Crítica

Los desastres de la cuarentena

Reseña de 'Mensajes privados', de Matías Bize, en la Sección Oficial del Festival

Blanca Lewin, en 'Mensajes privados'

Blanca Lewin, en 'Mensajes privados' / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Dirección: Matías Bize

Guión: Matías Bize, Nicolás Poblete, Néstor Cantillana, Vicenta Ndongo, Verónica Intile, (Me llamo) Sebastián 

Intérpretes: Blanca Lewin, Nicolás Poblete, Antonia Zegers, Néstor Cantillana, Vicenta Ndongo, Àlex Brendemühl, Verónica Intile, (Me llamo) Sebastián

Una de las peores cosas de la cuarentena por el coronavirus fue aguantar cómo tantos artistas de todo tipo y pelaje se inventaban experimentos caseros para que, en su opinión, la rueda de la creatividad no dejara de girar. El resultado: se pudieron ver muchas cosas absurdas y aburridas. ¿Por qué no emplear el aislamiento impuesto para levantar el guión que siempre has querido llevar a la pantalla, o pulir con más detalle el desafío que tenías sobre la mesa? Ya, las labores en la sombra, silenciosas, calladas, parecen no cundir tanto como ponerte con algo como 'Mensajes privados', un proyecto que existe porque a algunos se les ocurrió hacerlo y nada más.

Pase que a estas alturas estos largometrajes tan liderados y codiseñados con actores suelen quedar como ejercicios de clase en una escuela de interpretación cualquiera (ya saben: mucho llanto y mucha intensidad en general); vale que las peripecias que se cuentan en primera persona aquí sean de ese tremendismo emocional y épica íntima; venga, que las nuevas tecnologías nos ofrecen posibilidades de afrontar los relatos de maneras y modos diferentes... Que sí, que muy bien, pero nada me hizo olvidar, durante los 77 minutos de 'Mensajes privados', que todo esto parece ser fruto de un capricho, que jamás logra trascender. Que un intérprete hipermotivado te cuente, desde su casa y vía Zoom, un episodio más o menos fuerte (violencia de género, abusos sexuales, salud mental: todo aparece en el metraje) no garantiza que la cosa nos interese. Añadan a un trovador que aparece por ahí para demostrar que es un ser hipersensible y que el equipo cuenta con una mujer dispuesta a que se vea su parto natural en su casa et voilà, para Málaga.  

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