Reto solidario

Luis Portillo, una lucha contra el mar y el cáncer infantil

Una travesía de 36 kilómetros lograda en 9 horas. El malagueño Luis Portillo hace historia al convertirse en la decimocuarta persona en realizar el doble cruce a nado con neopreno del Estrecho de Gibraltar, en el Desafío solidario ‘Las Dos Orillas’, con el que lleva recaudados 6.575 euros para la Fundación Olivares

Luis Portillo antes de comenzar el reto ‘Las Dos Orillas’. | LA OPINIÓN

Luis Portillo antes de comenzar el reto ‘Las Dos Orillas’. | LA OPINIÓN / Arancha Tejero. Málaga

Arancha Tejero

«Era intentar algo grande por una buena causa». Una loca idea que nació como un viaje solo de ida hasta Punta Cires, pero que acabó convirtiéndose en una travesía de ida y vuelta a raíz de «un pique con una compañera del equipo de natación». Más de mil personas han conseguido ir nadando desde Tarifa hasta Marruecos, pero tan solo trece habían logrado el doble cruce del Estrecho de Gibraltar. Hoy, son catorce las que lo han alcanzado.

Rodeado de ballenas, delfines, peces voladores y tortugas, el malagueño Luis Portillo (46 años) estuvo nadando durante nueve horas y once minutos solo en el mar, sin poder apoyarse siquiera en la zódiac que le acompañaba durante la travesía. No obstante, el malagueño asegura que no tuvo miedo y que no «se le hizo pesado psicológicamente». Los dos años de pandemia, desde que surgió la idea, le habían servido para ir mentalizándose. «Durante cada entrenamiento pensaba en todas las situaciones que podría encontrarme en el Estrecho».

La ida fue «relativamente sencilla». En tres horas y media, según lo previsto, tocó tierra en Punta Cires. Sin embargo, la vuelta era lo que más temía, al igual que su padre, que no pudo estar a su regreso pues falleció hace apenas un mes, pero en quien estuvo pensando durante su larga hazaña. «Estoy seguro de que mi padre me ayudó mucho mientras estaba en el mar». Durante el cruce acudió también a su mente el recuerdo de su amigo Ramiro, con quien habría realizado la travesía de no haber fallecido con 19 años; también pensó en Luis, el hijo de su amigo Andrés, y en todos los niños de la Fundación Olivares. Y es que este reto, bautizado como ‘La dos orillas’, podría haber sido una proeza de la que muy pocos se hubiesen enterado, pero Luis Portillo decidió que, ya que se embarcaba en esta aventura, mejor poner precio a sus brazadas y convertirlas en solidarias.

El objetivo fijado eran 22.000 euros. Un euro por cada brazada que había calculado que necesitaría dar. Consciente de que era una meta demasiado ambiciosa, Luis Portillo asegura estar muy satisfecho con los 6.575 euros que ha recaudado hasta ahora, y que siguen subiendo cada día, pues, hasta el 31 de agosto, la gente que quiera pueda seguir aportando su granito de arena.

Son casi 600 niños los que se verán beneficiados por esta ayuda económica, que irá destinada a la Fundación Olivares, una organización que ayuda, desde 2010, a los niños con cáncer y a sus familias. Proporcionan desde una unidad de atención domiciliaria de psicóloga y logopeda, hasta el pago de facturas de luz o entierros de aquellas familias que no pueden afrontarlas. «Son muchos los imprevistos que surgen durante los tratamientos. El niño enfermo de cáncer es, sin duda, el paciente, pero, cuando el cáncer infantil llega a tu casa, desbarata a toda la familia», explica Andrés Olivares, presidente y fundador de la Fundación, creada tras perder a su hijo de 9 años víctima de la enfermedad.

Cuando Andrés Olivares, amigo íntimo de la familia, se enteró de los planes de Luis, no dudó en calificarlo de loco, aunque estuviese enormemente conmovido y agradecido por su gesto. «Yo no soy un hombre que piensa, sino que siente. Y sentí un corazoncito inmenso que se acercaba a la Fundación para que pudiésemos seguir creciendo en corazones», relató Olivares.

Aunque la parte económica es de gran ayuda, lo que realmente valoran desde la Fundación es la visibilidad que este reto aporta al cáncer infantil. «Es una realidad que la gente no quiere ver porque les produce mucho miedo y respeto», explica Olivares. El Hospital Materno Infantil diagnosticó el año pasado 70 casos nuevos de cáncer en niños, y Olivares insiste en la necesidad de visibilizar esta enfermedad y la importancia de las donaciones de médula.

«Yo fui el donante de mi hijo y entendí lo que significaba ser donante y poder ser aquella persona que salve a otra en un lugar del mundo», comparte Olivares, que lamenta la falta conocimiento que sigue habiendo en la sociedad sobre este tema. «Cuando doné, la gente me preguntaba qué trozo de espalda me habían cortado porque la confundían con la médula espinal».

Por eso mismo, tanto Andrés como Luis esperan que esta gran hazaña les ayude a ganar visibilidad. Un desafío que, por un momento, el malagueño pensó que no lograría cumplir, pues, aunque el mar acompañó gran parte del trayecto, a la vuelta unas fuertes corrientes procedentes del Atlántico se convirtieron en su peor enemigo. «Yo no sabía que me estaban desviando hacia Algeciras. Y fue un poco desesperante porque veía tierra, pero no llegaba».

Fueron muchos los obstáculos que podrían haber impedido que Luis Portillo alcanzase su objetivo. Se cruzaron con dos persecuciones de la Guardia Civil, su reloj se rompió en el tramo final haciéndole perder la noción del tiempo y la distancia, y los avituallamientos se le hacían cada vez más largos. Sin embargo, finalmente, logró reunir la fuerza suficiente para realizar el último esfuerzo y tocar tierra firme, donde le esperaban su madre, pareja, hijas y hermanos.

«Todavía no lo he asimilado del todo. Lo pienso y se me ponen los pelos de punta, porque realmente no pensaba que fuese capaz de llegar a hacerlo», reconoce con una sonrisa el malagueño que ha impresionado a todos con su solidaridad épica.

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