Crónicas de la ciudad

El convento del Perchel y el aviso del profeta Isaías

Los malagueños que en las próximas semanas conozcan el convento de San Andrés, comprobarán el maravilloso trabajo de recuperación de lo que era pura ruina

Descansillo del convento con los versículos de Isaías.

Descansillo del convento con los versículos de Isaías. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En el descansillo de una escalera, junto a una ventana, han resistido el paso de los siglos unos versículos del profeta Isaías escritos en latín, que traducidos vendrían a decir: «Sin un aspecto que pudiera agradarnos», en referencia al vilipendiado Mesías.

Esta frase, que formaba parte de la pintura mural de una probable hornacina o marco para un cuadro religioso, puede descubrirse en el convento carmelita de San Andrés, en El Perchel y resulta más que paradójica, porque hace 24 años, el antiguo convento de los carmelitas descalzos tenía un aspecto que ‘en nada agradaba’ a nuestros cargos públicos, hasta el punto de que se olvidaron de protegerlo en el PGOU de dos años antes. 

El patio desde los pisos superiores.

El patio desde los pisos superiores. / A.V.

Reconvertido en un amasijo de talleres, era carne de demolición, hasta el punto de que la providencial presencia un domingo de 1999 de un concejal popular que apuraba ya sus últimos días en el Ayuntamiento, Francisco Lucena, impidió que este ruinoso monumento mordiera definitivamente el polvo. 

A partir de su ejemplar acción, el Consistorio rectificó felizmente por completo y casi un cuarto de siglo después, el de San Andrés marca el camino de lo que pueden ser el convento de la Trinidad pero también el de Capuchinos, si se recuperan para Málaga

Una de las amplias estancias del edificio.

Una de las amplias estancias del edificio. / A.V.

Porque, pese a la pobreza intrínseca de los carmelitas descalzos y a los daños sufridos durante tanto tiempo, los arquitectos Demófilo Peláez, José Ramón Cruz del Campo y Gloria Cruz han hecho un trabajo maravilloso, al sacar ‘petróleo’ de estas antiguas ruinas y dejar para la posteridad un gran equipamiento cultural en el que pervive la huella carmelita, la comunidad que fue levantando este gran edificio entre finales del XVI y el siglo XVII. 

Detalle de la fábrica conventual.

Detalle de la fábrica conventual. / A.V.

El firmante pudo recorrer hace unos días el recuperado inmueble con su salvador, Francisco Lucena. Los malagueños que en las próximas semanas lo visiten, reconvertido en una de las bibliotecas más bonitas de Málaga -entre otros usos-, podrán conocer su impresionante y sobrio patio con el pozo original que guardaban en su convento de San José las monjas carmelitas descalzas de calle Don Rodrigo; las huellas de la capilla; admirar el escudo carmelita como el fugaz trazo de un pincel en una de las paredes; contemplar donde guardaban sus viandas; comprobar la fábrica de la época, que empleaba todo lo sólido que pudiera servir, incluidos posibles mármoles romanos; descubrir volutas, arcos ciegos y pequeñas bóvedas... en suma, sumergirse en un humilde convento del Siglo de Oro, salvado en el último instante y hermosamente recuperado.

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