Entrevista | Dolores Redondo Escritora

«Hay continuidad en esta historia»

La escritora afirma que Amaia Salazar y Noah Scott volverán a ver la luz desde otras perspectivas

Dolores Redondo bajo la lluvia y sobre la ría de Bilbao.

Dolores Redondo bajo la lluvia y sobre la ría de Bilbao. / Carlos Ruiz

Dolores Redondo vuelve al thriller negro, con ‘Esperando al diluvio’, esta vez en Bilbao y con una historia basada en un hecho real en su origen. Vuelve con un estilo mucho más depurado y sobre todo, elegante para este género donde traspasar los límites del buen gusto es más normal de lo que se admite. Dolores se ha definido, además, una escritora de tormentas.

Dolores, no ha podido encontrar mejor definición como ‘escritora de tormentas’ para introducirnos en el libro; los hechos además se inician en las inundaciones de Bilbao y buena parte del norte de España en 1983, ¿tanto dejó marcado su recuerdo?

Yo tenía 14 años cuando regresaba de un viaje desde Galicia cuando el tren ni siquiera pudo entrar en Bilbao. La desolación y la destrucción eran tremendas y me impactó ver las cosas prendidas a una altura increíble en las copas de los árboles que daban la dimensión de por dónde había pasado el agua. En los días siguientes fueron llegando las imágenes de la destrucción y la desolación y las cifras de muertos impactó muchísimo en el País Vasco, no sólo por la catástrofe del momento y la pérdida de seres humanos sino también por el impacto económico que tuvo porque supuso la ruina de montones de empresas y miles de personas se quedaron sin trabajo, sin hogares y sin negocios en un tiempo en que tenerlos asegurados no era lo habitual, quedando sin nada y en la calle. En aquel momento en aquel tren yo pensé que podía haberle ocurrido a mi familia hay que tener en cuenta que era 1983 y no había teléfonos, no había móviles y nadie podía llamar a casa. Todo el tiempo que estuvimos allí viendo aquella desolación desde el tren estábamos pensando en nuestros familiares…. Yo tenía 14 años y me eché a llorar, otros no lloraban pero sus caras eran un poema estaban realmente sufriendo mucho y sí que me ha dejado una gran huella.

En el libro además de las inundaciones sitúas al lector en un contexto social y político que acerca aún más a la realidad la historia. ¿Cómo se consigue el equilibrio de escribir y situar unos momentos que fueron tan delicados para el pueblo vasco y a nivel nacional sin que eclipsen a la historia que nos cuenta?

Realmente con una documentación muy extensa pero luego intentando hacer un filtro entre lo que debe quedarse en mi interior -y que es bueno que como escritora sepa porque debo saber lo máximo que pueda a la hora de escribir una novela- y la parte que debo contar al lector. Así que me voy quedando un poco con la mirada de Noah, con lo que a él le interesaría o le impactaría si llegase de pronto a nuestro país, un país con una democracia recién estrenada y con la situación del País Vasco en algunos aspectos muy parecida al Glasgow de donde él viene (heroína, prostitución, crisis económica) pero otros aspectos llamativos a nivel político, social y económico que se estaban dando en aquel momento en Bilbao y en todo nuestro país. Intentando ver desde su punto de vista, desde lo que le impactaría a él y contarlo sin excederme. Por supuesto sé infinitamente más de lo que aparece en la novela y es lo justo, lo que debe hacer el escritor.

No vamos a destripar la historia, pero el origen del mal en el asesino de la novela tiene que ver con el abuso infantil ¿cómo ha sido capaz de desarrollar una idea tan cruenta con tanta elegancia en la explicación de los hechos?

Tengo que admitir que fue algo sobrevenido. Mi intención inicial era tratar a este agresor, un agresor real, limitándome a los datos que se conocen y a transcribir sus crímenes como los había cometido y los datos que se tenían de él, sin más. Esta novela va a llevar también al lector por un viaje que yo misma he experimentado, a la evolución que ha vivido la criminología estos años, desde 1968-1969, cuando se cometen los crímenes, hasta 1980 cuando se sospechó que podía seguir activo en Escocia y en otros lugares del Reino Unido y al momento de la novela en 1983. Pero es inevitable también verlo desde la actualidad, y desde esa actualidad el tratamiento de la criminología y victimiología, no tiene nada que ver, creo que al lector le sorprenderá ver qué razonamientos tan vacuos y vacíos hacían los analistas de la época que denotaban un frágil conocimiento, porque no eran ni analistas, sólo policías, de la mente criminal y ninguno de la naturaleza de la mujer y como los crímenes estaban directamente relacionados en primer lugar con una agresión a una mujer, una agresión sexual, pero también con la presencia de la menstruación en las víctimas, algo que les llamó la atención pero no lo interpretaron como se haría actualmente. Hice lo que habría hecho un policía de hoy en día que es tratar de hacer un perfil de comportamiento de John Biblia, un perfil psicológico, y se lo pedí a un profesional. Busqué a un psicólogo experto en abusos y le di los datos de John Biblia para que me diera sus conclusiones y razones por las que John atacaba de este modo a las mujeres y las elegía precisamente en ese momento. Las conclusiones a las que llegó el experto me obligaron a tener que idear un modo de explicar de donde surgía esta pulsión y surge de un dolor real porque esa fijación con la menstruación nos da un dato que es insoslayable e irrefutable.

La brevedad de la vida está presente en buena parte del libro y has hecho unas descripciones de ella tan acertadas que parte de la angustia que genera la historia, una angustia sorda, no inquietante, la marca ese hilo de la novela ¿cree que la vorágine de la vida nos lleva a no saber apreciar el día a día?

Es cierto que era uno de mis objetivos, no puedo evitar la etiqueta ‘novela negra’, lo haría si pudiera, gustosamente, además. Sólo por el hecho de que el protagonista sea un criminal y su perseguidor sea un policía ya nos lleva a esa etiqueta y en ocasiones es positivo y en otras, no tanto. Mi intención ha sido siempre literaria, mucho más elaborada en torno a las emociones, sentimientos y a las vivencias de cada uno de los personajes, incluido también el agresor. En el caso de Noah me ha llevado al caso de un viaje extraordinario que va a encantar a los lectores, también a los que no son de novela negra, porque la situación personal de enfermedad, fragilidad y absoluta miseria en algunos momentos nos acerca a algo que es común a todos los seres humanos: el momento de nuestra propia muerte, asumir que va a ocurrir con una fecha. Algo que le ocurre a muchas personas y que desde luego es terrible, pero sobre todo cuando llega de pronto, siendo joven. Es en ese instante cuando se da cuenta de cuántas cosas ha postergado, ha dejado de hacer, creyendo que siempre habrá más tiempo. Desde su piel yo sentí esa desesperación, la de ‘he errado y se me ha acabado el tiempo’. Vivir la decadencia física de Noah, la confusión que le producen los medicamentos que le mantienen vivo, que en el año 1983 era terrible, por lo venenosa y sus efectos secundarios, me ha llevado a volver a pensar en el ‘carpe diem’ y a veces...ya no hay más días. Espero que a los lectores les guste el viaje y que la fragilidad de Noah les aleje del policía que es al comienzo de la novela porque es un personaje que conforme avanza la novela cambia y va adquiriendo cada vez más atractivos. El aprendizaje personal de Noah ha sido para mí una experiencia que me ha encantado.

El amor y el miedo son los grandes motores que rigen el mundo y así nos lo recuerda tu protagonista, Scott, varias veces. ¿Son absolutamente necesarios y complementarios? El uno sin el otro, y la inversa. ¿Estarían incompletos?

El amor y el miedo son necesarios, los dos. El amor, fundamental, el miedo como aviso a navegantes, no está mal. Sería absurdo e inconsciente que no educáramos a nuestros hijos o no nos hubieran educado nuestro padres en algún temor como ‘abrígate que hace frío’, que al final son advertencias de cosas que te pueden suceder, miedos que te enseñan tus padres. El amor y el miedo se aprenden en el propio hogar y son lecciones que nuestros padres nos dan y muchas veces también, sin palabras, porque el ejemplo de amor, es el que ellos se profesan entre sí mismos y es el que queramos o no, vamos a repetir una y otra vez en nuestra vida, y el miedo, también. Conocer el miedo es normal, pero tener el miedo dentro de tu casa es algo terrible, algo de lo que ya he escrito en otras novelas, como con Amaia Salazar, aunque de un modo distinto a como planteo en esta novela.

Por último la historia queda cerrada pero ¿podría o podrá ser Scott el inicio de una saga?

No quiero hablar de sagas o de trilogías porque ya hice una trilogía con la del Baztán y ya he prometido que el personaje de Amaia volverá así que ya tengo un personaje que fue en su momento inicio de una trilogía y que ya es una saga; mi intención es llevaros más adelante en esta historia pero de otro modo pues sí que hay hilos pendientes y continuidad en partes de la historia, pero es como una especie de fiesta sorpresa que estoy preparando y a esas fiestas hay que ir con los ojos cerrados, y espero que al llegar se vea el camino recorrido y guste también, pero ese es mi trabajo como novelista, el contar las cosas de otra manera. La creatividad dentro de la literatura y la preocupación por mejorar las historias no solo en sus contenidos sino también en sus planteamientos es algo que me preocupa constantemente.