Conversariones

Nick Cave y el asalto a los infiernos

Sexto Piso publica ‘Fe, esperanza y carnicería’, la gran conversación del artista australiano con Sean O’Hagan; un tratado personalísimo sobre la existencia, el duelo, el arte y el valor del factor Dios

Nick Cave y el asalto a los infiernos

Nick Cave y el asalto a los infiernos / L. O.

Más allá de los abultados cataclismos que en las últimas décadas han azotado la vida de Nick Cave -hasta el punto de hacerla casi zozobrar- existe una suerte de premonición que es a la vez inquietud profunda y que recorre todos los pasajes de su obra. Incluso, la etapa más subversiva y pendenciera, cuando todo viajaba entre los nubarrones de la heroína, el desafío, el desencanto y el punk. Ya sea en su faceta de escritor, compositor o de guionista, el artista australiano -acaso el último tótem en plena forma de la época más extraordinaria e imaginativa de la historia de la música popular- parece haber seguido una línea discontinua en la que han estado soberanamente presentes dos conceptos que, como una pareja de boxeadores sonados, siempre han ido apareciendo en el discurso de Occidente sobre la ética y la propia noción de humanidad. Uno, de pertinaz sombra en el pensamiento cristiano, aunque no exento de subversión y polémica, es la piedad, y, el otro, el sufrimiento, el dolor, entendido cuando es ajeno como parte del teatro de la compasión y cuando es propio en su significado más esencial, que es el que ha ocupado a grandes rasgos la vida de Cave; saber si hay manera de superarlo y si sirve para algo. Y, cómo no, si el arte puede llegar en todo esto a cumplir una función que no suene tan desesperadamente infantil como intentar desactivar una bomba con un par de morisquetas frente al estanque y jarabe para la tos.

Al inicio de la pandemia, Nick Cave se enfrascó en un largo diálogo interrumpido con su amigo, el periodista Sean O’ Hagan. Una serie de conversaciones telefónicas que se fueron desmadejando sin propósito y en las que el compositor decidió entrar cuerpo a cuerpo, muy en la línea de su periplo vital más actual, hasta el punto de aceptar la sugerencia de dar a conocer su contenido al público y acabar publicándolas en formato libro. Fueron alrededor de cuarenta horas de algo que podría asimilarse a una entrevista si la entrevista como género no hubiera acabado por apolillarse a fuerza de frivolidad; una charla a tumba abierta que, en el momento de su edición, primero en los países anglosajones, y ahora en español, a través de Sexto Piso, venía precedida por varios añadidos de indudable interés. El primero, la reticencia del artista a enfrentarse a la prensa. Y mucho más importante, el asombroso proceso de reconfiguración emprendido a partir de la muerte repentina de su hijo, que le llevó a redefinir su relación con los demás, con la duda y con el arte, pasando por estaciones tan sobrecogedoras como la película que le dedicó Dominik, el regreso a las artes plásticas, el disco Ghosteen -sin duda, entre los mejores de la década- o todo lo relacionado, incluidos los encuentros en directo, con el proyecto Red Hand Files: la plataforma creada por el propio músico para hablar con personas anónimas sobre problemas y catástrofes personales. Aventuras en las que, desde el minuto cero Cave ha sabido desmontar cualquier acusación malintencionada de exhibicionismo o de santurronería, asumiendo una actitud de anticoach e interpretando cada experiencia como parte del propio duelo y de su obsesiva voluntad de creación.

Los que hayan tenido la fortuna de asistir a algunos de los conciertos de su última gira con The Bad Seeds, esas misas asilvestradas que son más camino que finalidad, saben de lo que va la nueva forma de relacionarse con las canciones y con el público del autor. Y, además, por la vía de la emoción, que es lo que flota sobre la lectura de ‘Fe, esperanza y carnicería’, el libro de conversaciones con O`Hagan, traducido por Eduardo Rabasa y que de la primera a la última línea supera el marco objetivo de destinatarios de los fans del australiano – a los que deleita con episodios impagables sobre su relación con Mick Harvey, Shane McGowan o el enorme Warren Ellis - para convertirse en un testimonio moral y filosófico que difícilmente puede dejar indiferente a cualquier lector. Y, muy en especial, a los que han visto la muerte y sus perturbaciones de cerca o se han interesado -de manera antropológica o devota- por el fenómeno de la religión. Fiel a su franqueza y a un interés por la vida y por la creación que supera lo crematístico -y que ha engendrado algunas de las canciones más redondas del último medio siglo- Cave se toma esta charla con la misma seriedad con la que encara cualquiera de sus obras, volcando sus inquietudes sin medias tintas y no esquivando ni los capítulos más dolorosos ni las preguntas sobre la intensificada y para muchos condescendiente presencia de Dios; un Dios que Cave sitúa en la búsqueda en sí misma y en el terreno de la verdad poética, atrapando una tradición que emparenta con las grandes aportaciones del escepticismo y de la exploración teológica -de Teilhard de Chardin a Zambrano- y que el australiano vincula al sentido prístino del mito, de la utilidad. Da igual que exista o no, mientras a alguien le sirva. Acaso, sugiere, también el arte. Cave y en O’Hagan han compuesto lo contrario a los manuales de creación y a la literatura de autoayuda alrededor del dolor. Un libro profundamente humano, incisivo, solidario; reflexión y confesión a cargo de un artista único consciente de la vulnerabilidad. Del desarraigo inevitable. «La canción emerge del mundo espiritual con un mensaje verdadero: un día te diré cómo matar al dragón», decía el autor en ’20.000 días en la Tierra’. Ahora coexiste con un reto todavía más espinoso: tolerar que siga vivo y tratar de pactar con él.

Fe, esperanza y carnicería

Autor: Nick Cave

Editorial: SextoPiso

Traducción: Eduardo Rabasa

Precio: 23,00 €