Crónicas de la ciudad

La lápida tricentenaria semioculta en Málaga

La lápida del marqués de Villafiel, corregidor de Málaga, este mes en los Jardines de Puerta Oscura

La lápida del marqués de Villafiel, corregidor de Málaga, este mes en los Jardines de Puerta Oscura.

La lápida del marqués de Villafiel, corregidor de Málaga, este mes en los Jardines de Puerta Oscura. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

La reciente y estupenda obra de investigación ‘El marqués de Villafiel y el monumento del Puerto de Málaga’, del estudioso malagueño Antonio Lara Villodres, de quien ya hemos hablado esta semana a raíz del posible brocal de un convento de Málaga en los Baños del Carmen, redescubrió la figura del corregidor (gobernador) del XVII, el corregidor Fernando Carrillo y Manuel, marqués de Villafiel.

La sección dominical Mirando atrás, con ustedes en este periódico desde hace 20 años, ya dedicó un par de reportajes a las investigaciones de Antonio Lara y a su fruto: el mencionado libro, publicado por la editorial malagueña Maldragón

Ahora sabemos mucho más de este personaje nacido en Córdoba a quien la ciudad debe, pese al corto periodo de tiempo que estuvo al frente de ella (sólo tres años), monumentos como la fuente de Reding, luego reformada por el también gobernador Teodoro Reding, que se llevó la ‘gloria’ del nombre popular. 

Pero del marqués de Villafiel, además del monumento conmemorativo de la visita a nuestra ciudad de Felipe IV, que puede verse en el puerto (con algunas de sus piezas mal colocadas, por cierto), también podemos encontrar otra pieza de su mandato. 

Se trata de una lápida conmemorativa. Antonio Lara Villodres nos da la pista en su libro: el mismo año en que inauguró la luego conocida como fuente de Reding, en mayo de 1675, el corregidor terminó de rehacer la Puerta de Granada y aprovechó de paso para reedificar las murallas y cañerías del entorno. 

La lápida de esta obra no se encuentra en los alrededores de la desaparecida Puerta de Granada sino semioculta en los Jardines de Puerta Oscura. De hecho, está enmarcada en la pared que da al túnel de la Alcazaba por un manto de buganvillas y los jardineros municipales deben recortarlas de vez en cuando para que la vegetación no se coma este recuerdo de la Málaga de hace casi 350 años. 

Dada su antigüedad y el sitio en el que se encuentra, ajeno además al emplazamiento de origen, Antonio Lara considera que corre el riesgo de desaparecer cualquier día o de ser dañada. De hecho, la ‘ganadería grafitera’ de nuestros corrales malaguitas estaría muy honrada de darle la primera 'garfañada' vandálica. 

¿Qué propone el investigador?, pues rescatar esta pieza y para que pueda preservarse con tranquilidad los próximos siglos podría engrosar los fondos del Museo de Málaga (o del vecino Patrimonio Municipal, añade el firmante). Ahí queda la propuesta.  

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