Editorial Páginas de Espuma

Joyce: Cartas 1900-1920. Retrato a través del espejo

El libro ‘Sobre Joyce. Correspondencia y ensayos’ permite conocer el papel fundamental del poeta Ezra Pound para situar a Joyce como el mejor autor de su generación y a su Ulises en la cumbre de la literatura universal a través de una amistad que abrió la puerta a la literatura moderna 

Joyce

Joyce

Lucas Martín

La publicación de la correspondencia de un autor siempre ha sido, en esencia, un asunto espinoso. En primer lugar, por sus implicaciones éticas, no muy distintas, en origen, a los fundamentos del derecho romano y la cultura de lo privado y de la propiedad. Se trata, al fin y al cabo, de un acto de deslealtad y de allanamiento, de invasión de un ejército potencial de mirones sobre unos escritos concebidos con una caja de resonancia limitada que en teoría compete en exclusiva al que escribe y a su destinatario natural. Que esto, en la época del Sálvame y de la cuarta pared de Twitter, siga siendo motivo de debate no deja de representar una de esas benditas ingenuidades del mundo editorial que de vez en cuando asoman, robustecen al espíritu y dan sentido al concepto de civilización, lo que no quita, sin embargo, que convenga en todos los casos llevar la duda al extremo y acatar las reticencias con la máxima severidad. Especialmente, si no se quiere pasar por encima de una vasta pradera de matices que convocan no sólo el caso de Max Brod -que se negó como albacea, y por fortuna para todos, a destruir los manuscritos de su amigo Kafka- sino también el interés público de lo que está escrito y las posibles repercusiones en la imagen del autor.

Con James Joyce, que escribió cientos de cartas, existe, no obstante, la garantía de protección. Entre otras cosas, porque su nieto, el huraño Stephen, ya se encargó de destruir la parte más comprometida, relativa a su hija Lucia, a lo que se añade la circunstancia realista de que, en 2023, más allá de la afición generalizada a la denuncia y el revisionismo, es probable que no exista ni una sola persona interesada en lo que Joyce contaba hace ya más de un siglo que no haya experimentado previamente algún tipo de pasión por su literatura. A excepción, claro está, de todos los que se acercan a las versiones desmigajadas, y a menudo oportunistas, de las cartas eróticamente desinhibidas que enviaba a Nora. Algo que, si se analiza a fondo, tampoco constituye ninguna tragedia. Menos aún si los sicalípticos lectores acaban por sentir curiosidad y abriendo alguno de sus libros – y que les aproveche-. Incluido el primer volumen de la edición de las cartas compiladas recientemente por Diego Garrido en Páginas de Espuma, la más completa de cuantas han visto la luz hasta la fecha a nivel mundial.

James Joyce. Cartas: 1900-1920

James Joyce. Cartas: 1900-1920

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Cartas: 1900-1920

Editorial: Páginas de Espuma

Edición y traducción: Diego Garrido

Precio; 48,38 € 

Los lectores de Joyce no se pueden quejar del caudal de literatura publicado en torno al irlandés. La biografía de Richard Ellmann, que también se ocupó de su correspondencia, es excelente, circunstancia que no resta valor a esta nueva publicación, que viene acompañada de las ilustraciones de Arturo Garrido (a los joyceanos nos dan ganas de arrancarlas y decorar con ellas la pared) y con una modesta actitud que, pese a su prolijidad, rechaza el título canónico, quizá sabedora de lo rápido que avanzan los tiempos en materia de bibliografía e investigación. No obstante, la edición hace historia, y se basta con sorprendente autonomía para constituir un acontecimiento literario en sí mismo, haciendo encajar las piezas de un puzle diseminado en toda la obra de Joyce -más autobiográfica de lo que parece-, y abriendo una ventana esencial a la evolución de su pensamiento estético, sus penosos avatares, su fe en lo que producía y las relaciones con la familia, el país, la creación o la religión. Un viaje hacia un Joyce y su gestación en el que el autor y los que lo rodearon cuentan otra excitante y complementaria novela de Joyce: la que fue carne finita, talento, pensamiento, miseria y apéndice y germen de Ulises y de Dublín.

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