Historia

El hilo invisible de los dictadores del siglo XX

En el ensayo ‘Dictadores. El culto a la personalidad en el siglo XX’, el historiador holandés Frank Dikötter examina a ocho tiranos desde el punto de vista del culto a su persona

Benito Mussolini, primer modelo del culto a la personalidad en el siglo XX.

Benito Mussolini, primer modelo del culto a la personalidad en el siglo XX. / L. O.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

La lectura de ‘Dictadores. El culto a la personalidad en el siglo XX’ (Acantilado) del historiador holandés Frank Dikotter (Stein, Limburgo, 1961), experto en la China de Mao, permite apreciar con claridad un nexo de unión entre todos los personajes analizados y quizás sea esto lo más destacado de este libro, además del original punto de vista.

El autor ha elegido a ocho tiranos que han marcado la historia del siglo pasado a sangre y fuego: Mussolini (Italia), Hitler (Alemania), Stalin (Unión Soviética), Mao (China), Kim Il-sung (Corea del Norte), Duvalier (República Dominicana), Ceaucescu (Rumanía) y Mengistu (Etiopía). A todos ellos analiza con pequeñas pinceladas biográficas para luego centrarse en los mecanismos que emplearon para ir promoviendo el culto a su figura.

Sin duda el padre de este elemento ‘identitario’ entre buena parte de los dictadores del siglo XX, con la ventaja añadida de que era un consumado actor, fue Benito Mussolini, quien hizo de ‘hilo conductor’ de esta forma de permanecer en poder.

En este sentido, para Adolf Hitler fue crucial su visita a Venecia en 1934. El canciller alemán, en su primer viaje al extranjero se mostró «pálido e inseguro», recuerda el historiador, ante el espectáculo de masas que le ofreció el Duce. No es extraño que Adolf Hitler tomara prestado el título del dictador italiano y se hiciera llamar ‘Führer’.

Tampoco extraña que, tras la Noche de los Cuchillos Largos, Stalin exclamara «¡Qué grande es Hitler!», con quien terminaría pactando, antes de la invasión nazi de Rusia. Vasos comunicantes entre tiranos, no importa su ideología (Stalin también se hizo llamar ‘Generalísimo’) que compaginaron el terror y el culto a la personalidad, esto última implantado de forma muy gradual, casi a regañadientes del líder, que de forma teatral siempre aparece como un humilde y sacrificado patriota que debe llevar las riendas del Estado por amor a la nación.

Luego vendrá la aniquilación del contrario, la omnipresencia de su efigie y de su ‘pensamiento’ -casi siempre refritos sin valor transformados en el nuevo evangelio del pueblo- y un culto casi faraónico a quien decide sobre la vida y la muerte de millones de seres.

En nuestros días, destaca el historiador, pervive algo de ese modelo -Corea del Norte- pero se abren paso los dictadores que se mantienen en el poder gracias a elecciones amañadas y a un terror más selectivo. Se han vuelto más discretos.

Todo a la vez  y en todas partes

La portada del libro de Frank Dikötter. / L. O.

Dictadores

  • Autor: Frank Dikötter 
  • Editorial: Acantilado
  • Traducción: Joan Josep Mussarra
  • Precio: 24 euros