Crítica

Pequeña diatriba contra las metáforas

Reseña de '20.000 especies de abejas', de Estíbaliz Urresola, en la Sección Oficial del Festival

Una imagen del filme

Una imagen del filme / La Opinión

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

20.000 ESPECIES DE ABEJAS

Dirección y guión: Estibaliz Urresola Solaguren

Reparto: Sofía Otero, Patricia López Arnaiz, Ane Gabaraín, Itziar Lazkano, Martxelo Rubio, Sara Cózar, Miguel Garcés, Unax Hayden, Andere Garabieta

Cuando supe de la existencia de esta película (como tantos otros, al ser seleccionada a competición por la Berlinale) me dio un poco de grima el título: anuncia un aparato poético-metafórico que, la mayoría de las veces, sólo disfraza y engola historias que no necesitan tantas cortinas. Quizás el que las necesite de verdad sea el que las idea, porque, de alguna manera, no confía en la expresión directa, sin filtros, de sus personajes y su trama y necesita esas aristas líricas (que, además, da la sensación de que elevan la historia a niveles más evocadores) como si fueran muletas. 

Ahora, después de ver '20.000 especies de abejas', se confirma mi sospecha: la película de Estibaliz Urresola debería haber prescindido de la cosa apicultural, de muchos de los alrededores para centrarse en el corazón de todo. Quizás ella misma se diera cuenta de que su aproximación a la transexualidad infantil resulta un tanto didáctica y sintió que necesitaba dotar al relato de ese aparato metafórico y de historias subterráneas para crear algo con más entidad. 

Pero, vamos a ver: dispone de Patricia López Arnaiz (lo repetiré: la mejor actriz ahora mismo en nuestro país) y de Sofía Otero (prodigiosa revelación), tiene un relato de los que llegan, es consciente de la potencia humana y emotiva de lo que está contando, sabe mirar a los personajes sin evaluarlos... No necesito ninguna escena de panales y colmenas, con peroratas sobre cómo se transforman las abejas de las vainas o cómo las colmenas (que sí, que son el trasunto de las familias) deben contar con abejas diversas para su correcto funcionamiento. Eso ya lo vi en 'Bee movie', que, por cierto, es una película estupenda.   

Así que la directora y guionista tarda bastante, demasiado en alcanzar la temperatura sentimental más adecuada, porque antes ha preferido entretenerse en metáforas que no han llevado a ninguna parte más que a titular una película y en otros asuntos (interesantes, bien planteados) que no quedan del todo enraizados en el tronco de este árbol. Y es una auténtica pena porque la última porción del metraje, en la que ya se prescinde de todo lo superfluo, sabe conmover y transmitir.