Semana Santa Málaga 2024

Un Amor tan grande en la Victoria, que volvió conforme se iba

La corporación, inmersa en la conmemoración de su centenario fundacional, no ha podido completar su recorrido procesional este Viernes Santo ante la amenaza de una lluvia que terminó precipitándose sobre la ciudad cuando la cofradía ya había decidido regresar a su casa hermandad y se encontraba a punto de llegar al encierro

Ignacio A. Castillo

Ignacio A. Castillo

El amor que la Victoria siente por su Amor es inefable. Es el vecino decano del barrio, el más longevo de este histórico arrabal que mantiene el pulso a la existencia y que no se ha dejado aún golpear por la desidia. Donde las casas aún son viviendas familiares y no meros pisos turísticos o solares demarcados con tapias que apenas si sirven ya para dar sombra. Siempre en torno además a sus devociones, a esos pilares en los que también asienta su devenir, ya en la Gloria de septiembre, que siempre marca un nuevo inicio, o en la Pasión, que cierra el círculo, precisamente, el Viernes Santo. Un Amor tan grande, de ida y vuelta, que este año regresaba conforme se iba de su barrio. Porque lo necesita y lo busca, y sale a su encuentro.

Vivía en el Compás un antiguo estibador del puerto. Alguien que cobraba por sacar esos tronos que daban susto ganando así un jornal extra que llevar a casa. Una necesidad que pasó a convertirse en devoción. Cumplía al paso o a la carrerilla. Nunca se quejó del peso. Ni pidió una gorda de más por cumplir con su función. Nunca los dejó arriados en la calle. Ni se le pasó por la cabeza. Cuando tuvo que dejar el oficio de sacar tronos, cuando realmente era un oficio, cada Viernes Santo, salía a su puerta para despedirse del Señor. "Hasta luego, maestro". Esta despedida hace tiempo que no se produce. Pero este año hubiera durado poco. Porque la cofradía, que este año está inmersa en la celebración de su centenario fundacional y el próximo 8 de junio saldrá en procesión extraordinaria, conscientes de que los informes meteorológicos anunciaban lluvia por la noche, salió a la calle a sabiendas de que tendría que volverse sin llegar a Tribuna. "Pero negarse a salir con este cielo es muy difícil", reconocía el hermano mayor, Álvaro Guardiola. Porque a la hora de la salida apenas había nubes. Y lucía el sol. Todo lo contrario a la jornada inmediatamente anterior, que amenazaba con tormenta y, finalmente, no cayó una sola gota hasta bien entrada la madrugada, dejando en casa a Zamarrilla y Misericordia.

La cofradía llegaría a la plaza de la Merced como una especie de primera meta volante y allí decidiría qué hacer, en función de los nuevos pronósticos. Finalmente, continuaría por la calle Alcazabilla y Císter, alcanzaría la plaza del Carbón, como el punto geográfico más alejado de su sede canónica, y regresaría subiendo por Calderería y Casapalma por el itinerario habitual, pero sin pisar el recorrido oficial. A partir de ahí, comenzó una carrera contra el reloj, porque esa borrasca anunciada también corría y se acercaba por el oeste. Pero sin perder la compostura. Manteniendo las formas nazarenas. En ese ascenso que se hace eterno desde el Centro hasta coronar la Victoria por el Altozano, con muchos tirones a tambor, pero todavía recreándose en las curvas, como en la de Párroco Ruiz Furest, donde el trono del Cristo del Amor se lució con 'La Evocación', de Alberto Escámez, a cargo de la banda de cornetas y tambores de la Esperanza.

Amor y Caridad | Viernes Santo 2024

Amor y Caridad | Viernes Santo 2024 / Álex Zea

Una salida ejemplar

Todo lo contrario que en la salida. Tras los preceptivos golpes en la puerta del Santuario, los primeros nazarenos comenzaron a desplegarse por la plaza y a penetrar por Conde de Tendillas para buscar la casa hermandad, donde aguardaban los sagrados titulares en sus tronos. Ejemplar. Cuando la cruz guía alcanzó este punto en Fernando el Católico, la banda de música del Maestro Eloy García, de la archicofradía de la Expiración, comenzó a tocar 'Ubi Cháritas', icónica composición de la cofradía. Que ya se sabe que donde hay Caridad y hay Amor, ahí está Dios. Incluso pintado en el muro de un viejo cortijo en ruinas, que casi se cae a pedazos a 35 kilómetros de distancia de la Victoria.

De hecho, continuó con 'Cristo del Amor', de Francisco Javier Moreno, en los primeros metros del Cristo cuando salió del salón, antes de que la banda de la Esperanza asumiera el relevo para iniciar, también con 'Cristo del Amor', pero de Escámez, y 'Stabat Mater' su acompañamiento a un trono que ha sido exprimido al máximo y que asumía este 2024 su último servicio procesional, ya que será sustituido por uno nuevo, diseño de Prini, y que está ejecutando Manuel Toledano. Al pie de la cruz, la Virgen de los Dolores, sobre auténtico vergel de flores variadas en tonos rosa y morado.

Antes incluso de que el Señor tomara la curva para entrar en el Compás de la Victoria, salía el trono de la Virgen de la Caridad. Los primeros toques los daba un emocionado Fran López, hermano mayor de la cofradía de la Pollinica de Archidona, que el pasado mes de septiembre cedió el trono de su Virgen de la Victoria para la procesión extraordinaria de la Caridad con motivo del 75 aniversario de esta primera imagen de juventud de Buiza para Málaga, por lo que conserva las trazas de su maestro, Sebastián Santos. Las primeras mecidas del palio, con 'Virgen de la Caridad', de Francisco Martínez Santiago, tuvieron en 'Soleá dame la mano' el colofón a Fernando el Católico y el inicio de la bajada por el Compás, con un penetrante aroma azahar que aún perduraba en las flores que habían sido capaces de resistir las embestidas de la lluvia de los últimos días. Un equilibrado adorno de rosas blancas en las ánforas remataba un conjunto insuperable.

El paso por la cofradía por el colegio Maristas, con la que mantienen una estrechísima vinculación, es, desde 2005, un momento muy destacado, ya que desde la cruz guía hasta el trono de la Virgen el centro educativo abre sus puertas y, en torno a una imagen de San Marcelino, su patrono y fundador, lleva a cabo una oración. Con los agustinos también se mantiene un hermanamiento irrenunciable consolidado con el paso de los años. Son muchos los alumnos tanto del colegio de Nuestra Señora de la Victoria como de Los Olivos los que han sentido la llamada, se hicieron hermanos, aún en edad escolar, y ahí siguen arrimando el hombro, o como nazarenos. Esos mismos que a última hora de la noche miraban a un cielo que se iba tornando en rojizo poco a poco y subían juntos con sus titulares, que pudieron encerrarse en su casa hermandad justo cuando las gotas empezaban a ser más intensas. Sin mayores consecuencias.