Crítica
Los otros campeones
Reseña de 'Menudas piezas', de Nacho G. Velilla, en la Sección Oficial Fuera de Concurso del Festival de Málaga
MENUDAS PIEZAS
- Dirección: Nacho G. Velilla
- Guión: David S. Olivas, Marta Sánchez, Nacho G. Velilla
- Reparto: Alexandra Jiménez, María Adánez, Luis Callejo, Miguel Rellán, Francesc Orella
El doctor Siegbert Tarrasch dijo que en el ajedrez, como en la vida, la mejor jugada es siempre la que se realiza. Eso es precisamente lo que viene hacer Candela, el personaje interpretado por Alexandra Jiménez en 'Menudas Piezas', película estrenada en la Sección Oficial Fuera de Concurso con regusto a feel good movie especialmente indicada para el público adolescente.
Como en 'Campeones', otra película deportiva española reciente, los protagonistas de 'Menudas Piezas' son muy singulares (aquí, jóvenes estudiantes con problemas de integración) y también elementos noreutilizables por la sociedad y, por consiguiente, exentos de la capacidad de soñar y de ser dueños de su propio destino. Como en todo filme deportivo que se precie, todo cambia con la llegada de una nuevo entrenador, en este caso entrenadora: Candela, una chica de barrio hecha a sí misma que ha conseguido llegar lejos en todo aquello que se ha propuesto hasta que algo ajeno a su mandato, en este caso su relación personal, se le vuelve en contra y la coloca contra las cuerdas.
La exiliada, vuelve a casa, la independiente se da cuenta de que ahora necesita del amor y la sabiduría de aquellos que la rodean, la materialista discrepa de sus propias creencias y vende todo lo que un día fue ella para ser, junto a un grupo de outsiders, todo aquello que quieran ser. Suena bien, incluso podríamos decir y pensar que el resultado final de 'Menudas piezas', con los condimentos y la preparación aquí citada, podría saber dulce y enriquecedora pero tropieza con algo a priori insignificante pero a lo que nadie parece haber prestado atención: su incapacidad de demostrarnos en todo momento que esos chicos que quieren salvar son en realidad unos desdichados, que la vida de barrio es y fue lo suficientemente oscura para convertirlos en ciegos incapaces de distinguir el camino bueno del malo. Este grupo de chicos siempre está alegre, no hay tristeza en sus ojos, ni sus comportamientos son castigados, y además de todo eso son capaces de ridiculizar a cualquier persona capaz de ayudarles. Aunque al final como acaban ganando la partida a un grupo de clase alta todo está perdonado y vuelven a confiar en ellos mismos. Creo que no, creo que no se ha entendido lo que realmente estaba en juego. Esta historia, la real, va de más cosas. "Desconfianza es la característica más necesaria de un jugador de ajedrez" (Siegbert Tarrasch).
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