Entrenador

Ibon Navarro, el «padre» de la criatura

El técnico vasco ha convertido una plantilla con nueve refuerzos llegados el pasado verano en un bloque compacto, competitivo y ganador en el que cada jugador asume su rol

Ibon Navarro se dirige a sus jugadores durante un tiempo muerto de esta temporada.

Ibon Navarro se dirige a sus jugadores durante un tiempo muerto de esta temporada. / ACBPHOTO

Emilio Fernández

Emilio Fernández

Ibon Navarro vive su mejor momento en Málaga desde que el pasado mes de febrero aterrizó en el Unicaja para tratar de reflotar una nave cajista que por aquel entonces navegaba a la deriva en la Liga Endesa. Los rectores del club de Los Guindos acudieron al entrenador vasco en una situación límite, con el equipo más cerca del descenso a la LEB Oro que de los puestos del play off por el título.

Diez meses después de su llegada a la Costa del Sol, el Unicaja se ha convertido en un equipo fiable, que juega un buen baloncesto, que gana sus partidos con solvencia y que acumula a día de hoy 7 victorias seguidas, cinco en ACB y dos en BCL, que es tercero en la clasificación de la Liga Endesa, que tiene el pase al Round 16 de la competición continental garantizado y que es el único invicto de los 32 equipos que juegan la Basketball Champions League.

Llama la atención que un equipo «fabricado» el pasado verano casi al completo, con 9 fichajes y solo tres supervivientes del pasado curso, juegue a un nivel tan alto. Una de las claves del éxito del equipo es, sin duda, su entrenador. Ibon Navarro, junto a Juanma Rodríguez en la dirección deportiva, y la supervisión del presidente, Antonio Jesús López Nieto, son los ideólogos de este proyecto verde 2022/2023 que el vasco se encarga de guiar desde el banquillo.

El gran mérito de Navarro es, a día de hoy, tener a sus 12 jugadores «enchufados». Todos aportan. Unos días les toca a unos y otros días les toca a otros, saliendo desde el cinco inicial o saliendo desde el banquillo. Su gestión del grupo solo se puede calificar como sobresaliente. Y es que no es nada fácil que un jugador harto de jugar Euroliga a un nivel «top», como puede ser el caso de Will Thomas, asuma ahora pasar tantos minutos en el banquillo. O que un flamante campeón de Europa, como Darío Brizuela, haya sido el jugador número 11 o número 12 en minutos en pista en algún que otro partido. El técnico vasco ha impuesto unos roles que sus jugadores asumen y que son los que han convertido al Unicaja en un equipo competitivo y con hambre.

A Navarro hoy no lo discute nadie, al contrario, pero su etapa en el Unicaja no ha sido siempre de color de rosa. El pasado verano, que nadie lo olvide, su continuidad se puso en entredicho, aunque es justo decir que las dudas se generaron más en el entorno del equipo que en el propio club, que solo un par de días después de acabar la temporada pasada ya anunció de forma oficial la continuidad del vitoriano en el banquillo verde para este curso.

Cuando llegó Ibon Navarro en febrero a Málaga, firmó un contrato plagado de cláusulas que permitían el pasado verano tanto la renovación del mismo como un «corte», previo pago de una indemnización por parte del club. A pesar de la mala imagen del equipo en el esprint final de la Fase Regular, con seis derrotas seguidas, en las oficinas de Los Guindos las críticas se centraron en los jugadores y en su falta de celo competitivo y no tanto en el entrenador. De hecho, se prescindió semanas después de 9 de ellos, asumiendo que la culpa de lo ocurrido estaba en la plantilla y no en el banquillo.

Los rectores del club pusieron en la balanza los pros y los contras en mayo y la decisión fue mantener su apuesta por Navarro, dejando atrás el anhelo de firmar a Pedro Martínez, actual entrenador del Baxi Manresa, una idea que se barajó durante los primeros meses de la pasada campaña, todavía con Fotis Katsikaris al mando del banquillo costasoleño.

Lo que ha pasado desde la renovación de Navarro hasta hoy ha sido todo positivo. El técnico supervisó cada uno de los fichajes realizados por el club en el largo e intenso mercado estival, armó una plantilla con mucho talento, con jugadores complementarios en cada posición y con el físico bajo los aros que faltó la pasada temporada.

Ibon Navarro, pizarra en mano.

Ibon Navarro, pizarra en mano. / UnicajaCB/Fotopress

¿Lo mejor? Que da la impresión de que este equipo todavía no ha tocado techo. Al contrario, hay mucho margen de mejora. La mejor versión de Thomas está por verse, el mejor Barreiro también está por venir, el mejor Ejim tampoco ha aparecido... De momento, la «Marea Verde» disfruta como ya no se recordaba. Ir al Carpena se ha convertido en un momento semanal de fiesta. La afición cuenta las horas para ver a su equipo en directo o por la tele. Sabe que se lo va a pasar bien y que sus jugadores, ganen o pierdan, se lo van a dejar todo sobre el parqué.

El próximo sábado, en Fuenlabrada, a partir de las 18 horas, nueva oportunidad para ver a Navarro y a sus chicos.

Suscríbete para seguir leyendo