Novela

García Márquez: En agosto nos vemos

‘En agosto nos vemos’ es una novela póstuma del Nobel colombiano que se publica en el 97 aniversario del nacimiento del escritor

Una narración erótica, feminista, bien trabada y protagonizada por una mujer que busca su felicidad

Gabriel García Márquez.

Gabriel García Márquez. / L. O.

Jose María de Loma

Jose María de Loma

La única frase reprobable de García Márquez sobre literatura la dijo al final de su vida. A su familia: «Este libro no sirve, hay que destruirlo». Se refería a ‘En agosto nos vemos’, narración inédita que salió hace unos días a la venta con una tirada de 250.000 ejemplares que pronto se quedarán cortos. No le hicieron caso por fortuna para el mundo lector. El empeño de sus hijos y de la agencia literaria que comandara la mítica Carmen Ballcells han hecho posible que el manuscrito haya visto la luz. García Márquez peleó contra la desmemoria, contra su propia decadencia biológica y contra, como siempre hacía, el propio texto. Puliéndolo una y otra vez, escogiendo los adjetivos con minuciosidad. Cuando murió, en 2014, quizás habría querido darle otra vuelta, pero el resultado es, no podía ser de otra manera, portentoso, delicioso, literatura de gran calibre en frasco pequeño. No importa. Algo menos de 140 páginas con un nutritivo prólogo de sus hijos en el que se nos cuenta que no hay traición alguna al gran Gabo. «Tiene baches y pequeñas contradicciones», afirman. Pero «en un acto de traición decidimos anteponer el placer de sus lectores a todas las demás consideraciones. Si ellos lo celebran, es posible que Gabo nos perdone. Ellos tienen la última palabra», enfatizan.

Diez años tuvo entre manos García Márquez este libro, un libro sobre una mujer y sobre las mujeres, sobre el deseo, la idealización, la cotidianeidad y los necesarios puntos de fuga que todos necesitamos para sobrellevar la existencia. Aunque esta sea, convencionalmente, feliz. Estamos ante un libro erótico y feminista. También.

‘En agosto nos vemos’ figuraba entre los documentos Garcíamarquianos depositados en el Harry Ransom Centre de la Universidad de Texas e incluso había varias versiones que algunas personas, editores del autor y los propios herederos, cotejaron. No para modificar ni añadir, ni variar, si no como trabaja alguien para «restaurar un viejo lienzo». La novela que nos ocupa no es la mayor gesta de Gabo, claro que solo con ‘Cien años de soledad’ ya habría pasado a la historia de la cima de la literatura, no, pero aún así es una obra estimable, que atrapa y engancha, que se lee con placer y se paladea. El texto tiene americanismos que lo hacen aún más delicioso y un ritmo, un swing, suavemente demorado que va enganchando al lector. Ana Magdalena Bach, de cuarenta y tantos años, profesora, de familia de músicos, gran lectora, viaja cada año en verano a depositar flores en la tumba de su madre. Para hacerlo ha de tomar un trasbordador que la lleva en unas horas a la isla donde está el cementerio. Una vez que llega en taxi al hotel, se registra, se acicala, compra las flores y va a la tumba. Luego regresa al hotel a leer un rato. Pero luego dispone de la cena y la noche para ella sola (¿sola?). Hasta el día siguiente que toma de nuevo el barco a las nueve. Así año tras año. Siempre el mismo día de agosto, siempre el mismo esquema de jornada. Algunos capítulos podrían funcionar de manera autónoma y a lo largo de la novela se nos va entrelazando también la vida Ana Magdalena más allá de la isla: su marido, hombre divertido, culto, sensual, sus hijos, una de ellas juerguista y aspirante a monja, su entorno. Sus pensamientos y frustraciones.

No hay spoiler, todo esto se ve, se lee y adivina rápido. La trama no decae y el final está muy logrado. El libro se completa con una larga nota del editor e incluye también fotografías del manuscrito, con tachaduras y correcciones del propio García Márquez.

La publicación ha suscitado todo un debate sobre si respetar o no la última voluntad de un literato. A colación ha salido mucho estos días el ejemplo de Kafka, que ordenó a su íntimo amigo Max Brod que destruyera sus manuscritos. No le hizo ningún caso y Kakfa pasó a la historia de la literatura. No es el mismo caso, claro, esta obra, menor en su trayectoria, no va a añadir más posteridad a García Márquez, que ya la conquistó. Pero le da efervescencia momentánea y nos muestra que, pese a la enfermedad mental, pese a las fugas de lucidez, la pérdida de memoria o lo que podríamos llamar más llanamente achaques mentales, pueden ser vencidos mometáneamente por la fuerza que destila la inteligencia de un genio en acción. No faltan estos días quienes sostienen que prefieren no leer esta nueva obra y que así quede intacta su relación con García Márquez. No sabe uno cómo, si son verdaderos admiradores de la obra del colombiano, resistirse a ello. Por sus extensión y ambición figuraría en lugar discreto entre las obras de Márquez, pero qué duda cabe que el acontecimiento de su publicación es magno. Y efectista en cuanto a marketing. Quizás el lector práctico no se haga tantas preguntas y simplemente compre esta novela y goce de un rato de literatura de calidad. De una obra moderna, pese a ser escrita hace unos años y por un hombre muy mayor. De un relato que se adentra en la psicología femenina. De un texto que tiene ese ritmo caribeño, esas descripciones portentosas de paisajes y personas. De esas tres o cuatro líneas que a veces nos proporcionan más información sobre el carácter y el físico de alguien que diez folios. En agosto nos vemos: también un contenedor de frases redondas. Una resume bien la obra, las intenciones y la sabiduría de García Márquez: «A cierta edad, toda mujer está sola».

En agosto nos vemos

Autor: Gabriel García Márquez

Editorial: Random House

Precio: 18,90€