelos alucinantes contra los Smith o Joe Arlauckas, en los que casi siempre, la victoria se quedaban en Málaga.

Dan Bingenheimer, el blanco que sí la sabía meter, continúa siendo una figura inolvidable en la memoria de la hinchada sevillana. El recuerdo de su juego nos aproxima a un nuevo derbi andaluz al que desgraciadamente faltará José María Martín Urbano, uno de los actores decisivos en el crecimiento del baloncesto de nuestra tierra.

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