Novela

Martín-Santos: tiempo de ruptura

Luis Martín-Santos forma ya parte de la historia de la literatura española por su novela ‘Tiempo de silencio’, que marcó también el tiempo de ruptura con los cánones de la insulsa narrativa española de entonces y abrió la puerta a la renovación literaria

Luis Martín-Santos

Luis Martín-Santos / Javier García Recio

En la década de los sesenta del pasado siglo la literatura española, arcaica y rancia y enfangada en los estrechos límites de un falso y simplista realismo, comenzó a cambiar y abrirse y tender puentes con la renovación literaria que venía del mundo anglosajón de la mano de Marcel Proust, primero y de Kafka, Faulkner o Joyce, después, de manera más esencial.

Hubo varios nombres que contribuyeron a ello: Juan Marsé, Juan García Hortelano, Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite o Ana María Matute, pero especialmente dos: Juan Benet y Luis Martín-Santos; gracias a ellos se operó el cambio de vía de la narrativa española hacia el ancho europeo. Ellos fueron el germen, la fuente, el principio del que nació la renovación de la literatura española.

La muerte temprana, inesperada de Luis Martín-Santos elevó su corto quehacer literario y su figura a la categoría de mito, no en vano Luis había irrumpido en 1961 en la pobre narrativa española con una novela excepcional, ‘Tiempo de silencio’, que traía en su contenido, en sus innovaciones el tiempo de ruptura con el costumbrismo español. ‘Tiempo de silencio’ fue también tiempo de divorcio, una novela que barrió el simplista realismo español aportando renovación temática y un vanguardismo técnico desconocido hasta entonces en España.

Ahora, en este 2024 en que cumplen los cien años de su nacimiento y los sesenta de su fatídico accidente mortal, la figura de Martín-Santos, mantiene encendida todas las velas en el altar de su admiración y su obra sigue siendo paradigma de la narrativa española.

La editorial Seix Barral reededita su mítico ‘Tiempo de silencio’, en esta ocasión con un prólogo de Enrique Vila-Matas, que señala que «en ella Luis Martín-Santos retrató con un altísimo talento la miseria moral de la postguerra. Hay un antes y un después en la narrativa española del siglo pasado». Vila-Matas inscribe directamente a Martín-Santos en la tradición de Cervantes y a sus personajes, especialmente a Pedro, en la nómina de sujetos quijotescos.

Intelectualmente era un superdotado. Absolutamente brillante e inteligente. Se licenció en Salamanca con apenas 22 años, con premio extraordinario, siendo entonces el médico más joven de España tras una brillantísima carrera en el bachillerato y la universidad llena de sobresalientes y matrículas de honor.

Luis llegó a Madrid en el otoño de 1946. y al poco conoció a Juan Benet, apenas un par de años menor que él. En los cinco o seis años que estuvieron juntos en Madrid formaron y consolidaron el tándem más influyente de la nueva literatura española.

Benet que lo describía entonces como «insoportablemente culto», escribía así de él: «estaba tan precozmente acostumbrado a conseguir lo que se proponía, estaba tan firme y severamente convencido de la capacidad de sus recursos, que solo podía atribuir a un fallo no imputable a sí mismo el retraso o el error en la consecución de sus objetivos».

En esa época -cuenta Benet- había leído mucho a los clásicos, pero desconocía la literatura del siglo XX; solo sabía de La montaña mágica, Los monederos falsos y toda la obra de Jakob Wassermann. Aun no sabía nada de Joyce, de Proust, de Kafka, de Faulkner o de Celine, que Benet le dio a conocer y él se apresuró a empaparse de ellos. Pero había más en esta amistad de jóvenes cultivados, tal como recuerda Manuel Vicent: «en el Café Gijón jugaban a soltar la frase mas inteligente, la ironía más acerada, la cita más hermética. Después de hablar hasta la extenuación de Heidegger, de Conrad, de Jaspers, de Joyce, de Ortega o de Proust, los dos en comandita se iban puta».

La simbiosis literaria de ambos fue tal en aquellos años que «en comunidad» escriben mas de sesenta cuentos y relatos que han permanecido inéditos hasta que fueron descubiertos por sus familiares y editados hace dos años por Galaxia Gutenberg bajo el nombre común de ‘El amanecer podrido’. La publicación sesenta años después de esos cuentos nos da la clave y nos remite a ellos como los tipos que con esos relatos incipientes, marcan el cambio radical de una narrativa ñoña y costumbrista, a la nueva modernidad.

Aunque urgido por su padre hacia la cirugía, pronto se comprometió con la psiquiatría, una rama que por su contenido intelectual y especulativo, la hacía más interesante a sus ojos literarios. Con la brillantez que acostumbraba ganó las oposiciones para ser director del hospital psiquiátrico de Ciudad Real cargo que ocupó durante un año... En seguida, también por oposición, consiguió la dirección del hospital psiquiátrico de San Sebastián y allí se trasladó en 1951. En los quince años siguientes siguió una intensa actividad profesional como psiquiatra; en el campo político como militante y dirigente del PSOE y como escritor dispuesto a la renovación de la narrativa española. Fue en 1961 que publica ‘Tiempo de silencio’. Carlos Barral, su primer editor se lo anunciaba «tu novela es sensacional. Y además va a caer como una bomba en medio del panorama uniforme del joven realismo patrio». Y así fue, y eso que la censura se encargó de eliminar veinte páginas que no pudieron incorporarse hasta 1980. Para su primera edición, se señala en el informe de uno de los censores. «El texto es con frecuencia inmoral y nauseabundo. Léase, por ejemplo, entre otros muchos párrafos, el marcado en la página 250 o la descripción de la casa de lenocinio». En 1964, poco después de la muerte de Martín-Santos, la editorial Seix Barral solicitó a la censura franquista una revisión de las páginas que fueron inicialmente reprobadas, pero el informe de rechazo fue aún mas contundente que el primero, entre otras cosas por sus «alusiones blasfemas».

Para los próximos meses la editorial Galaxia Gutenberg tiene previsto publicar en varios volúmenes la totalidad de la producción literaria de Luis Martín-Santos, todos sus cuentos, sus ‘apólogos’, su poesía, sus escritos médicos y su producción teatral y como colofón dos novelas inéditas que nos permitirán conocer las dimensiones de la obra de este escritor que es ya parte importante de la literatura española y debe ampliar esa dimensión cuando se tenga conocimiento de la plenitud de su obra.